Sonreí al ver a JungKook entrar por la puerta de aquél cuarto donde me mantenían encerrado conectado a raras máquinas.
-Hola, hyung. -Susurro, y aunque él no quisiera que lo notara, ví como las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Es verdad que aunque no parezca, nos se llevábamos muy bien. Él era como un hermano para mí, al igual que yo para él uno mayor. -¡Ah! Hyung, traje lo que me pidió. -Susurró, buscando en su mochila las galletas que tanto le pedí.
-JungKookie~ Muchas gracias -Sonreí, tomando las galletas entre mis manos.
Un silencio se formó en la sala, mientras yo lo miraba, podía notar su nerviosismo.
-¿Él no vendrá, cierto? -Dije en un hilo de voz
-N-no lo sé, t-tal vez sí. -Observó la puerta semiabierta. Estaba mintiendo.
-JungKook, me haces más daño mintiendo. D-dime la verdad, p-por favor. -Las lágrimas ya caían por mis ojos, el sentimiento era horrible, sentía que podía con el dolor del cáncer, pero no con el dolor que me provocaba Min Yoongi.
-Él dijo que no vendría a ver a alguien tan egoísta como tú. -Volvió a hablar en un tono bajo.
Mi mundo se derrumbaba de a poco, y sólo por Min Yoongi.
Ya daba igual morir o no, lo único que llegaba a darme las suficientes fuerzas para luchar, era él, y aunque mis padres también cuentan, no era suficiente.Por favor, armys, no se maten tanto rezando.
No vale la pena.