Capítulo 5. El humo en tus ojos

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Estaba parada delante de la puerta, apunto de tocar para entrar en la habitación de Lauren. Las manos me sudaban y mis piernas parecían tener vida propia mientras temblaban cual gelatina.
Respiré y conté hasta tres. 'uno...dos...y...medio...ya casi tres...tres' me dije a mí misma que a partir de allí sería toda seguridad y confianza. Lista para el ataque.

Toqué...nadie respondió. Toqué de nuevo y está vez Lauren gritó desde el otro lado.

-Adelante...-me indicó con su calida y aspera voz-

Al entrar me encontré con una habitación que sólo podía ser de Lauren Jáuregui. El morado, el negro y el vino eran los colores predominantes. Tenía pequeños focos colgados sobre el cabezal de su cama, la cual estaba llena de almohadas y muñecos de felpa. A pesar del ambiente indie que tenía, todo parecía en perfecto orden. Los cajones en su lugar, su librero con una basta colección, perfectamente acomodados en tamaño del más grande al más pequeño, y en su escritorio sólo yacía su ordenador portátil, un porta lápices y una libreta de dibujos. A pesar del hecho de que me sorprendía de que Lauren no parecía una adolescente caótica normal, me sorprendí más al darme cuenta de el tabloide con brillos y decenas de polaroids que estaba suspendida sobre el escritorio. Era Lauren haciendo caras, Lauren y Normani en la playa, Lauren y Ally en su uniforme de porristas, Lauren a los nueve años y yo junto a ella...

Recuerdo aquel día. Fue cuando sus padres le regalaron aquella cámara Polaroid que no soltaria en los dos meses siguientes, sin parar de capturar cada momento para la posteridad. Pero no es lo que más recuerdo de aquel día...en ese día Lauren y yo juramos ser amigas para toda la vida. Que ingenuas habíamos sido.

- Lo siento Camz...-dijo lauren sacándome de mis pensamientos -creí que eras mi madre.

Estaba parada en el balcón y caminaba hasta a mí. Toda ella olía a cigarrillos.

- ¿Te asusté? - había visto a Lauren fumar antes, de hecho yo estuve allí cuando lo hizo por primera vez.

Ella tendria unos doce años entonces, habíamos robado la cartera de su madre y huimos con ella hacía el jardín. Fue entonces cuando encontramos la caja hecha de plata en la que guardaba sus caros cigarrillos importados. Lauren tomó uno y lo puso entre sus labios, me dió uno a mi e hice lo mismo. Los encendimos y los tomamos entre nuestros dedos índice y medio, pretendiendo ser adultas totalmente expertas en la materia.

Por supuesto su madre lo había notado. Lauren decidió tomar la culpa total sin mencionarme. Fue castigada durante un mes y sus padres le hicieron prometer jamás volver a fumar. Claramente había roto esa promesa.

- Sí, un poco. Si se enteran de mi afición por los cigarrillos sabes que me matan. - respondió sonrojada-

- ¿como sabes que no te delataré? - le dije burlona-

Me miró directo a los ojos. Creí por un segundo que iba a desmayarme. Entonces me dijo muy seria...

- No hay nadie en el mundo en quien confie más que en ti - no había ironía ni humor en sus palabras. Estaba siendo totalmente honesta. Yo me estremecí un poco. Aún significaba algo especial en su vida. No supe que hacer con las mariposas que sentía revolotear en mi estómago y con miedo de abrir la boca y dejar una escapar, decidí limitarme a sonreír. Ella continuaba penetrando mi mirada con aquellos letales ojos suyos.

-Mejor empezemos ya - dijo desviando sus ojos de los míos y dando pie al estudio tomó mi libreta y observó mis apuntes- ok, empecemos por aquí.

Se sento sobre sus edredones blancos y me indicó palmeando su cama que tomara asiento junto a ella. Las malditas mariposas no me dejaban en paz.

La siguiente hora tuve que escucharla atentamente, mientras ella me explicaba ecuaciones que yo dominaba a la perfeccion.

-Tomemos un descanso Lolo...demasiada información y mucho que procesar -'que buena excusa, ahora seguro creía que era lenta'-

- Esta bien, tomate tu tiempo - me dijo dibujando una dulce sonrisa en sus labios, entonces se puso de pie y camino hasta su mini componente - ¿que música prefieres?-

- Ammm...escucharé lo que decidas. Sabes que me gustan tus preferencias -Repase esto en mi mente- en música, quiero decir.

Lauren me miró con confusión y luego divertida. Después se concentró en buscar en su playlist. Blue Jeans de Lana Del Rey comenzó a sonar en el fondo. Entonces camino hasta el balcón en aquella oscura y fría noche.

-Ven a ver la luna Camz. Es preciosa está noche - dijo desde afuera. La luz de luna se reflejaba su rostro. Era una imagen digna de ser retratada. "La chica mirando a la Luna" sería el título.

Caminé hasta ella y me uní para admirar la luna llena sobre el mar. En efecto, era perfecta. Todo en aquel momento lo era.
La brisa del mar se colaba debajo de mis ligeras prendas pero no era aquello lo que estaba provocandome escalofríos. Era la chica. Aquella parada a mi lado; con su cabello negro azabache ondeando al ritmo del viento mientras sus grandes ojos verdes se posaban en aquella luna lejana. La miré y entonces supe que nada, ni siquiera aquella luz lunar opacaria su belleza. Ella debió sentir mi mirada y se volvió con una sonrisa. Pudo ser un momento especial, pude haberle confesado mis sentimientos allí mismo, pude besarla sin más. Pero era cobarde, vaya que lo era. Quizás no fuera tan osada pero si algo me importaba verdaderamente era saber lo que estaba pasando con ella y no iba a quedarme con aquella duda.

-Lolo, esta tarde me mentiste- entonces su sonrisa se difuminó- despues de que Diego se fue, sé que no estabas bien. ¿Qué fue lo que te hizo? - pregunté consternada, ella me miró dudosa, suspiró y después de un rato miró nuevamente la luna.

-No es lo que el hizo Camz...es lo que yo no puedo hacer - me quedé en silencio y ella prosiguió - me pidió un compromiso estable durante la Universidad.  Incluso compró un anillo para mi. Me dijo que era el símbolo de una promesa para mantenernos juntos después de la graduación.

Me quedé inmóvil. Este chico iba enserio.

-¿ y...que fue lo que le respondiste? - dije titubeante, no estaba segura si me iba a gustar la respuesta.

- lo único que podía...-'que haya dicho que no, porfavor, porfavor...' pensé en mis adentros - que no podía asegurarle algo tan incierto como el futuro. Esa es una ilusión que él no se merece.

Casi chillo de emoción. Dios, espero que ella no lo notase. Y justo cuando creí que esto no se podía poner mejor...

- Entonces, le pedí que nos dieramos un tiempo -me dijo encogiéndose de hombros.

Estaba apunto de hechar a reír como una maniática. Pero la seriedad del momento me obligó a guardar compostura.

-No lo entiendo ¿Estás confundida sobre él? - pregunté lo más serena que pude.

- Estoy confundida sobre mí. A ti no te puedo mentir, jamás he podido- y por primera vez desde el comienzo de esta charla me miró- Y siendo sincera, hay veces en las que no se lo que quiero o...a quien quiero.

The good girl (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora