Capítulo 23. [Editado]

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«He estado en aquella libertad absoluta, que te destruye y reconstruye a la vez. Tiempo perdido y tiempo acunado entre la palma de tus manos, manjar venenoso que hace de tu vida miserable y sin sentido. Mi mente y todos mis sueños que arrastra hacia la locura».

—¿Padre?

Dos suaves toquecitos en la puerta produjeron sus dedos delgados, se apoya contra la puerta, esperando escuchar alguna respuesta de su parte. Llegó a su casa después de muchas horas caminando y lamentándose por todo lo que se le venía a la mente. Esa es la manera en la que ella actúa; no puede evadir ni el más pequeño pensamiento autodestructor que llega a su mente.

Retrocede instantáneamente agachando la cabeza, esperando impaciente a que la puerta se habrá con su progenitor y el semblante enojado tan característico en él.

Cierra los ojos mientras respira con nerviosismo, bostezando una y otra vez entre profundas bocanadas de aire.

—¿Qué desea?

Una voz varonil de tono grueso, habla dentro la habitación imponiendo fuerza al solo escucharlo. Alex, entreabre los ojos tratando de contener la calma. El tan solo presentarse frente a su padre, cara a cara, la ponía nerviosa despertando dentro sus sentidos un sentimiento de cobardía. ¿Qué hija no tuvo alguna vez miedo a su padre? Si la respuesta es un no, cabe la felicidad, esta vida es muy diferente.

—Solo deseo hablar contigo.—pronuncia con un hilo de voz.

Su tacto la hace temblar aunque trata de engañar a la calma, que tal vez debería haber adquirido después de tantos enfrentamientos con el hombre que le dio la vida.

Fuertes pisadas hacen eco en el suelo detrás de aquella puerta, la perilla es girada y un hombre con los ojos claros se posa con firmeza frente a la muchacha que es de su misma sangre. La ve fijamente, cambiando su semblante que hace poco, lo tenía tenso junto a sus facciones.

"Por eso odiaba el color de sus ojos. El reflejo de ellos,-avellana- le recordaba a la mujer que decía amarlo, que decía quererlo como a nada en el mundo. Ver a su hija, tan idéntica a ella, era una tortura, era una masacre para sus recuerdos; Alex sólo era el vivo retrato de la mujer más hermosa del mundo. Su esposa".

—Adelante.—susurró en un tono audible, muy parecido al de un lamento. Se aparta de la puerta esperando a que su hija se adentre en la habitación.

Suspira con pesar mientras cierra la puerta detrás suyo.

Paredes blancas, enormes cuadros pintados al óleo y libros en un enorme librero al lado del balcón.

Alex, en todos los años viviendo en la mansión, nunca había entrado en la alcoba de su padre. El aire, los colores y fotografías por doquier, más y más vasos de vidrio tirados por todos lados, allí dentro se respiraba un aire muy diferente en comparación a los ambientes de esa casa.

En una inseguridad de conversar o no, Eduardo, su padre, aclara la garganta para decirle algo que ha llegado a sus oídos en la madrugada.

—¿Dónde estuviste todos estos días? —indaga caminando hacia ella, con las manos detrás de su cuerpo e impaciente por escuchar su respuesta.

Alex gira sobre sus talones para verlo de frente y responder.

—Estuve bien, si es a lo que te refieres.—el valerismo sale fluido en una grosería y mientras se posa frente a su padre, segura y con el pesar en sus palabras, un gran dolor de cabeza la debilita tras recordar los pocos días que estuvo fuera.

Behind The Mask© (Michael Jackson) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora