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Una noche de chicas.

—Heather, en serio deberías salir con nosotras, todos los días te la pasas en el trabajo y los fines de semana te quedas encerrada en tu departamento.

—Se los dije, este sábado no puedo, tengo un compromiso con mi familia —Sabía que no creerían mi mentira, pero valía la pena el intento—. En verdad, lo siento.

—Dices lo mismo siempre que te invitamos a salir, realmente eres una aburrida. Si no te gustan las fiestas, solo dilo —exclama fastidiada Sofía.

—No es eso, si me gustan, solo que de verdad esta vez es un asunto importante y no puedo faltar.

Me iré al infierno por mentirosa, o peor, por ser tan mala mintiendo.

—¿Desde cuando llorar por ver películas románticas es un asunto importante? —pregunta Ophelia.

Toda ríen. Acto seguido, les dirijo una mirada molesta a todas por burlarse de mi.

—Se los juro, chicas. La otra semana les prometo que saldré con ustedes, está vez no puedo.

—Bien —habla Roxanne—, pero ya es una promesa y no podrás arrepentirte. Tampoco pienses que podrás librarte de nuevo con otros de tus "asuntos importantes", ¿de acuerdo? —asiento.

En realidad no estoy muy de acuerdo, pero no hay razón para comentárselos por ahora.

***

Claramente las excusas ya no volvieron a funcionar...

—Emm... ¿chicas? —Las miro con preocupación—. Creo que esto es una mala idea.

—¿De qué hablas? ¡Para nada es una mala idea, tú disfruta! —Apenas y puedo escucharlas con claridad, la música está realmente alta.

Bien, nunca he estado en contra de las fiestas, ni siquiera de los bares; recuerdo incluso que me fascinaban. El problema que considero tener al respecto es que con los años uno piensa que ha madurado, es decir, tengo 23 años y desde que tenía 20 yo no había salido a fiestas, pues preferí concentrarme más en mis estudios si quería terminar la universidad; y, además, desde hace 5 meses comencé a trabajar en mi nuevo empleo. No es exactamente el momento indicado para comenzar a liberarme de mis responsabilidades con esta clase de banalidades. Sin embargo, aquí estamos.

A mis cuatro nuevas amigas las conocí en la oficina, todas mayores que yo por dos años, y aún así, tienen más energía que yo. Me han intentado arrastrar a sus supuestas fiestas desde hace semanas, pero yo siempre me negaba y salía con alguna excusa barata, aun cuando ellas sabían que siempre terminaba encerrada en mi cálido y pequeño hogar. En realidad las aprecio mucho, pero yo no tengo ánimos de salir, mucho menos cuando conozco sus retorcidas intenciones, y... para ser claros, tienen planeado conseguirme pareja.

Quiero decir, no necesito ningún novio, soy feliz sin necesidad de tener una pareja; tres años de soltería son testigos de que me siento cómoda conmigo misma y de que puedo seguir así durante mucho más tiempo.

—Vamos, Heddy, diviértete un poco, o por lo menos intenta aparentar que lo haces —dice a gritos Michelle.

"Heddy", así me llama ella.

—Está bien, pero tú sabes que hace mucho tiempo que no salgo a este tipo de cosas y no estoy acostumbrada a tanto escándalo.

—Hablas como una anciana —frunzo el ceño—. Eres más joven que nosotras, por dos años, pero aún así eres más joven. Además, eres muy atractiva, claro que yo soy la más guapa de todas —No se hicieron esperar las quejas de las demás mientras ella voltea a verlas—. Es la verdad, supérenlo.

Espontáneamente, me río.

Michelle es una chica morena de ojos azules y cuerpo curvilíneo. Siempre ha sido la más vanidosa de todas y, a decir verdad, si, ella puede ser considerada la más atractiva del grupo. Se puede afirmar al ver su excelente bronceado y observando cómo atrae a cualquier hombre que le pase por enfrente, sin contar su inigualable carácter. Pero, claramente, mis otras amigas no se quedan atrás, pues cada una tiene lo suyo; todas cuentan con una actitud diferente, gustos distintos y aún así, todas guapísimas y divertidas.

—De acuerdo, me quedaré un rato más con ustedes, pero...

—¿Pero? ¿Cómo que pero? —Mala elección de palabras—. No hay peros, Heddy, solo disfruta.

—¿Quieres dejarme terminar?

—Bien —suspira.

—Bueno, como decía... Me quedaré un rato más, con la condición de que, solo estaré para divertirme con ustedes —alzo la voz al referirme a ellas—. Nada de buscarme un chico, solo nosotras cinco a partir de ahora, ¿de acuerdo?

Las cuatro se reparten miradas y, aunque parecen inseguras, al final acceden.

Sofía toma la iniciativa y alza su bebida—. Por una noche de chicas, solo nosotras cinco.

Todas, incluyéndome, chocamos nuestras respectivas bebidas con la de ella, repitiendo: ¡noche de chicas!

Enamorarte Otra Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora