Parte 9

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IX

Un mes. Real e increíblemente había pasado un mes desde que había cometido tal acto de locura y aún no se había atrevido a comunicarse con él. ¿Qué era, un adolecente de dieciséis experimentando por primera vez o qué? Y lo peor de todo es que él, Naruto, sí lo había buscado después de eso; después de besarlo y escapar como colegiala aterrada. Por favor ¡incluso tenía hijos! ¡No era ningún cobarde! Pero ahí estaba, escondiéndose del todo; ni siquiera había vuelto a ir a las clases de aquel curso, sólo porque no quería encontrarse con él. No podía ser más ridículo.

Llevó las manos a su cabello y lo revolvió con desespero; se sentía estresado, haber besado al doctor no era lo único que rondaba su cabeza y lo desvelaba, porque sí, había pasado largas noches pensando en ello. Pero también estaba la empresa, que lo tenía al borde del colapso con tantas nuevas propuestas de inversión; el proyecto que iba viento en popa con la alianza que habían forjado junto a los Senju Namikaze, la cual, hasta el momento era la más grande y sólida que tenían y, ah ¡cómo olvidarlo! sus pequeños y el resto de su familia también. Dios, iba a morir, de verdad que sí. Necesitaba una vacaciones, sólo con sus hijos, en el lugar más recóndito de la tierra ¿acaso sería pedir mucho?

– ¡Sasuke!

La puerta de su oficina se abrió, dejando ver a las dos personas que habían ingresado sin previo aviso.

– ¿Qué quieren? Estoy trabajando. Fuera –se apresuró a decir mientras sus hermanos se acomodaban en el sofá cercano a su escritorio–. ¿Y tú qué haces aquí?

–Itachi me llamó –respondió Sai–. Venimos por ti.

– ¿Por mí? –preguntó extrañado y perspicaz–. ¿Qué diablos tienen en mente ahora?

–Sólo vamos a tener una noche de copas entre hermanos –habló de nuevo, contando su plan–. Nada de hijos, parejas o trabajo. Sólo seremos los tres.

–No estoy interesado –se negó enseguida.

–Es lo de menos –expuso Itachi, haciéndole ver que lo que él dijera no lo tomarían en cuenta, lo usual–. Ya mamá vino por los niños así que no tienes otra excusa.

– ¿Qué? ¡A mí nadie me avisó! –Exclamó en voz alta, sobresaltando a sus hermanos por su reacción–. ¡Nadie tiene permiso de sacarlos de la empresa si no estoy yo!

–Bueno, no es como que pudieras negarle a mamá el derecho –comentó Sai encogiéndose de hombros.

–Además, hablé con ella y le dije que últimamente te veías muy agotado y que, quizás, le gustaría hacerse cargo de los niños por una noche mientras tú salías con nosotros por ahí a tomar algún trago –dijo Itachi–. Mañana los niños estarán de vuelta contigo.

–No importa lo que digas –le aseguró Sai–. Vendrás con nosotros quieras o no.

Suspiró profundamente. Ya lo sabía. Tal vez, después de todo, salir con ellos fuera una buena idea. Sus hermanos eran desesperantes pero le ayudarían a despejar su mente, y ya que no tendría que preocuparse por sus hijos... bueno, no había mejor idea que esa.

–Está bien –dijo al fin, empezando a recoger todos los documentos para organizarlos rápidamente y dejar todo en su lugar antes de marcharse.

Ya fuera de la empresa, habían decidido ir en el auto de Itachi que sería conducido por uno de sus conductores, dando por hecho que todos beberían y era por su seguridad. Además, ni siquiera le habían dejado acercarse al suyo, así que tendría que dejarlo en la empresa. Sasuke se preguntó en ese momento, qué era lo que aquel par tenía realmente planeado para él.

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