Brillante

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Drabble | Todo público | Canon.

Resumen: era una fecha especial, y él no podía llegar con las manos vacías.

(Si me lo preguntan, tengo el día en mi cabeza y no es hoy~, solo lo publiqué para no perder la costumbre. Cuando oficialmente ponga en marcha el multichapter -del que ya tengo cinco capítulos-, me animaré a decir el día real~).

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El profesor Ciprés y su asistente Sophie simulaban seguir preparando el desayuno, porque su verdadero interés estaba fijo en el jardín. Daban avistamientos furtivos en aquella dirección.

Ambos conocían a Alain desde que era pequeño, solía ser un niño curioso que preguntaba por lo más mínimo; al crecer y a causa de las circunstancias, su actitud cambió, tendió a la parquedad y seriedad, pero tampoco duró para siempre. En el presente, en ligero contraste, les alegraba que poco a poco volviera a ser el que era antes de comenzar su viaje con Charizard, por entonces Charmander; sus respuestas eran extendidas y podía mantener una charla amena, sin mencionar que parte significativa del día estaba de humor y se debía a que Mairin y sus ocurrencias siempre le seguían de cerca.

Ahora, como si los papeles se intercambiaran, él iba tras ella. Sutilmente, procurando que no se percatase de que algo quería decirle y entregarle. No encontraba el momento a causa del par de miradas a sus espaldas.

"Y así no se puede", pensó.

Con mucho trabajo trató de ignorarlos, porque si se movía del lugar se vería sospechoso.

La pelirroja, ajena a su dilema y sentada a su lado, jugaba con los Pokémon que se reunían y de a ratos en sus ropas caían gotitas de agua a causa de los que chapoteaban en el lago frente a ellos. Estaba tan distraída que olvidó que solo minutos atrás estuvo preguntándose por qué Alain de repente había decidido acompañarla; normalmente entrenaría con Charizard, quien también se daba un relajo con el resto de su equipo.

El muchacho, sabiendo que despertaba sus dudas, suspiró con cansancio. ¿Para qué retrasarlo más?

De sus ropas sacó una pequeña cajita blanca y rectangular, cuyos lazos rojos se unían en un moño en la cara superior. Un regalo. En silencio la cedió; por supuesto, y no podía ser de otra forma, llamó la atención de Mairin.

— ¿Para mí? —Se señaló. Al recibir un asentimiento no tuvo reparo en tomarlo mientras una amplia sonrisa curveaban sus labios—. ¡Sí te acordaste!

—Estuviste repitiéndomelo toda la semana —dijo con cierta obviedad. Luego sonrió también—. Espero que te guste.

Retiró la cinta con cuidado y abrió la cajita ante las miradas curiosas de los Pokémon, sobre todo de los suyos que, buscando mejor visión, subieron a sus hombros. Sin borrar la ilusión de sus ojos caramelo tuvo entre sus manos un broche de plata; tenía como decorativo una flor amarilla del mismo material, la cual se asemejaba a la de su Flabébé.

Alain, días anteriores, se debatió mucho sobre qué elegir. Pues bien, ¿qué les gustaban a las chicas? ¿Qué le gustaría a ella en especial? Fue entonces cuando Sophie llegó a socorrerle y..., en fin, dieron todo un recorrido por la ciudad.

Cuando retornó a la realidad la vio colocándose el broche, que ahora sujetaba con firmeza los mechones que caían del lado izquierdo de su rostro. No evitó decirse que se veía muy bien.

—Es tan precioso y tan brillante... —dijo antes de abrazársele—. ¡Gracias, Alain!

El chico podía fácilmente diferir. Lo resplandeciente era la sonrisa que acababa de recibir.

—Feliz cumpleaños, Mairin.

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