—Me sentí tan llena por dentro, era feliz.
Han pasado 6 años desde ese día, soy una adolescente de 14 años, he notado muchos cambios tanto físicos como psicológicos.
Ya voy al instituto con María y conocimos a Emily, otra amiga, aún seguía recibiendo bullying por parte de mi clase pero ya ha ido al director varias veces. Pero era como ir al baño a mear y no echar gota, una gilipollez de las gordas.
Al menos Carlos me entiende y me protege, cuando les digo a los matones que vendrá mi padrastro se retiran y me hace parecer fuerte, aunque no voy a poder depender de él siempre.
Estaba en mi cuarto después de venir del instituto, Carlos llama a la puerta.
— Hola peque, ¿qué tal el día?
— Bueno como todos los días.
— ¿Te han hecho algo hoy?
— No, estoy bien.
—¿ Segura? No me hagas lo de la última vez.
—¿ De qué hablas?
— Ya sabes, cuando me dijiste lo mismo pero te ví con un moratón en la pierna.
— Ah, ya me acuerdo. Esta vez lo digo enserio.
Me empezó a hacer cosquillas, la verdad que por el cuello y por los pies es donde más tengo, comencé a reir y a suplicarle que parara.
— Carlos, para tengo cosquillas.
— Lalala, no te oigo.
— Que malo eres, ni siquiera me dejas que me defienda.
— De eso se trata.
Entonces le empujé y me puse encima de él y le aplasté.
— He ganado.
— Has hecho trampa.
— Tú si que has hecho trampa.
— Te quiero mucho peque.
— Yo también.
Nos quedamos unos minutos así hasta que se levanta, me acaricia la cabeza y se va, entonces me centré en hacer los deberes y hacer que estudiaba. Me llegó un mensaje de María diciendo que Emily estaba en el hospital porque los matones la habían pegado una paliza y la dejaron con heridas graves. Rápidamente se lo dije a Carlos y fuimos al hospital. Cuando llegamos María ya estaba allí con Emily, se me encogió el corazón y rompí a llorar.
–Silvia, no llores no pasa nada.
–¡QUE NO PASA NADA! ¡MIRA COMO ESOS HIJOS DE PUTA TE HAN DEJADO! ¡LOS VOY A MATAR!
En ese instante Carlos me agarra de tal manera que no me pueda mover, yo forcejeaba pero él no me dejaba.
–Silvia cálmate.
–¡NO! ¡SUELTAME!
–No me dejas otra opción.
Me tiró al suelo y me aplastó, casi me quedo sin respiración pero se quitó rápido sin dejar de soltarme. Me senté en una silla para recuperar el aliento.
–Perdona peque no encontraba otra manera de que te relajaras.
–No perdóname tú a mí me he precipitado.
–Ven aquí.
Y me envolvió en un abrazo mientras hundía mi cabeza en su hombro y me acariciaba la cabeza. María nos sacó una foto, a día de hoy sigo sin entenderlo.
–Vamos a hacer una cosa, yo que soy policía hablaré con mi jefe y Emily tendrá protección por parte de la policía.
–Tu jefe...
–Ya sé que no te cae bien pero es porque tu amiga este protegida.
–Ya...
–¿Prefieres que continúe así?
–No, a decir verdad no.
–Pues mañana iré y se lo diré a mi jefe. No te preocupes Emily todo esto pronto acabará.
–Gracias Carlos, eres una buena persona.
Nos quedamos unas horas más para hacerla compañía, después nos marchamos a casa a la hora de cenar. Yo estaba cabizbaja y Carlos se percató de eso. Al llegar a casa me hizo pizza, solo me comí dos trozos.
–Peque apenas has comido algo. Te preocupa tu amiga, ¿verdad?
–...
–¿Qué te parece si mañana después del instituto vamos a tomar el aire? Hace mucho que no salimos a pasear.
Le miré con ojos casi llorosos y me marché a mi habitación, él me cogió del brazo y me tiró hacia él. Le dí un abrazo muy fuerte mientras lloraba.
–Shhhh, Silvia todo estará bien.
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La vida es injusta
RandomSilvia sufre un trauma infantil cuando sus padres mueren en un accidente y se queda a cargo de su tío.