Capítulo 8:El Incendio

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—¡Silvia,  cuidado!

—¡Ah!

Casi nos da una tubería que empezó a echar un gas que parecía tóxico y en ese instante ambos nos desmayados. No sabemos cuanto tiempo pasó hasta que pudieron sacarnos pero poco no fue,  cuando quise abrir los ojos me encontraba en la camilla de un hospital.

—Agh,  me da vueltas la cabeza.

—No te preocupes es normal.

—¡Ah! ¿Quién es usted?

—Soy el doctor Juan,  tranquila no te asustes casi os perdemos allí,  habíais inhalado tanto gas que por poco no lo contáis.

—Espera eso quiere de ir que Carlos está bien, ¿verdad?

—Bueno relativamente.

—¿Cómo que relativamente?

—Verás él,  al estar más cerca de la tubería inhaló más que tú,  así que el está en peor estado pero sigue vivo,  tardará días en recuperarse.

Eso era un alivio para mi pero a la vez no¿Cabía la posibilidad de que Carlos se muriera? La verdad rezaba para que no pasará eso.

—Hemos llamado a tu tío para que venga a verte.

—¡QUÉ! ¡QUÉ HA HECHO QUÉ!

—Oh dios cálmate, no pasa nada no debes aumentar tu ritmo cardíaco o sino te desmayarás.

—¡ME DA IGUAL,  USTED NO SABE LO QUE ME HARÁ MI TÍO SI SE ENTERA DE QUE HE ESTADO EN UN INCENDIO Y CASI MUERO INTENTADO SALVAR A CARLOS! ¡LE HARÁ DAÑO A ÉL TAMBIÉN!

—Vale, vale le diremos que no estás despierta pero cálmate por fa...

De repente abren la puerta,  esperaba que fuera la enfermera a que me trajera algo de comer,  pero para mi desgracia no era así.

—Vaya vaya vaya,  mira quién tenemos aquí,  si es mi querida sobrina que se escapó con ese asqueroso hijo de puta de mi casa.

—Señor por favor cálmese.

—Cállate,  ¿sabes que voy a hacer contigo? Te voy a llevar al sótano y te voy a castigar por desobedecerme.

—Oiga eso es ilegal,  va en contra de cualquier derecho humano.

—¿CREE USTED QUE ME IMPORTA? ¡NO ME IMPORTA UNA PUTA MIERDA!

Y tira al suelo al doctor se gira hacia mi y me quita los tubos que me daban oxígeno mientras tanto el doctor llamó a seguridad,  esta tiró la puerta abajo y le saco de la habitación y el doctor se levantó a ponerme los tubos otra vez.

—¡NO TENÉIS NADA CONTRA MI! ¡NO TENÉIS NADA!

—Le llevaremos al calabozo hasta que haya un juicio.

—¡AH!¡TODO ES CULPA TUYA MALDITA NIÑA INSOLENTE!

—Dios mío,  menos mal que he podido ponerte los tubos a tiempo,  ¿Silvia estás bien?

Después de eso no recuerdo nada,  solo que se me nublada la vista y se volvía todo negro, al despertar Carlos y María estaban a mi alrededor llorando,  pensaban que había muerto pero al verme abrir los ojos ambos me abrazaron. No sabia que pasaba a mi alrededor.

—¿Peque estas bien? Di algo.

—Algo.

—Silvia esto es serio.

—Ya pero te he contestado.

—Lo que digas,  de todas maneras me alegro de que estés bien. Han pasado varios días desde lo de tu tío.

¿Enserio? Claro,  por eso Carlos esta aquí,  dijo el doctor que tardaría días en recuperase,  pero a saber cuanto tiempo a pasado. Maria no decía nada desde que abrí los ojos,  supongo que estará tan preocupada que no podrá no hablar. Pero a saber.

—María, no has dicho nada ¿Te pasa algo?

—Es que pensar que casi te mata tu propio tío es demasiado... Chocante.

—Si,  eso es cierto.

—Tienes que denunciarle.

—¿Qué?

—Tu amiga tiene razón,  no puedes permitir que esto pase más veces.

—Ya pero,  ¿y si viene a por mi cuando salga de la cárcel?

—Estaremos allí para ayudarte.

Tras mucho pensar y ver la situación,  decidí hacerlo,  no sólo era por mi,  sino también por mi prima y por mi tía. Tenía que alejarlas de ese monstruo y esta es la ocasión perfecta.

—Esta bien, lo haré.

La vida es injustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora