¿Quieres casarte conmigo? (Reto de Noviembre)

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Fue hace siete años, justo hace siete años. Y Julio lo sabía, lo recordaba a la perfección aunque no quisiera hacerlo.

Todo el día trato de no darle la importancia a la fecha, alejar a ese molesto pensamiento pero no logro más que sumirse en una gran melancolía.

Al llegar a la casa en la noche, con los ojos ya llenos de lágrimas, simplemente se dejó caer en la cama y su subconsciente paso a dominarlo. Y aunque le dolió, le hizo recordar todo.

Hace siete años el tenia veinte y acaba de conocer a la que el aseguraba seria la chica de su vida. Era Evelyn, una dulce jovencita de su misma edad con quien solía hablar todos los días en persona. A veces iban a caminar bajo la luz radiante del sol u otras, a resguardarse de la helada lluvia en cafeterías. Todo esto pronto termino por hacer efecto en Julio. Cayo presa del amor, sin oponer resistencia.

Pronto se hicieron novios y la relación avanzo para bien. Justo en el mejor momento, a Julio se le ocurrió pedirle matrimonio. Siempre había soñado con casarse y lo lograría con la chica que tanto amaba. La invito a un restaurante elegante a las ocho de la noche, y la espero ansioso con el anillo guardado. Pero ella jamás llego.

Evelyn murió en el camino en un accidente de tránsito.

Y hoy se cumplían siete días de aquel fatídico suceso.

Julio rompió a llorar. Mojo la sabana con su rio de lágrimas. Así estuvo por varias horas, recordando todo aquello que le hacía feliz y que ahora no era más que un mísero recuerdo doloroso.

Llegaron las tres de la noche y el seguía despierto, lamentándose de su perdida. Y entonces rompió el silencio sepulcral de la habitación y grito al vacío:

— ¡Evelyn, siempre soñé con vivir junto a ti! Yo solo quería preguntarte: ¿Quieres casarte conmigo? Y ahora viviré para siempre sin saber la respuesta, ¡Que cruel castigo!

Fue su extraña manera de desahogarse. La habitación estaba oscura y afuera hacia un frio terrible. Julio seguía tendido en la cama, cuando sintió una repentina brisa. Algo, aunque no sabía exactamente el que, había cambiado en la habitación. Comenzó a sentir escalofríos sin razón aparente. Y entonces alguien susurro:

—Tú sabes la respuesta.

Julio se sobresaltó en gran manera, mientras sentía como su corazón se aceleraba como un coche de carreras.

— ¿Quién anda ahí?—Pregunto Julio a la nada, esperando una respuesta proveniente de... ¿Dónde?

No hubo más que silencio. Ya tranquilo, pensando en que aquello fue producto de su imaginación, se levantó por fin de la cama y encendió las luces. Luego, se miró al espejo. Era un desastre.

Pensó, mientras se peinaba un poco, que lo más seguro era que pasaría toda la noche despierto viendo películas. Si, era una buena idea para pasar el mal rato.

Entonces, cuando se disponía a alejarse del espejo, apareció la cara de Evelyn reflejada por unos segundos. Julio grito despavorido. Era ella, y estaba sonriente. Su pelo castaño seguía igual como siempre, y sus ojos negros, combinados con la situación, parecían los de un ente maligno. Aun así, conservaba la belleza que la caracterizaba.

— ¿Quién eres...? ¿Evelyn...?—Pregunto Julio en un susurro.

—Soy yo—Le respondieron inmediatamente. La voz era la de Evelyn... ¿Pero cómo podría ser ella?

Julio, presa del miedo, salió corriendo de la habitación. Jamás había tenido un encuentro sobrenatural de ningún tipo y no le aficionaban las películas de terror. Pero hoy estaba viviendo la suya propia en su casa.

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