Es la primera noche que logro dormir sin problemas desde que me enteré de mi boda, suena ilógico y lo sé pero ni yo misma logro comprender.
A la mañana siguiente desperté y Eric no estaba a mi lado, miré alrededor y vi que mi equipaje estaba al pie de la cama.Miré el reloj y eran las 10 a.m. yo solía estar despierta desde las 8, así que me levanté apresurada, tomé algo de ropa de una de mis maletas y me metí al baño, necesitaba una ducha. No tardé mucho en estar lista.
Comencé a buscar a Eric por toda la casa pero no estaba por ningún lado, me metí al comedor y tampoco estaba entonces una voz me sorprendió.—¿Buscas a alguien? —dijo riendo al ver como di un pequeño salto.
—Me asustaste —dije riendo.
—Te ves linda —me dio un pequeño beso.
—Gracias, ¿por qué no me despertaste? —pregunté mientras tomaba asiento en las sillas de la barra de la cocina.
—¿Para qué? Anoche quedaste agotada —me guiñó un ojo, mientras se acercaba a mi para besarme un poco más.
—¿Ya desayunaste? —pregunté al separarme de él.
—No, te estaba esperando, vamos a la mesa —me condujo hasta el comedor y me senté quedando de frente a él.
Las empleadas nos sirvieron el desayuno y una de ellas se me acerco y me dijo —Bienvenida señora Coulter.—Gracias —constestéeducadamente.
Intenté hacer un poco de conversación —¿Irás hoy a trabajar?.
—No, ¿tan rápido te quieres deshacer de mi? —preguntó haciéndose el dolido.
Ambos nos reímos de los sucedido.
—No pregunto por esa razón... solo tenía curiosidad, pero ahora que lo pienso no se a que te dedicas —añadí mientras cortaba un poco de mi hotcake.
—Tengo una empresa que exporta materiales y aparatos clínicos y un laboratorio de medicamentos —me miró — ¿no te gusta tu desayuno? —preguntó al ver como comía todo por separado en vez.
—No es eso, es solo una manía que tengo desde niña, literal como todo por capas —me sorprendí por eso, nos estamos conociendo y me siento bien con él.
Mi desayuno constaba de unos deliciosos hot cakes con una miel de agave, frutos del bosque y unas rebanadas de tocino, acompañado de un jugo de naranja, el exceso de dulce atrajo a una pequeña abeja, lo que provocó que yo me alterara.
—Quítala por favor —decía manoteando y Eric solo reía —No es gracioso —con un pequeño frasco atrapó a la abeja.
—¿A esto le temes? —tenía una enorme sonrisa y moviendo el frasco.
—No hagas eso, se escapará.
—Es solo una abeja, tranquila Pau.
—Solo soy preventiva, imagínate que me pique y haga un drama peor que este, no me aguantarías — llevando un bocado a mi boca, Eric solo reía.
—Eres un caso particular, Paulina —acto siguiente tomó un poco de jugo —por cierto, empaca algunas cosas nos iremos por la tarde a Florencia.
—¿Estas hablando enserio? —pregunté emocionada.
—Si, veo que te agrada la idea.
—Claro que si amo esa ciudad, están hermosa.
—No más que tu —me dio un pico sabor miel —debes odiarme, dijiste arruiné tu vida —dijo de repente.
Lo miré un poco, así que me senté en sus piernas, posó sus manos en mi muslo descubierto mientras lo acariciaba —te equivocas no te odio, debo admitir que nuestro inicio no fue el más agradable, pero anoche decidí darnos una oportunidad para hacer que esto funcione.
Tras decir eso sentí los labios de Eric en los míos, teníamos una batalla de lenguas que poco a poco subía de tono.
Eric se separó de mi —Creo que aprovecharé esta oportunidad que me das, para conquistarte, lo bueno es que ya eres mi esposa —añadió sonriendo para besarnos de nuevo.
—Lo necesitaba —dijo cortando el beso —vamos a la recamara a preparar las maletas.
Me paré de su regazo para subir por las escaleras, yo iba delante de él y solo sentía su mirada en mi trasero, por alguna razón me gustó.
Al llegar a la habitación tomé mis maletas y empecé desempacar, necesitaba saber que llevaría a Florencia. La mayoría de mi ropa eran vestidos cortos, escotes y faldas, Eric empezó a examinar la ropa que yo sacaba.
—Ni loca llevarás esa ropa, allá compramos más —exclamó Eric tomando un top mío que apenas me llegaba por encima del ombligo.
—¿Pero que tiene de malo mi ropa? —me extrañó demasiado su comentario.
—Es muy corta y de ningún modo la volverás a usar —siguió analizando cada prenda.
—No es verdad, con este tipo de ropa me conociste —me sorprendía de la reacción que tenía, ni siquiera mi padre había podido cambiar mi forma de vestir y mucho menos lo haría el —y devuélveme mi arete.
—No, no te lo devuelvo, no me gusta como se te ve —rodé los ojos.
—No me importa, tengo muchos más —me burlé guiñándole un ojo.
—Pues yo me encargo de que no te lo vuelvas a poner —contestó retándome.
Eric tomó una pequeña maleta y solo puso 4 de mis vestidos que según el eran los mas decentes, era bien absurdo esto, así que le daría una reacción absurda.
—Cambié de opinión, no quiero ir —me paré enfrente de él cruzándome de brazos.