Carta pérdida en Verona parte ll

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Tan fuerte como como el sol, siento tú corazón.

Arropada en el sonido de voz
Se para el tiempo y yo
siento corazón
El mundo sigue y solo estamos y yo.
(...)
Es como una droga, hay quienes mueren y otros que llegan hasta el infinito

★★★★★
8
Amor (feat. Clara) Porta

Mcqueen

Como definir ese sentimiento cuando viste las lágrimas de una persona como él, como Francesco Bernuli, sabías que eran pues sus ojos no mentían, te veía y por un segundo quedo en shock para luego tallarse los ojos como si tuviera una mancha extraña y asquerosa, no dio explicaciones y de nuevo se interno en el laberinto casi como si corriera queriendo escapar de algo.

Tú te quedaste paralizado ante ello no sabías si ir tras él o simplemente alejarte te quedaste así por más de dos segundos y al final decidiste hacer lo contrario a lo que se hubiera esperado lo dejaste, dejándole tú pañuelo en una de las bancas que estaba cerca y decidiste dejarlo.
Mira cuál era la alegría tus amigos, de nuevo t abandonaron en la fiesta, grandioso equipo.
«De verdad un gran y confiable equipo», pensabas con sarcasmo
Tomaste tu billetera y pediste un taxi que te devolviera al hotel no sin antes caminar por las calles de Japón, era curioso como aún de noche parecía todo muy igual, pero peor aún como como te sentías tan solo estando entre tanta gente y solo recordando esa escena.
Cuando decías que te recordaba algo y que te parecía conocido era ese momento cuando fuiste a tocar en aquella fiesta.

En aquel salón días antes del 14 de febrero, aquel día cuando viste a ese amigo que afectaría de tantas maneras tú vida.
Solo recordabas una figura infantil pero varonil, blanda pero fuerte, cabellera chocolate algo descuidada y ojos almendra, verdes y cautivadores, un diamante en bruto.
Y ese puente que ahora sabías que estaba cerrado y que unos cuantos candados más lo podrían tirar lo querías volver a visitar y encontrar ese candado.
Han pasado unos 20 años y lo sabías pero querías verlo por ti mismo.

La leyenda te había traicionado, no siempre con quien hacías la promesa se mantenía a tú lado.

Llegaste al hotel y no te gustaba el silencio que venia de él, pues ni siquiera la luz de la habitación quisiste prender, ya era demasiada la luz de los anuncios neón que provenían de a fuera para ver.
Te sentaste en el sofá un rato para admirarlas, de des ajustaste la corbata y pronto recordaste la carta que le habías quitado a Francessco.

7 de noviembre de 1994

Hola
¿Cuanto tiempo, no te parecé?
No me has escrito en todo este tiempo y comenzaba a preocuparme.
¿Estas bien?
¿Comes bien? Hace un tiempo me dijiste que no podías comer bien a pesar de que eras un glotón.
¿ padrastro ya dejo de golpearte? Espero que , solo tratas de cuidar a madre y el que te haga eso me hace sentir pésimo.
¿Tus ataques los has podido controlar?
De verdad me preocupas, odio no poder teletransportarme para estar contigo y darte un abrazo.
Por que nos distanciamos tanto?
¿Qué te dije para eso?
No tengo idea, quiero que sepas que aún eres el mejor amigo que puedo tener.
Así que planeo esforzarme más y verte alguna vez de nuevo cara a cara, se que parecé un deseo tonto pero ya te extraño.
Con todo cariño.

Mcqueen.

Tú nombre.
Estaba TÚ nombre en una carta para él ¿Quien demonios era Francessco Bernuli?

★★★★★

Francesco
Te metiste de nuevo a los laberintos querías estar solo y al parecer Mqueen lo entendió pues no te siguió, y eso en parte lo valoraste, tomaste de nuevo el camino de regreso y viste el pañuelo lo tomaste, de verdad era de él, su fragancia no era igual, no era el perfume si no algo ajeno a el, algo más allá, más simple, polvo y hojas viejas con olor a naranja, ese aroma te traía recuerdos.

Lo tomaste y te lo metiste al bolsillo, como era de esperar la puta que había ido contigo se había ido con otro como era de esperar.
Tomaste tú auto y solamente condujiste hasta llegar a tú casa en Portocorsa, la casa que era de tú madre, tomaste aire.

Era fácil estar orgulloso cuando ganabas más que cuando perdías y lo que paso a continuación te sorprendió.

El viejo Miguel, tú madre y todas las personas que eran importantes para ti estaban ahí, esperándote a las 8 de la mañana con un pastel y un ánimo increíble.
El sentimiento de ello era solo increíble y no se podía describir, una carne asada con la familia y un día de piscina ¿Que más se podía pedir? Era un día de felicidad, de esos que nunca se repetirían, y lo que hacías era gozarlo, las ojeras de la noche anterior estaban ahí y en parte te dolía quitarte tus camisas, había recuerdos de cortes horrendos que solo tú podías ver tan claramente, nadie más.

Tristeza y agonía, mucho de eso para solo esas pequeñas horas.

Después de eso llevaste al viejo Miguel de vuelta a Roma y de paso te quedaste en Verona, pasarías a la casa de Julieta.
Era ridículo sorpresa hombre llevar una carta para Julieta y pasar por esos lugares de novelas románticas, pero no podías negar lo hermoso de Verona.

Llegaste al atardecer, y el paisaje era sin igual y ahí una sorpresa encontraste de nuevo perdido a un pequeño punto dorado y sonreírse ladinamente

- Vaya Mcqueen parecé que es una costumbre tuya el perderte
- ¿Tú de nuevo?
- Hires mis sentimientos deberías ser más amable con quién te a ayudado ¿No te parecé?
- No estaba perdido, solo paseaba
- ¿Vaya y porque no me hablaste?
- No era necesario -respondió haciendo un puchero que lo hacia ver adorable a tú parecer
- Estas en mi Belisima Italia y nadie mejor que Francessco para mostrartela
- ¿Y porque tú? Cualquier Italiano o guía podría saber de ella
- Mmm te propongo un trato -dijste acorralándolo- Dame esta noche, solo esta noche para mostraste por qué solo puede ser Francessco y te aseguró que después no me dejarás ir, además ¿Que es una noche?

Mcqueeen

El tenía razón ¿Que era una noche?
Si a caso unas 8 o 9 horas
- Acepto el reto

Además que podías perder, solo podrías ganar, por que querías descubrir quien era él.

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