Accidental kiss.

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-  ¿Llamo o no llamo?

Di vueltas sobre mí misma y me armé de valor, no iba a pasar nada. Keith podía haber salido a cenar con sus amigos del equipo, ¡exacto!, podía haber pasado eso y no tendría que controlar mis nervios si él estaba cerca. Sería más fácil.

Respiré hondo e iba a llamar cuando la puerta se abrió antes y vi como mi mano - hecha un puño - impactaba en la cara del mismísimo Keith West.

Dios, había lanzado mi puño con mucha fuerza, ¿le habría hecho daño? Por la mueca de dolor que tenía, la respuesta era obviamente afirmativa. Me quedé con la boca abierta sin saber qué decir, ¿qué le decías al chico que te gustaba después de pegarle? 

 Me quedé con la boca abierta sin saber qué decir, ¿qué le decías al chico que te gustaba después de pegarle? 

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-  Vaya, siempre me sorprendes, señorita muda - dijo sonriendo.

¿Que sonriera era una buena señal, verdad? Quería que me tragara la tierra pero nadie estaba respondiendo a mis suplicas así que me agaché haciendo una reverencia como en China y me quedé así hasta que oí como Katarina aparecía detrás de su hermano.

-  ¿Kelsey? ¿Qué haces así? - se acercó a mí y me levantó. Me abrazó con fuerza y poco después me vi arrastrada dentro de la casa mientras Keith permanecía detrás de nosotros. Podía ver como un moratón estaba surgiendo en una de sus mejillas, ¡y todo por mi culpa!

¿Por qué tenía que haber sacado toda la fuerza que llevaba dentro justo entonces? Mi mala suerte era inexplicable.

-  ¿Qué ha pasado con mi hermano? Estabas haciendo una reverencia, ¿verdad? Eso lo haceís para saludar o pedir disculpas, me he documentado.

-  Ah, ¿sí? - inquirí saliendo de mi estado de shock. Con Katarina podía ser yo misma y hablar con libertad por lo que me sentí mejor, ya me disculparía con Keith, otra vez, más tarde.

-  Sí, me apetecía saber más sobre la cultura asiática, siempre me ha gustado eso de ser periodista de investigación, me lo paso en grande.

Sonrió y yo no pude evitar devolverle la sonrisa, Katarina era una persona muy animada. Me preguntaba si su hermano sabría del trato que le daban los demás estudiantes. Seguro que ella no se lo había dicho, quizás no quería que Keith se metiera en problemas.

***

-  Ha sido un placer, Kelsey - me dijo el padre de Kat cuando la cena se terminó.

Lo había pasado genial. El señor West era un persona muy agradable, en todo momento había estado prestándome atención para que estuviera lo más cómoda posible. Lo que me había tranquilizado había sido cuando Katarina había dicho que Keith estaba haciendo un trabajo y que cenaría en su habitación mientras lo terminaba. Por un lado me apenó no verlo pero por otro era mejor así, a lo mejor de lo nerviosa que estaba hacía algo peor que pegarle en la cara.

Aún así me excusé para subir las escaleras y quedarme frente a la que Kat me había dicho que era la habitación de su hermano. Le iba a pedir perdón, no sabía qué más hacer, nunca había pegado a nadie, ¡ni siquiera accidentalmente!

Llamé a la puerta y me encontré un Keith con el pelo revuelto y unas gafas de pasta que le daban un aire muy intelectual. Estaba más guapo que antes, incluso más que cuando sonreía.

-  Señorita muda - dijo ofrenciéndome una sonrisa de lado.

Yo me agarré las manos con fuerza y asentí para después levantar la cabeza y armarme de valor, no debía ser tan difícil hablar con él, ¿verdad?

-  L-L- Lo siento - murmuré.

Él se quedó quieto. Normal, no era para menos, era la primera vez que me oía hablar. Yo lo miré hasta que él asintió, parecía haberse sorprendido mucho, ¿le gustaba que no le hablara acaso o era solo que no se lo había esperado?

-  Pasa y lo hablamos - me ofreció pero, cuando fui a entrar, me tropecé con su alfombra y caí al suelo haciendo que él me siguiera y que, por inercia, acabara encima de mí, literalmente. Pero eso no fue todo, sus labios impactaron sobre los míos, ¡era un maldito beso accidental!

 Pero eso no fue todo, sus labios impactaron sobre los míos, ¡era un maldito beso accidental!

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Todo mi cuerpo se quedó congelado.

Sentía la calidez de los labios de Keith y como los dedos de las manos y de los pies me cosquilleaban, me sentía nerviosa y extasiada a la vez.

¿No me lo estaría imaginando?

Release MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora