Capítulo 9:El Juicio

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—Esta bien,  lo haré.

—Buena decisión,  he llamado a un abogado para que te ayude en el juicio.

—¿Has llamado a un abogado sin mi permiso?

—Bueno hubieras querido o no,  lo habría hecho de todas maneras. Vamos no me pongas esa cara.

—Pues no se que cara ponerte.

—Anda sonríe un poco.

Sonreí forzandolo obviamente,  y me devolvió la risa,  claro que la siguiente me salio más natural que la anterior.

—¿Ves? No están difícil.

—Cállate.

Nos quedamos callados hasta que vino el abogado. Al aparecer no parecía muy profesional,  ya que nada más abrir la puerta se cayó al suelo y se le abrió el maletín que llevaba.

—Perdonen mi torpeza,  viene de familia. Me llamo Leonel,  encantado de conoceros a todos.

—Hola, ¿Podemos llamarte Leo para abreviar?

—Sí, ¿quién de ustedes es Silvia Rodríguez?

—Yo.

—Ah ya veo,  muy bien Silvia voy a ayudarte en este caso sé que es difícil para ti, pero no te preocupes estoy contigo ya que para eso me pagas.

—¿Cómo se supone que voy a pagarte sino tengo dinero?

—Lo pago yo.

—Carlos...

—No me des las gracias.

—Prosigo,  señorita Silvia Rodríguez,  denuncia usted a Paco Rodríguez por intento de asesinato y maltrato de género tanto a usted como a la esposa del acusado y su hija. ¿Correcto?

—Sí.

—Bien,  dentro de una semana cuando te recuperes haremos el juicio contra él. ¿Correcto?

—Vale. Carlos, ¿estarás presente?

—Por supuesto,  cuenta conmigo.

—¿Y tú, María?

—Claro,  que mierda de pregunta es esa.

—Ese lenguaje señorita.

María se gira lentamente hacia Leo como si quisiera decirle en plan,  ¿crees que en esta situación importa una mierda el lenguaje? Y después de esa mirada se hizo el silencio.

—Bueno,  me voy nos vemos dentro de una semana.

—Adiós.

—No se porque pero me cae como el culo.

—María no pasa nada,  solo hace su trabajo.

—¿Y qué? Ni que fuera mi madre.

—Basta. Lo mejor será que te dejemos descansar.

—Vale,  lo agradezco la verdad estoy cansada y tengo sueño.

—Entonces nos vamos,  que descanses peque.

Pasó una semana,  cada día que se acercaba el día del juicio me sentía más nerviosa,  me enfrentaría a mi tío cara a cara,  no sabía que pensar,  ¿y si pierdo el juicio y me tortura después?¿O a lo mejor le llevan a la cárcel,  sale y viene a por mi? No sé que hacer.

—Silvia,  tienes que hacerlo.

—Leo no puedo.

—Tu piensa que lo haces por tu tía y por tu prima.

—Dios,  ¿por qué todo es tan difícil?

—La vida es dura,  pero estamos aquí para ayudarte.

—Carlos... María... Alicia... No os voy a fallar. Vamos allá.

—Venga,  vamos adentro.

Al abrir la puerta se veía mucha gente dentro,  no pensaba que vinieran tantos.

—Silvia acércate.

Me acerqué con miedo, me temblaban las piernas y cuando miré a mi tío parecía que había visto a la muerte en persona,  me miró como si pudiera matarme con la mirada.

—Que comience el juicio.

—Silvia,  di lo que te ocurrió en el hospital.

Nada más me dijo eso,  me quedé inmóvil mirando al suelo,  no quería hacerlo,  pero a la vez si había una mezcla de sentimientos.

—Esto... Yo...

Tragué saliva y lo conté todo. A medida que decía algo mi tío se impaciencia más y me miraba peor. Al acabar, me senté y se levantó el abogado de mi tío  a defenderle,  aunque no hay nada que defender.

Mi tío no paraba de mirarme,  sigo pensando que me quería ver muerta. Nos tiramos más de tres horas con el juicio hasta que el juez se levantó y dijo :

—De acuerdo con mi veredicto,  declaro a Paco Rodríguez ... CULPABLE. Así Silvia Rodríguez pasará a estar bajo la tutela de Carlos Rodríguez.


La vida es injustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora