C21

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Capítulo 21, No lo hagas

Me obligué a reír juguetonamente mientras me abalanzaba sobre Alec, quería que nuestros últimos momentos fueran felices para él, que me recordara alegre. Yo sabía que mi muerte iba a ser duro para él y quería compensarlo de alguna forma, así que iba a intentar que este tiempo con él (mientras encontraba a Leah) fueran los mejores que él recordara.

No iba a matar a nadie más. Ni a Greene, ni a mi madre, ni a nadie. Ni siquiera pensaba poner la más mínima resistencia cuando Leah me despedazara.

Me di cuenta que no valía la pena seguir manchándome más las manos de sangre, nadie merecía morir a manos de otra persona. No creía en Dios, ni en Dios ni en Satanás (por mucho que la gente dijera que Satanás era mi padre y tampoco podía creer en un Dios que permitiera que la gente sufriera tanto. Y si existía es que eran tan cruel y retorcido como los mismos Vulturis), pero sí creía en el karma. Y si alguien tenía que ajustar cuentas ya se encargaría la vida misma. Yo no iba a cargar con más muertes, mi lista de muertos ya era demasiado larga.

-¿Estás bien, Bella? Te noto rara... -me dijo Alec arrugando la frente mientras dibujaba con su dedo en mi barriga desnuda.

-Son cosas tuyas, estoy perfectamente -exclamé con una sonrisa y para intentar que olvidara el tema le besé apasionadamente.

º º º

-¿Qué tal vas con lo del reverendo? ¿sabes ya cómo vas a hacerlo? -me preguntó Alec mientras nos levantábamos.

-Aún estoy en ello, no quiero precipitarme y llamar la atención. Tú me entiendes -le dije mientras me vestía.

Alec asintió.

-¿Segura que no quieres venir conmigo a cazar? Cazamos juntos la última vez y debes tener tanta hambre como yo.

Y era cierto, mis ojos ya estaban negros, pero no quería matar a ningún humano más sólo para saciar mi sed.

Si podía aguantar sin beber más sangre hasta que encontrara a Leah perfecto y si no me tocaría alimentarme de animales, por muy sosa e insípida que me resultara su sangre.

Alec se fue a cazar y seguramente no volvería hasta la noche, iba a ir a cazar a un pueblo lejano de Seattle para no llamar la atención. Tenía bastante hambre y seguramente cazaría a bastantes humanos y si la policía empezaba a investigar mejor que centraran su investigación lejos de Seattle. Alec seguía a rajatabla la norma de no llamar la atención.

Una hora después de que Alec se fuera me di cuenta que, aunque quisiera, no podía esperar más para comer.

Por el aire del hotel se filtraba el olor de los humanos y me sentí tentada a dar rienda suelta al monstruo de mi interior. Pero contuve la respiración y salí yo también de Seattle, en dirección a los bosques para saciar mi sed con animales.

º º º

Tiré el pellejo vacío del puma a un lado y puse muecas de asco. No entendía cómo los Cullen podían alimentarse a base de animales insípidos. Su sangre era tan... puaj... es que ni siquiera te llenaba y mucho menos satisfacía. Lo de ellos era verdadera fuerza de voluntad.

Pero tenía que conformarme, no quería matar a nadie más.

Y mientras cazaba a otro animal e intentaba saciar mi sed me sentí observada. Inmediatamente dejé al animal muerto y observé a mi alrededor, no me importó malgastar la sangre de ese animal, mi instinto de supervivencia salió a flote y olfateé el ambiente.

Y un aroma conocido me invadió.

Vampiros. Y por el olor debían ser bastantes, no entendía cómo no los había detectado antes. No parecía un olor conocido, al menos no desde que era vampira, pero sí me era familiar, era extraño.

La hija del diablo (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora