Capítulo ocho

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Jensen no había podido dormir en toda la noche, se sentía estúpido, no sabía porque no había podido controlar sus impulsos, ni siquiera le había dicho lo que sentía a Amara, tal vez ella pensase que lo que había pasado en la noche, no era nada más que venderse, como la había sacado del burdel...

Amara dormía plácidamente a su lado, la observo por unos segundos, podría estar así por horas, viendo como dormía la chica que amaba, pensando en como seria despertar cada mañana así. El sonido del teléfono lo devolvió a la realidad, se levantó con cuidado para no despertarla y salió de la habitación.

***°***

Al despertarse Amara se sintió un poco dolorida, recordar lo que había pasado en la noche le puso los nervios de punta, miró hacia el lado y se dio cuenta que estaba sola en la cama, por un momento había creído qué Jensen sentía algo por ella, pero al parecer no era así, vio la hora en el reloj que estaba sobre la mesita de noche y al darse cuenta de la hora se levantó de golpe.

Busco su ropa y recordó que estaba en el auto de Jensen, se acercó hasta el armario de éste y saco una camisa y unos boxers, se los puso y salió de la casa de Jensen sólo con su cartera, cruzó la calle corriendo y entró a su casa, esperaba que los vecinos no la hubiesen visto vestida así saliendo de la casa de un hombre.

Fue hasta su habitación y se metió a la ducha, se dio una ducha rápida y al salir se vistió con unos jeans, una blusa blanca y tacones negros, se arregló un poco y luego bajo corriendo las escaleras, cerró la puerta con llave y corrió hasta la parada de autobúses, sólo espero unos minutos hasta que pasó el autobús que la dejaba cerca de donde trabajaba.

Al entrar a la cafetería su jefa la estaba esperando, Amara la miró un poco asustada, tal vez la mujer la despediria, esperaba que eso no pasará, ya que este era uno de los únicos trabajos que le quedaba.

—Llegas tarde— dijo la mujer, Amara agachó la vista.

—Lo siento señora Popper— dijo a modo de disculpas.

—¿No pondrás alguna excusa?— preguntó la señora Popper.

—No, aunque podría decirle muchas, no lo haré— dijo ella, la señora sonrió.

—Entiendo, ve a cambiarte, ya es tarde— dijo la mujer, Amara levantó la vista y luego asintió, camino hasta la parte de atrás de la cafetería y se cambió de ropa, cuando estaba lista salió a atender las mesas en las que ya habían clientes.

Después de seis horas Amara volvió a casa, estaba feliz por qué la señora Popper no la había corrido del trabajo, por un momento había creído que se quedaría desempleada, pero eso no había pasado. Cuando llegó a casa fue hasta su habitación, quería descansar un poco, se sentía agotada, se lanzó encima de la cama y no se dio cuenta en que momento se quedó dormida.

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By: YazAguii.

Amara +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora