◆TRES◆

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Me encontraba sentado en una de las bancas de afuera del edificio, comía tranquilamente mi sándwich que mi madre había hecho para mí y escuchando a Justin Timberlake con mis audífonos puestos.
Volteé a ver si el moreno de las pestañas largas estaba debajo del árbol y sí, ahí estaba. Él estaba escribiendo algo en su libreta y también tenía sus audífonos puestos, los suyos eran morados, en cambio los míos eran de un aburrido color blanco.
Me preguntaba qué escuchaba, quizás le gustaba la misma música que a mí o quizá algo muy distinto. No podía dejar de verlo y volteó a verme, le sonreí pero él no me devolvió la sonrisa. Qué amargado.

No despegábamos las vista el uno del otro, me decidí por levantarme e ir con él para por fin conocerlo y saber su nombre, él por fin me sonrió pero no fue una sonrisa tan notable aunque a mí me pareció hermosa. Lamentablemente en mi camino se atravesó una persona impidiéndome llegar hasta mi destino.

—Hola Liam

—Hola Denisse

—Quería mostrarte algo

—No puedo ahora, mejor después—traté de apartarla con delicadeza pero ella se negaba

—Anda, vamos ahora, es muy importante

—Pero...

—Ven—me tomó la mano y me hizo caminar a donde ella quería.
Miré al moreno y él me miraba con tristeza y decepción, yo solo suspiré, mi única oportunidad para estar a solas con él y esta mujer me interrumpía.

Y Denisse solo quería que no le hablara ya que su "Quería mostrarte algo... Es muy importante" solo era el salón de computo.

...

Llegué tarde a mi primera clase, no me dejaron pasar por lo tanto me fui a la cafetería y me compré una empanada de pollo y un cappuccino. El profesor era muy estricto y si llegabas aunque sea un minuto tarde no te dejaba pasar ni aunque tuvieras un accidente.

Así que como no me quedaba más remedio me fui al árbol que ahora parecía mío y encontré al chico moreno ahí. Qué suerte.

—Hola—saludé pero no me contestó—¿Quieres?—le ofrecí de mi empanada

—No ¿que acaso no me ves?

—¿Qué tengo que ver?—fruncí el ceño

—Estoy gordo 

—Tú no estás gordo

—Lo que digas—me senté junto a él y pude ver que dibujaba un bonito paisaje—¿Podrías dejar de ver lo que hago?

—Dibujas estupendo, eres brillante—le sonreí y él me miró a los ojos, trató de sonreír. No dejaba de mirarme, estaba como inspeccionándome. ¿Sería que tenía un moco y no me di cuenta?
Cuando me fijé más en su cara me di cuenta que se le veía levemente un moretón en la mejilla. Se veía como si lo hubiera tratado de tapar con maquillaje.
Se dio cuenta que me fijaba mucho en su herida por lo que bajó la mirada y comenzó a guardar sus cosas.

—¿A dónde vas?—tomé su mano e hice que se lastimara, aún tenía heridas en sus manos

—No me vuelvas a tocar, tal parece que quieres problemas—me levanté encarándolo

—¿Contigo?

—No, con ellos—se dio la vuelta y fue hasta el edificio. Yo seguí comiendo mi empanada y tomando mi café como si nada.
...

—¿En dónde va a ser la fiesta?—pregunté a Giselle. Por primera vez estaba sola, siempre la veía con D y C.

—En mi casa—sonrió pero me mantuve serio—¡Oh si!, lo siento—anotó su dirección, su user de Facebook y su número telefónico en una hoja y me la entregó.

—Gracias, estaré ahí puntual

—Puedes ir antes, ya sabes, para divertirnos juntos—reí

—Claro, contigo siempre—le seguí el juego

—Sabes que es broma—me abrazó—pero si quieres puedes ir a ayudarme y te quedas hasta tarde a barrer

—Me iré temprano—miré al chico del árbol, estaba saliendo del baño y parecía que limpiaba sus lágrimas—¿Ya lo invitaste?

—¿A quién?—volteó a donde yo miraba—¿Al tonto Malik?

—Emm si

—Nadie lo quiere, es el suicida, jamás lo invitaría

—Parece ser buena persona

—Me da igual, nadie le habla

—Eso debe cambiar

—No se adapta, es raro

—Quizás pero es lindo

—No te metas con él, jamás te metas con un suicida.

Siguió hablándome de su fiesta y de lo buenas que se ponían siempre pero no ponía tanta atención, solo podía pensar en "Malik".
...

Me quedé a solas con el profesor de física, para que me explicara un tema. Media hora después salí y choqué con alguien. Era Malik, o como sea que se llamara.
Tenía los ojos rojos, varios moretones en la cara y las heridas de sus rodillas se volvieron a abrir puesto que tenía el pantalón manchado de sangre.

—¿Estás bien?—lo tomé del brazo con delicadeza

—Déjame—se soltó

—¿Cómo te llamas?

—Supongo que ya te lo dijeron

—En realidad no

—No importa como me llamo, no deberías estar conmigo—se fue corriendo y no pude dejar de verlo.

Y con eso me di cuenta que debía estar con él.

Siempre en mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora