Capítulo 20.

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|El comienzo de una pesadilla|

Martín.

Catrina me dijo que me amaba. ¿Estaba dormido aún o eso en verdad sucedió?

—¿Me amas? —pregunté confundido sin poder creerlo.

—Sí y mucho. —dijo con miedo. Parecía que le atemorizaba amarme.

Le di un beso en la frente y ella se recostó en mi torso. La apreté con fuerza.

—Mi ángel. —susurré.

Sé que es increíble amar a alguien tan rápido, pero era inevitable no amarla al instante de conocerla. No sé en qué momento sucedió pero me perdí completamente en ella.

Dejé a Catrina en su casa y me fui al hospital porque tenía turno. No quería despegarme de ella pero el deber me llamaba.

—Buenas tardes. —saludó una enfermera.

—Buenas tardes. —respondí sonriendo y fui hacia mi oficina.

Al entrar encontré a Alicia sentada en la camilla. ¡Qué pesada!

¿Qué había hecho yo para merecer eso?

—¿Que haces aquí? —pregunté cansado de ella.

—Necesito una consulta, doctor. —dijo con una sonrisa coqueta. Rodé los ojos con fastidio.

—Entre tú y yo no hay nada y quiero que te quede muy claro. Terminamos y no pienso cambiar de decisión. ¡Entiéndelo de una buena vez! —expresé bastante enfadado.

—¿Es por ella?

—¿Qué? —pregunté confundido.

—¿Es por esa tonta colegiala que me estás dejando? —preguntó alterada.

—¿Cómo sabes de ella? —pregunté ingenuo.

—Sé todo sobre ella. Al parecer te estás divirtiendo mucho con una menor de edad. —dijo lo ultimo con mucha malicia y no me agradaba.

—¿Y qué tiene? —la reté.

—Es un delito y se puede denunciar. —era tan cínica. Alicia me miraba con desprecio y mucha desesperación.

Me asustaba su expresión. ¿Cómo pude llegar a salir con ella?

—No me amenaces y vete que tengo mucho trabajo. —dije sin darle importancia a sus juegos estúpidos.

—Es una advertencia. ¿Qué crees que pasaría si se dan cuenta que tuviste relaciones sexuales con una inocente niña? —abrí los ojos con asombro.

¿Cómo diablos sabía eso?

Moría de ira e impotencia. Catrina era una niña y obviamente lo que sucedió entre los dos era un delito ante la autoridad.

Le di un puño a la pared y Alicia se rió.

—Te doy tres días para que termines con esa colegiala o te prometo que te refundiré en la cárcel. —dijo y yo reí con amargura.

—¿Crees que me asustas? —pregunté burlón—. Por ella soy capaz de lo que sea. —ella frunció el ceño.

—No me hagas tomar medidas severas. —permaneció seria—. ¿Y si la única lastimada es ella?

—¡No te metas con ella! —advertí.

—No me tientes que soy capaz de matarla por ti. —era una verdadera loca.

—Aléjate de mi vida. —pedí impaciente.

—La voy a destruir y el único culpable serás tú si no terminas con ella. —advirtió—. Martín, me conoces y sabes que soy capaz de lo que sea.

»Si te vuelvo a ver con ella te prometo que la mataré. —dijo antes de irse.

Sabía que estaba hablando en serio y por eso me enfurecía tanto. Alicia era capaz de todo y hacerle daño a Catrina no le era muy difícil.

—¡Maldita vida! —grité tirando todo lo que había a mi alrededor.

Enamorada de un doctor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora