Capítulo 25.

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|La peor noche|

Catrina.

Estaba destrozada. Llegué al instituto y lo primero que hice fue encerrarme en el baño a llorar. Sentía una picazón en el pecho y me dolía muchísimo el estomago.

¿Así se sentía que te rompieran el corazón?

Se me fue el día llorando y pensando en mil bobadas. Me sentía tan poco y odiaba haber sido parte de un vil engaño.

¿Cómo pudo engañarme?

Cuando me miraba; cuando sus ojos estaban sobre mi la vida era más fácil y más linda, sentía que me amaba y que yo era perfecta para él.

¿Cómo pudo mentirme?

Mis ojos están hinchados y mi corazón destrozado. En poco tiempo conocí el amor y poco tiempo después la decepción.

Quién amaba no me amaba.

Me sentía sin alma y no me importaba parecer desesperada o exagerada. Estaba muriendo y sentía que me faltaba un pedazo de mi.

¿Por qué a mí?

Jamás tomé nada que no fuera mío. Siempre había intentado ser sincera y mis mentirillas eran tan blancas que no lastimaban a nadie.

¿Qué había hecho para merecer ese dolor?

No se lo deseaba a nadie.

Llevaba en ese baño toda la tarde y estaba cansada. Mi vida había pausado.

Me quedé dormida en el frío y sucio suelo del instituto. Abrí mis ojos y volví a la cruel realidad.

Mi mundo se cayó en pedazos de nuevo, suspiré y sin energías me paré del suelo y salí del vinculo hecha un desastre.

Mi cabello despeinado, mis ojos hinchados, mi uniforme desorganizado y mi vida destrozada, no sentía mis piernas y deseaba comer lo que fuera.

Lavé mi cara con rapidez y sin ganas arrastré mi mochila fuera del baño. Me sorprendí al ver todo oscuro: había anochecido.

El vigilante me miró extraño cuando decidí salir. Todo era oscuro y era muy extraño caminar por ahí tan tarde. Estaba desorientada y no tenía idea de qué horas eran. ¿Acaso era de noche o era de madrugada?

Tenia frío y me causaba temor no ver personas en la calle. Los ruidos nocturnos me aterrorizaban mucho más. Saqué mi celular para ver la hora y los mensajes pendientes.

Doce llamadas perdidas de Martín y las diez en punto. Tampoco era tan tarde.

Apagué mi celular y aunque quería seguir llorando no pude; no me quedaban más lagrimas y me dolía la cabeza.

Los árboles rugían por el viento y mi camino se hacía más largo. Empecé a caminar más rápido.

Sentía pisadas tras de mi, estaba paranoica y mis piernas fallarían en cualquier momento. No me importó y seguí caminando más rápido que antes.

Volteé y vi una sombra.

¿Qué más me merecía?

Alguien tomó mi brazo con suma fuerza. Me quedé perpleja ante tal acción.

—¿Que hace una chica tan linda en un lugar tan solitario como este? —me preguntó un tipo extraño y asqueroso.

Jamás lo había visto. Era demasiado alto y su piel era blanca como papel, tenía ojeras muy marcadas y sus ojos negros me hacían morir de miedo.

Era muy sospechoso y no me generaba nada de confianza.

—¡Auxi... —sin autorización puso su mano sobre mi boca y me arrastró a los árboles. Mi corazón quería salir de mi pecho y ahora sí había perdido las esperanzas por completo.

—Te prometo que hoy tendrás la mejor noche de tu vida. —susurró en mi odio apretándome a su cuerpo.

Enamorada de un doctor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora