Capítulo 10

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Era la quinta llamada que dejaba en el buzón del departamento de Donghae. Comenzaba a preguntarse si acaso éste lo estaba esquivando. Incluso había llamado a la biblioteca y desde luego, Donghae, no estaba allí. Y estuvo a punto de llamar una sexta vez cuando tras la puerta de su oficina escuchó la fastidiosa voz del oficial Cho.

-Disculpe –Dijo el muchachito de cabellos ondulados mientras entraba al despacho fingiendo una postura dócil, incluso lucia ligeramente encorvado.
-Le he traído esto, son los detalles de la autopsia del caso...

-Sí –Lo interrumpió arrebatándole de las manos el sobre marrón antes que el oficial lograra recordar el nombre del archivo. Detestaba a ese chico, su rostro, su voz e incluso el empalagoso perfume que usaba. Deseaba despecharlo ahora mismo, sin embargo el oficial Cho permaneció inmóvil delante de su escritorio.
-¿Necesitas algo más?

-No, sí, no –se contradijo –Le he traído el expediente del caso Lee, el del suicidio. La viuda, novia, prometida…

-Novia- lo corrigió.

-Novia –continuó el oficial Cho –Del fallecido está allí afuera, asegura tiene una cita con usted. Yo le he asegurado a ella que aquí no damos citas a civiles, pero insistió. Creí que quizás había querido desarchivar el caso, aún estaba en la oficina del jefe –El jovencito sonrió orgulloso y lo miró expectante como si esperara de Hyukjae algún tipo de alago, quizás una estrella en la frente pegada con saliva. Sin embargo Hyukjae habría deseado pedirle, con toda amabilidad, que se metiera el archivo en el culo y si le quedaba espacio, tal vez, también podría hacerlo con su cinismo e hipocresía.

-El caso está cerrado, oficial –Contestó desviando la mirada hacia el sobre que si había recibido. Había descubierto cuanto detestaba Cho Kyuhyun que no lo miraran a los ojos –Puede archivar eso como debe o dejarlo en su lugar. La novia del fallecido no tenía una cita, es cierto, pero le pedí que me llamara. Está inconforme con la sentencia. Dile por favor que no tengo tiempo para recibirla. Que me llame como lo habíamos convenido- Sin levantar la mirada podía imaginar el rostro de disgusto del novato y sin embargo cuando finalmente lo hizo lucía la sonrisa que Hyukjae había comenzado a llamar “Lame huevos”.

-Desde luego, oficial.

La colilla de cigarrillo se retorció bajo uno de sus zapatos para quedar muerto y finalmente apagado junto a los otros tres que se encontraban arrinconados en una esquina de la galería en la entrada del departamento de Donghae. Llevaba horas allí. Había visto subir y bajar por las escalinatas a demasiadas personas. Presumía que muchas de ellas lo habían identificado, seguramente eran algunos de los chismosos que se habían atrevido asomar sus cabezas por las rendijas de sus puertas el día que el desafortunado Sungmin había decidido volarse los sesos… Si es lo que realmente había sucedido, agregó su conciencia.
Había llamado a Donghae durante toda la tarde en los intervalos en los que la señorita Kim dejaba de insistir con sus fastidiosos llamados.  Sin embargo no había tenido noticias suyas. Comenzaba a disgustarse aunque a él le gustaba decir que, en realidad, se encontraba preocupado. 
La noche ya había caído sobre su cabeza y el frio le había entumecido las manos, las mejillas y la punta de la nariz. La chaqueta de cuero no había sido la apropiada para la ocasión. Y comenzaba a detestar el viento que, además de congelarlo, había frustrado cada intento de encender un puto cigarrillo.

-Mierda –Magulló en el sexto intento.

-¿Qué haces aquí? –Contestó una voz a su lado.
Hyukjae tenía el cigarrillo en la boca y con una mano protegía el fuego del encendedor. Donghae estaba a su lado, cubierto de pies a cabezas. Sólo una franja de quizás diez centímetros se veía entre su cabello y la bufanda. Ni siquiera sus manos estaban libres y lucían cubiertas de aquellos guantes negros de cuero. Los reconoció al instante y pensó vagamente que esta era la segunda vez tan sólo que veía a Donghae usando unos.

El crimen fue besarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora