Capítulo 28.

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|Con el alma rota|

Martín.

La llamé muchísimas veces y seguía sin contestarme. Ignoraba cada uno de mis mensajes y no lograba verla a la salida del instituto.

¿Que había pasado con Catrina?

Parecía que la tierra se la hubiera tragado, habían pasado dos semanas desde nuestra ruptura y yo no podía seguir normalmente con mi vida.

Me era imposible dormir y comer. No podía concentrarme en el trabajo y lo único que hacía era pensar en ella. No sabía si Alicia cumplió su promesa y le había hecho daño.

Jamás me había sentido tan preocupado por alguien. Me odiaba profundamente por haberle hecho daño.

Me duché y finalmente decidí ir nuevamente a su casa. Había ido una semana antes pero no tuve suerte para encontrarla. Ni siquiera su madre abrió la puerta.

Necesitaba verla y confesarle absolutamente todo. Los días que pasé sin ella fueron una real tortura y no podía continuar sin ella.

No quería estar sin ella. Catrina le dio color a mi vida y no podía dejarla ir. Lucharía contra todos por estar a su lado.

Ya nada me importaba. Ahí estaría yo para protegerla de todos y de todo.

Me dirigí a buscarla para enmendar mi gigantesco error. ¿Por qué actué como un imbécil?




Llegué a su casa y todas mis esperanzas se fueron al piso. Me quedé sin aliento y no pude darle crédito a lo que mis ojos estaban viendo.

Me bajé del coche con rapidez y corrí hasta la entrada de la casa. Suspiré cayendo de rodillas al suelo con el corazón destrozado.

Ahora si estaba jodidamente perdido.

—No puedes dejarme. —susurré incrédulo frente a la casa vacía. Esta tenía un gran letrero en la ventana que decía: SE VENDE.

»Sin ti no puedo vivir. —dije sintiendo como mi voz se cortaba. Y sin darme cuenta luego de muchos años sin hacerlo; comencé a llorar como un pequeño niño desolado.

Era el fin.

Enamorada de un doctor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora