Pesadilla

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One-shot | Todo público | Canon.

Resumen: La realidad se volvió una pesadilla y uno de ellos recién será consciente de que le afectará más de lo que se pintaba en un principio.

(Me la tenía guardada e inconclusa desde inicios de mes, si no mal recuerdo. Sí, sé que es mucho estando cerca de Navidad -no tiene nada que ver, pa' empeorar-, peeeero quise hacer mi versión de cómo sobrellevaron Mairin y Alain el rollo de Chespie. Después me pondré al día con la temporada, y al respecto me temo decir que siendo 19 de diciembre no he avanzado ni patatas. ¡Pero lo haré! Chasse cambio y fuera. =w=).

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Estuvo toda la tarde pensando al respecto, sin perder tiempo recurrió a Lysson, y su solución fue que no podía consentirse perder más tiempo.

Había tenido que reunir valor para estar ahí y ni siquiera estaba por librar una batalla. O quizá sí. Siempre consideró las luchas consigo mismo mucho más difíciles que contra otros entrenadores y sus Pokémon. Ante las primeras necesitaba respuestas satisfactorias y no podía mentirse sin ser consciente de estar haciéndolo. En el interior no habría quién creyera sus absurdas excusas.

Inhaló y suspiró despacio, retornando al presente. A medida que se cumplían los segundos, uno a uno, sentía la confianza abandonarle a zancadas. Casi no quedó esencia de ella para cuando posó los nudillos en la madera, pero golpeó.

Uno, dos, tres, cuatro segundos más. Sin respuesta.

Volvió a intentarlo. Cinco segundos, nuevamente sin respuesta.

"¿Habrá salido? ¿A esta hora?".

Insatisfecho, tuvo el atrevimiento de tomar la perilla la cual giró con lentitud. Salvo el resplandor verde que despedía el cuerpo del Pokémon de tipo planta en la cama, ni una otra luz le recibió, mucho menos un saludo de bienvenida de la persona que debiera estar en la habitación. Fue un prolongado e incómodo silencio que estuvo a punto de impedirle entrar, hasta que vio una silueta en una silla, recostada incómodamente.

Mairin.

Apretó los labios y una punzada tuvo lugar en su pecho. Apostaría que fue el llanto el que había terminarlo de drenar sus fuerzas.

Cerró la puerta a sus espaldas, sin hacer ruido, y camino con sigilo. La luz de la luna que se filtraba por la ventana le permitió distinguir que la muchacha no se había separado de su fiel compañero ni estando en el mundo de los sueños. Le sostenía una manita tal vez no con firmeza, pero sí con insistencia, y parecía ser lo único que la protegía de las pesadillas... si es que la que vivía no era una.

Una completa y maldita realidad hecha pesadilla.

Se sentó sobre el colchón y escondió sus ojos azules del exterior. Solo existía una salida, terminar de reunir la energía de la mega-evolución, así Chespie despertaría y Mairin volvería a sonreír. Era agobiante que no lo hiciera, no verla feliz otra vez...

Sus sentidos le alertaron cuando oyó un pequeño gemido. La pelirroja se removió y por un instante dio la impresión de levantarse. Alain aguardó sin decir palabra a que abriera los ojos; ello determinaría si podría despedirse antes de marcharse, pues poco antes del amanecer dejaría las instalaciones.

Las circunstancias fueron contemplativas y quisieron que fuese así.

Mairin entre la somnolencia, la pesadez de sus párpados llorosos y el dolor de sus brazos entumecidos, consiguió despertar. Al principio le desorientó no hallarse en su habitación; la confusión aumentó al ver el borrón verde cerca de la cabecera del lecho, y por último su expresión decayó al recordar lo ocurrido esa mañana. Se ahorró decir nada; la voz se le quebraría y lo que menos deseaba era oír su lamento. No lo consideraba apropiado, no cuando tenía gran parte de la responsabilidad como entrenadora.

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