A la mañana siguiente me desperté y a mi lado estaba dormido mi esposo, se veía tan relajado así que lo miré detenidamente.
En definitiva, tenía un hombre muy guapo.—Si tomas una foto durará más —di un pequeño respingo al oír su voz ronca.
—Oye me espantas —golpee un poco su hombro, en eso con una maniobra me pone encima de él.
—Buenos días, acosadora —esboza una sonrisa que me derrite el corazón.
—Buenos días grandulón, te recuerdo que me debes un guardarropa nuevo —al finalizar mi comentario siento como su pecho vibra por la risa que me regala.
—Entonces tienes 3 segundos para salir corriendo a bañarte o nos quedaremos en cama todo el día —siento como sus manos me recorren toda la espalda desnuda y posa sus manos en mis nalgas.
No tardé nada en salir corriendo al baño porque conociendo a Eric y no hacía caso nos quedaríamos en cama todo el día, aunque esa idea no suena nada mal.
Ya en la regadera, sentí las manos de Eric rodearme la cintura y sentir todo su tamaño detrás de mi, tardamos aproximadamente 30 minutos en salir de la ducha, ya que estuvimos entretenidos en otra cosa que en bañarnos.
Al salir de la ducha le pregunto a Eric —¿Este o este? —enseñándole dos vestidos que me dejó traer.
Eric entrecerró los ojos analizando los vestidos —el azul —se decidió por uno sencillo pero lindo, me llegaba arriba de la rodilla y era de tirantes.
Al terminar de arreglarnos salimos a comprar mi ropa y a pasear por las calles de Florencia.
—Eric —lo llamé —¿vienes mucho a Europa?
—No mucho, como una vez cada cuatro o cinco meses, pero todo es por negocios —me contesta un poco desinteresado.
—¿Tienes tus laboratorios aquí?
—Si y no, tengo una planta en Berlín pero también soy inversionista de una gran cadena de hoteles —lo volteo a ver impresionada —de hecho en el que estamos hospedados es uno de ellos.
Me quedé callada, realmente no lo conocía.
Al llegar a nuestro destino, recorrí muchísimas tiendas y Eric iba detrás mío, claro siempre checando que la ropa que escogiera fuera decente.
Compré mucha ropa, en su mayoría vestidos ya que los solía usar con más frecuencia, al lado de una de las tiendas de ropa se encontraba una joyería, me detuve a ver el aparador y me quedé helada al ver una joya muy familiar.
—No puede ser el mismo —musité anonadada, Eric no entendía que pasaba.
—¿Qué te sucede? ¿Estás bien?
No respondí ya que seguía viendo el objeto.
—¡Contesta mujer! —exigió Eric al borde de la desesperación.
—Ese brazalete se parece mucho a uno de mi madre —mi voz colgaba de un hilo.
—¿Pero por qué te pones así? —Eric estaba preocupado y extrañado por mi reacción.
Sin decir nada entre a la joyería con Eric detrás mío.
Le pedí a la encargada de la joyería que me mostrara el brazalete y amablemente lo hizo, lo examiné minuciosamente y me di cuenta que no era un brazalete parecido, este era el brazalete que perteneció a mi madre.Era un brazalete Art Deco de Cartier con diamantes 1911 - 1940, pero este tenía una peculiaridad en el broche, una minúscula letra L que mi padre había grabado para mi madre, esa letra era la inicia de su nombre.