Parte 8 "La calma antes de la tormenta"

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Se durmió mientras él la abrazaba con fuerza. <<No sin antes susurrar, TE AMO FEDERICO>>

F: Después de más de 15 años de espera, consideraba que su matrimonio estaba oficialmente consumado, su esposa por fin, reconocía que lo deseaba y si lo deseaba es porque lo amaba, que glorioso había sido escucharla.
Se frotó la nuca con una mano e intentó pensar con calma. Porque, desde luego, no había pensado durante la noche. Llevaba mucho tiempo deseando a Cristina, y la noche anterior le había demostrado el motivo. Todo era distinto con ella. La forma en la que su cuerpo se amoldaba al suyo, la satisfacción que le provocaba su placer. Le Encantaba cómo lo miraba a los ojos y cómo le arañaba la espalda mientras experimentaba múltiples orgasmos. Le encantaba cómo gritaba su nombre. Lo habían hecho en incontables ocasiones durante la noche, presas de un deseo insaciable. Sin embargo, no había sido una noche alucinante solo por cuestiones físicas. Lo había sido porque habían conectado en cuerpo y alma. Porque Cristina le había permitido ver su vulnerabilidad, lo había acogido en su interior a pesar de no haber hecho promesa alguna. Le había dicho que lo amaba y ya su alma está tranquila, su mujer era solo suya, ya no había fantasmas en su matrimonio. <<se durmió sonriendo con Cristina pegada a su cuerpo.>> El día de mañana se veía muy prometedor, todo lo que necesitaba para ser feliz, estaba ya al alcance de su mano.

CAPITULO 8 LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA.
Ese mañana todo era distinto, los colores eran más vivos y el aroma a madera y tabaco del perfume de Federico inundaba sus sentidos. Tenía una sensación plena en su alma, lentamente abrió sus ojos y contemplo al hombre que tenia al lado, estaba profundamente dormido, su respiración era tranquila y su rostro sereno, era hermoso ¿Cómo no se había dado cuenta antes?, ¿Por qué se había negado a tocar su rostro?, <<se pregunto Cristina>> si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta del candor en sus facciones que parecían tan duras.

Lentamente, levanto su mano y deslizo sus dedos por su insipiente barba y descendió hacia su pecho, ese que tantas veces la había acunado mientras ella dormía. Ese hombre le había dado placer tantas veces que ella quería retribuirlo, quería sentirlo, degustarlo, hacerlo sentir lo que ella experimentaba cuando la tomaba con su boca y no le exigía nada, poco a poco fue descendiendo hasta saborearlo con la punta de su lengua, <<Eres tan grande, tan hermoso y yo te amo tanto, susurrando>> sus sentidos se abrieron a un mundo de posibilidades, su sabor era salado y su textura muy suave, milímetro a milímetro fue adentrándolo en su boca, subiendo y bajando, mientras el miembro de su marido crecía rápidamente.

Federico se encontraba en un profundo sueño, no quería despertar, sentía que todo lo que había pasado se desvanecería al abrir sus ojos y las sensaciones eran demasiado intensas para abandonarlas. En sus sueños su hermosa guerrera Cristina: recorría su cuerpo con sus manos diciéndole palabras de amor y su agonía era cada vez más grande mientras esperaba que ella lo tomara con su boca, <<ahhhh>>, era el cielo ver su hermoso rostro tan concentrado en lamer y succionar llevándolo a la gloria, era un sueño recurrente y su dulce boca lo trastornaba ¡Oh Diablos!

<<Aaah...>> jadeo mientras ella acaricia con la mano libre la parte interna de mis muslos, ahuecándola para tocar los rincones más íntimos, para juntar los testículos y el pene, para tocarlo todo a la vez, y me sujeta sin miramientos. Desesperado, entierro mi mano en la parte superior de su cabeza y enredo los dedos en su pelo. Es un pelo tan suave, y llena mi mente de fantasías, desde el primer momento que la vi. Cristina jadea un poco cuando lo encierro con el puño y luego tiro de él.
Chúpamela, acerté a decir, con una voz que resonó de forma extraña por la excitación, me tenía completamente loco. Si así Cristina...

El brillo travieso de la mirada de Cristina, que me observaba con esos ojos verdes, de mirada tan profunda, que me invitaban a invadir su mente a través de ellos, se transforma en una expresión de obediencia dulce y serena, al tiempo que entorna los ojos. Siento que se mueve bajo la mano con que le sujeto el cabello, tratando de alcanzarme.
Eres tan hermosa Cristina <<gruñí>>, mientras ella subía y bajaba con rapidez, imaginándome lo que sentiría si Cristina me envolviese el glande con el puño y lo rodease una y otra vez con aquella lengua fresca y suave, si, así, una y otra vez... <<Lancé un gemido>>. Más despacio <<susurré>>. Quiero que me provoques con la lengua antes de que me enseñes cómo te pones cuando me suplicas.
Saca la lengua y lame el líquido que allí se concentra, chupando con avidez, pidiendo más. Pero qué mala y avariciosa es... Me retiro hacia atrás y sigo deslizándome por entre sus labios antes de preguntarle: ¿Lo quieres?

No te vayas Aunque te lo pidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora