La punzada en la vejiga y las ganas de orinar lo despertaron antes de que amaneciera. Calculó por los pequeños claros de sol que parecían asomarse sobre los edificios de la cuidad que quizás eran apenas las cinco de la madrugada o tal vez las seis y el cielo se estaba demorando en amanecer. Se movió incomodo en su cama cuando los músculos de su cuerpo se quejaron y le cobraron peaje de la noche anterior, entonces lo recordó y fue hasta ese instante que sintió el calor de aquel cuerpo que descansaba a su lado. Donghae estaba allí, con el pecho desnudo, el cabello revuelto, los labios rojos e hinchados y envuelto entre las sabanas. Estaba completamente dormido, agotado y seguramente satisfecho. Hyukjae tembló cuando la adrenalina le había recorrido el cuerpo entero. Quiso tocarlo, besarlo, quizás hacerle el amor una vez más. Sin embargo no lo hizo, Donghae lucia demasiado hermoso dormido, demasiado ángel y dulce. Bajó así de la cama y sintió el frio colarse bajo su piel. Necesitaba una ducha caliente, ropa y a Donghae una vez más.
El agua caliente sobre su cuerpo había parecido, en realidad y metafóricamente, un balde de agua helada. Se sintió mareado cuando en su cuerpo descubrió cada huella, cada beso, cada arañón de Donghae. Los recuerdos nítidos de la noche lo abrazaban, lo rozaban, casi los sentía retorcerse bajo de su cuerpo.
Joder, la había cagado.
Pero lo que más lo alarmaba era el deseo de volverlo a hacer. La palma de las manos le picaban de deseo por recorrer aquella cintura, aquella espalda y esos brazos fuertes y fibrosos, incluso su pene palpitó deseoso de estar dentro del bonito castaño moviéndose y martilleando aquel punto que hacía que el castaño se volviese loco. Mierda, los recuerdos lo hicieron jadear y estuvo a punto de tocarse cuando levantó la mirada y vio por la claraboya del baño como los pequeños rayos de sol por fin habían logrado asomarse por sobre los edificios. Sabía que el despertador sonaría pronto y deseaba que Donghae durmiera al menos una hora más.Era la segunda taza de café que se preparaba cuando escuchó a su espalda pasos vagos y silenciosos. El corazón entonces se le aceleró y las piernas incluso le flaquearon. Estaba aferrado a los bordes de la mesada cuando sus puños quisieron cerrarse. Los pasos acababan de detenerse a su espalda.
-Buen día –Dijo la voz áspera y masculina. Hyukjae se volteó y escondió tras la taza de café una sonrisa pequeña y sincera.
-Buen día, Donghae –Le contestó.
-Espero no te moleste que me haya duchado.
Hyukjae sonrió tras su taza de café en el segundo sorbo que le daba. No, me molestó que no me hayas invitado a ducharme contigo, pensó. Donghae tenía aún el cabello mojado y vestía ahora el pijama que Hyukjae había sacado para él la noche anterior y que jamás le dio tiempo a ponerse cuando lo tumbó sobre la cama, lo desnudó y le hizo el amor tantas veces le fue posible. Se percató también de que Donghae, aquella mañana, lucia incluso más joven de lo que el reporte policial decía. Quizás era por el cabello, por el pijama, por sus pequeños pies descalzos asomándose bajo las botamangas del pijama o tal vez porque aquella era la primera noche que Donghae dormía más de tres horas seguidas. A Hyukjae la simple idea de haberle dado una noche de placer y unas buenas horas de sueño lo endulzó. Sonrió y esta vez no fue tras de la taza.-Ponte cómodo, te preparé café.
Se volteó una vez más y estuvo sirviendo el líquido oscuro e intenso cuando escuchó el sonido distorsionado del pequeño televisor que tenía frente a la mesa de la cocina. Escuchó el zapping de canales hasta que finalmente la voz del conductor del noticioso se hizo presente. El comentarista de deporte anunciaba la victoria de su equipo favorito, la segunda en quién sabe cuántas temporadas. Estaban teniendo esa buena racha que jamás habían tenido.
Vaya, la mañana iba de maravilla.
-Sungmin ha de estar feliz –Y sin embargo aquel nombre lo había derribado todo en un segundo. Al voltearse se encontró la mirada de Donghae sobre él. –Desde el cielo, claro.
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El crimen fue besarte
FanfictionEl oficial Lee Hyukjae es sacado de su rutina de cada viernes por la noche y arrastrado hasta la escena de un crimen: El joven Lee Sungmin está muerto, con un disparo en la cabeza y hay un sólo sospechoso... Lee Donghae.