Capítulo 7:El Parque

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—En fin,  ¿por donde íbamos?

—Lo que le he contado sobre mi tío.

—Ah cierto,  escucha a veces la gente se pone nerviosa y no sabe controlar sus emociones.

—Iba borracho.

—En ese caso,  apuntaré lo de la casi agresión hacia ti,  así el juzgado sabrá si llevarte con ellos o ponerte en una casa de acogida.

¿Qué? ¿Una casa de acogida?¿Un juicio? Ahora si que la cosa se va a poner interesante.

—Oye tengo otros asuntos que atender,  ¿porque no vas con Carlos? Y así te relajas un poco.

—Vale.

Salí del despacho cuando,  vi a Carlos hablando con Luis,  no se porque me da que son muy buenos amigos,  aunque a mi Luis no me caiga tan bien. Me dirijo hacia él,  me ve y me abraza:

—Hola peque, ¿estás bien?

—Si... Supongo.

—¿Estás segura? No se te ve muy convencida.

—Ha sido duro recordarlo todo.

—Imagino que si,  oye que te parece si vamos al parque que hay cerca de aquí, ¿eh?

—Oh si me encantaría.

Me coge de la mano y salimos,  en el camino al parque se le veía feliz y eso no se porque pero me alegraba por dentro,  supongo que sabiendo que es el hermanastro de mi padre,  me recuerda a él.

—Bueno ya estamos,  me sentaré en este banco y te observaré jugar, ala diviértete.

Fui a los columpios a balancearme,  pero como no sabía le pedí a Carlos que lo hiciera.

—Más alto.

—¿Qué tal así?

—¡Más alto!

No me había sentido tan bien y tan feliz desde la muerte de mis padres. Incluso llegué a imaginar que Carlos era papá,  y comencé a llorar y Carlos paró y me preguntó.

—Oye si te he balanceado demasiado deprisa,  lo siento.

Y le abracé,  no era por eso por lo que lloraba,  les echaba tanto de menos que no podía aguantarlo.

—No es culpa tuya.

—¿Entonces?

—Les echo tanto de menos y esto me ha recordado a ellos.

—Perdona, mi intención no era hacerte llorar.

—No lo has hecho,  has hecho que sonría y que me haya sentido feliz. Gracias.

En ese momento me abraza con más intensidad,  también comenzó a llorar,  supongo que las lágrimas se pegan como el bostezo.

—Bueno es tarde,  tenemos que volver,  ten un pañuelo.

—Vale,  gracias.

Deberas deseaba con todas mis fuerzas que Carlos cuidará de mi pero como dicen soñar es gratis.

Antes de llegar vimos humo donde la comisaría,  Carlos me cogió y salimos corriendo hacia allá,  cuando llegamos resultaba que hubo un incendio.

Carlos le pregunta a Luis que ha pasado,  y dijo que no sabía el porqué pero el jefe seguía dentro,  y ahí fue cuando Carlos se aventura a meterse dentro, claro me soltó antes de meterse pero fui detrás de él.

Todo estaba lleno de humo,  no se veía nada y no paraba de toser,  veía gente tirada en el suelo pero no se si estaban vivas o muertas,  alrededor de todo el humo distinguí una figura,  era el jefe,  eso quería decir que Carlos le había sacado.

Pues no,  salió el solo y no encontraba a Carlos, comencé a chillar:

—¡Carlos donde estas!

No podía escuchar nada más que la gente toser mientras avanzaba,  me fui a donde estaba el despacho del jefe para comprobar que Carlos estaba allí,  efectivamente estaba allí.

—Carlos dios mío,  venga voy a sacarte de aquí.

—No,  salvate tú.

—Venga levántate.

 Con la poca fuerza que tenía hacia lo que podía para sacarlo,  aunque no era nada sencillo,  entre el humo,  la gente tosiendo y que no se veía nada íbamos apañados. Y de repente se cae el techo delante de nosotros.

—¡Silvia,  cuidado!

La vida es injustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora