Capítulo 6:La Comisaría

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—¡HE DICHO QUE NO TE VAS A IR CON ELLA A NINGÚN SITIO!

En ese momento se empiezan a pegar, mi tío casi le rompe la mandíbula a Carlos pero este esquiva y entre medias de los golpes me coge del brazo y salimos por la puerta.

Me mete en el coche y grita:

—¡Luis,  arranca!

—¿Qué?

—¡QUE ARRANQUES EL COCHE!

—Vale, vale.

Me pongo el cinturón mientras Luis intenta arrancar y a lo lejos mi tío iba con un cuchillo en la mano gritando.

—¡MALDITO CABRÓN!

—¡OH DIOS,  CORRE CORRE!

Casi nos coge pero Luis aceleró en cero coma,  y después de unos minutos Luis pregunta:

—¿Se puede saber que coño has hecho Carlos?

—Me la llevo a la Comisaría, me la he llevado a la fuerza.

—¿Qué? ¿Cómo se te ocurre hacer eso? No ves que te puede denunciar.

—Lo sé,  pero he preferido arriesgarme así la saco de ese infierno. ¿Tú cómo vas peque?

—Asustada pero bien.

—No pasa nada,  ahora estás conmigo te llevaremos a la comisaría para hacerte unas preguntas y hacer el papeleo para que tus tíos se queden contigo.

—Yo no quiero.

—¿Cómo que no quieres?

—Me quiero quedar contigo.

—Yo... Escucha cielo,  me encantaría pero no puedo,  además ya te lo he explicado antes.

Bajé la cabeza y decidí no contestar,  no me parecía necesario, creo que con los gestos era suficiente.

Tardamos como una media hora,  al entrar había policías cada uno en una mesa aunque algunos estaban de pie.

Al fondo de un pasillo estaba el despacho más grande,  al que se supone que era donde me iban a hacer preguntas sobre el accidente.

Abrí la puerta y vi a un señor alto con pelo negro y con cara de pocos amigos,  nada más verme se levantó y me ayudó a sentarme en la silla,  ya que no llegaba por mi cuenta. Y dijo con una voz firme:

—Hola, señorita Silvia  lamentamos profundamente la reciente tragedia que ha sufrido pero necesito que me diga que es lo que ha visto usted,  se que te lo ha preguntado antes mi agente Carlos pero quiero oírlo de tu boca.

—Esta bien.

Empecé a recordarlo todo,  no pude evitar las lágrimas,  ese hombre apuntaba cada palabra que decía,  parecía muy concentrado y me entregaba pañuelos.

—Muy bien,  pues... Ay perdona que grosero no me he presentado,  me llamo Enrique,  jefe de la comisaría. En fin,  ahora pasaremos al papeleo para que tus tíos se queden contigo.

En el interior tenía la necesidad de decirle lo malvado y cruel que era mi tío,  pero no quería arruinarle la vida y que luego fuera a por mi.

—Excelente,  ya está hecho,  ¿hay algo que quieras añadir?

—Yo... Esto... Si.

—Vale, y de qué se trata.

—Es sobre mi tío.

—¿Qué le pasa a tu tío?

—Verá,  ha intentado pegarme cuando estábamos cenando,  y cuando Carlos me trajo aquí sin su permiso...

—¡Qué! ¿Cómo que sin su permiso? Secretaria,  llama ahora mismo al agente Carlos. Esto es una vergüenza,  en fin que decías sobre tu tío.

—Pues que me intento pegar mientras cenábamos.

—¿Enserio? Mmmm,  tendré que tomar cartas sobre el asunto.

De repente llaman a la puerta.

—¿Me llamaba jefe?

—Ah si pasa,  pasa.

—Hey,  hola peque que tal estas,  ¿ya has hecho el papeleo?

—Agente Carlos,  siéntese. Tengo una pregunta para usted. ¿SE PUEDE SABER PORQUE HA TRAÍDO A ESTA NIÑA SIN PERMISO DE SU TÍO?

—Jefe,  el se negaba a que la lleváramos aquí para hacer el papeleo,  además de que agredió a un gente de policía.

—Agh,  lo que sea luego hablaré contigo. En fin,  ¿por donde íbamos?

La vida es injustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora