III
Sasuke estaba a punto de levantar su puño y llevarlo a la cara de su hermano, a medida que lo escuchaba hablar. Sai había llegado a su casa esa tarde de fin de año, con una pequeña caja llena de manuales y revistas, que, según el mayor, contenían muchos consejos y datos curiosos, que lo ayudarían a mejorar sus habilidades para el cuidado de los bebés. Incluso había uno que tenía por nombre manual sobre bebés para tontos, y eso había sido suficiente.
Dios, lo iba a hacer. Lo golpearía y disfrutaría tanto con ello.
–Sai, te juro que si no te callas...
–Mamá dijo que ya es hora de que los lleves con un doctor y que si no quieres contratar a una niñera, deberías saber todo cuanto pudieras –interrumpió. Esta vez había dejado las bromas y sonaba más serio que de costumbre, llevándolo a pensar, que tal vez su hermano estaba cambiando–. Por eso te inscribimos en el curso para padres primerizos que dictan en la C.S, empieza en enero, así que mamá te ayudará por el momento. No tienes que preocuparte por nada, te enviaré toda la información por correo. ¡Nos vemos en la cena!
Y antes de que pudiera llevar a cabo su cometido, Sai ya había abandonado la sala donde estaban y dejado la casa. No, no había cambiado, pero que estúpido fue al considerar algo así. Nunca lo haría y lamentablemente, con la llegada de los bebés, todo sería peor.
La vibración de su teléfono en el bolcillo de su pantalón, interrumpió la posible golpiza mental a su hermano. Suspirando, respondió la llamada.
–Uchiha.
– ¿Sai sigue contigo? –preguntaron al otro lado de la línea.
–No –dijo enseguida–. ¿Pasa algo?
–No realmente, pero me siento en la responsabilidad de ayudarte, así que voy en camino. Llevaré algo de trabajo conmigo –dijo y colgó.
Sasuke frunció el ceño, mas enojado que antes. Él quería pasar el día en su casa, en compañía de sus hijos, sin nadie más que lo molestara. Era un deseo muy fácil de conceder, pero no, su familia no lo permitiría y ya empezaba a frustrarse. ¡Sólo quería paz y tranquilidad! Pero claro, con dos bebés a su cargo y su intensa familia, nada de eso sucedería. No ahora. No mañana. No nunca.
Gaara llegó una hora después, justo cuando uno de los pequeños empezaba a gimotear y removerse en su cama mientras él trataba de leer unos cuantos documentos en su portátil, adelantando algo de trabajo antes de que los pequeños finalmente se despertaran. Porque sí, aún seguían durmiendo con él a pesar de que ya tuvieran su propia habitación y una enorme cuna donde perfectamente cabían los dos. Se habían acostumbrado rápidamente a la comodidad de su gran cama y al calor que su propio cuerpo emanaba; no los podía juzgar, él empezaba a sentirse igual.
– ¿Por qué todos se empeñan en molestarme? Yo puedo hacerme cargo de ellos sin ustedes.
–Y nadie dice lo contrario –murmuró el peli rojo, mientras tomaba a Mizuki en sus brazos y comprobaba que estuviera bien–. Pero un poco de ayuda no te vendrá mal, no seas quisquilloso –dijo, saliendo de la habitación con la niña aun en sus brazos y Sasuke junto a Yusuke, tras él.
– ¿Es en serio?
–Sabes a lo que me refiero –dijo–. Mira, sé que no nos quieres aquí, yo realmente no sé muy bien porqué estoy aquí; pero si de algo estoy seguro, Sasuke, es que hasta hace una semana, tu no tenías ni la menor idea de cómo cambiar un pañal, y apuesto a que la señora Uchiha ha estado viniendo todos los días mientras tu trabajas –finalizó señalando su computador ya olvidado sobre la mesa de centro.

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Reasons to Love
Fiksi PenggemarSasuke Uchiha, era un exitoso y joven empresario de tan sólo 23 años. No le importaba nada más que trabajar para así superarse y dejar de estar en la sombra de su familia. Cambiaba de mujeres tan rápido como quería y su mal humor no era de mucha...