La música me lleva...

34 4 5
                                    

1


Por fin es sábado, ya quería salir; esta noche iré a una discoteca y bailaremos como nunca. Necesito esa distracción de la vida, del pasado, de todo. Así que me alisto con un hermoso vestido que se adhiere a mi cuerpo perfectamente unos centímetros más arriba de la rodilla, pelo alisado y un poco de maquillaje.

Detengo  un taxi y llego al lugar, allí me encuentro con mis amigos de la universidad con los cuales ingresamos a la discoteca. El ambiente  está muy vigoroso, gente bailando, tomando y divirtiéndose justo lo que necesito. Tomamos una mesa y pedimos algunos  tragos, después de un gran brindis caminamos a la pista de baile.

Me encanta moverme, la energía que fluye  a través de mi cuerpo, es asombrosa, es una sensación inexplicable pero de las mejores que se pueden tener. Mientras bailo me muevo mirando alrededor del lugar y veo a mis amigos cerca de mí disfrutando igual que yo.

Pasa el tiempo y sigo moviendo mi cuerpo a través de la música con los ojos cerrados cuando siento unas manos tomar mi cintura y de repente la sensación de un cuerpo detrás del mío.
-¿Puedo bailar contigo?
Una voz gruesa, con unas manos firmes y grandes toman mis caderas, lentamente volteo pensando en cómo atacar al posible pervertido que quiere algo pero cuando lo veo no es lo que pensaba.

Es un chico muy guapo, tiene cabello castaño no muy oscuro, no muy claro, sus ojos son llamativos pero la oscuridad no me permite ver bien su color, es alto unos centímetros más, alrededor de 1.80, una sonrisa extremadamente sexy y un cuerpo no muy musculoso pero se nota que realiza suficiente ejercicio. Me mira como si quisiera comerme ansioso por una respuesta.

-Seguro.
Respondo aprovechando esta oportunidad única, recordándome la promesa que me hice acerca de disfrutar esta noche sin restricciones, sin pensar que pasara mañana.
Feliz por mi respuesta el chico me acerca a él y me dice:

-Soy Sam. Tiene un acento un poco diferente, no logro identificarlo.
-Soy Mariana, ¿de dónde eres?, tienes un acento diferente.
-Soy canadiense, por eso mi acento soy nuevo con el Español, ¿hablas inglés?, es más fácil para hablar.

Incrédula, asiento a su pregunta, porque he tenido un sueño desde hace un tiempo y es que el amor de mi vida sea como veo a Sam. Saliendo de mi sueño le respondo.

-Yes, I speak english and a Little french.

-That is awsome.

Terminamos con la conversación  y bailamos unidos por nuestros cuerpos moviéndonos en sincronía sintiendo la fricción de nuestros cuerpos húmedos y calientes, a momentos dándonos miradas seductoras, casi respirando el mismo aire.

Aunque me estaba divirtiendo mucho con Sam al rato tuve que detenerme el cansancio y dolor de pies gracias a mis hermosos pero dolorosos tacones, así que le digo que iré a la barra por algo de tomar y me alejo de él pensando que será todo lo que tendré con él pero no, Sam viene detrás mío y se sienta a mi lado en la barra.

-¿Qué quieres tomar?, pregunta llamando al bar tender.

-Una piña colada, gracias.

-Dame una piña colada para la dama y un vaso de whisky seco para mí.
Después de pedir las bebidas se gira encarándome.

-Supongo que eres de aquí.

-Sí, nací y vivo aquí.

-¿y qué haces en tu vida? ¿Trabajas? ¿Estudias?

-Soy estudiante, voy a la universidad, y ¿tú qué haces?

-Vengo por un trabajo, me quedaré un buen tiempo.

Durante la conversación el bar tender nos trae nuestras bebidas. Pero cuando Sam me iba a preguntar algo más mis amigas llegan y me arrastran a la pista de baile excusándose con Sam, diciendo que es la canción que bailamos cuando estábamos en la escuela y era obligación bailarla las juntas.

Lanzando una mirada de disculpa a Sam voy a la pista de baile y me uno a mis amigas bailando y riendo al recordar esos tiempos de escuela juntas, de reojo veo que Sam aún está sentado y está mirándome fijamente, así que rápidamente vuelvo a mis amigas y lo ignoro un poco.

Ha sido una noche sensacional, los tragos han ayudado a soltarme y estar más relajada ser muy diferente a lo que soy normalmente; bailo un poco más hasta que llega el amanecer y decidimos irnos a casa.

Cuando voy saliendo del lugar soy tomada por el brazo y veo que es Sam, quien pensé que se había ido porque no lo volví a ver, pero al parecer no.

-Mariana espera, ¿nos volveremos a ver?

-No lo sé, tal vez. Me encanto conocerte Sam.

Y con ello salgo del lugar dejando lo parado un poco confuso, porque sé que aunque fue la mejor noche todo será muy diferente mañana y sé que él no desearía conocerlo.

When sunshine arrivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora