Capítulo 4: Una interrupción muy inoportuna.
Me desperté por el sonido de la ducha del cuarto de baño que había en la habitación de Dareck, así que supuse que se estaba duchando. Miré el reloj y eran las 9. Me senté en la cama, mire hacia el lado donde él había dormido y sonreí como una tonta al pensar que habíamos dormido juntos. De repente Dareck me saca de mis pensamientos:
-Buenos días princesa. -Dijo con una sonrisa y acercándose a mí.
-Buenos días mi rey. -Dije yo con una sonrisa radiante.
-¿Qué tal has dormido nena? -Dijo dándome un beso en los labios.
-Pues... Perfectamente. -Dije poniendo mis manos en su cuello y besándole.
Y ahí se acabó la conversación para dar paso al amor. Nos besamos, un largo y pasional beso. Me quitó la camiseta suya que me había puesto la noche anterior para dormir y luego fue a por el sujetador. Antes de hacerlo me miró como pidiéndome permiso y yo asentí. Muy sensual y lentamente me lo quitó mientras me besaba. Muy dulcemente me recostó sobre la cama sin dejar de besarme. Podía notar perfectamente su gran erección y mi "yo" interior estaba feliz y triunfante por provocar ese efecto en él. Empezó a darme besos por el cuello y luego fue bajando a la vez que su mano derecha iba recorriendo todo mi cuerpo suavemente. Justo entonces se detuvo, me miró y me dijo: -Te quiero Jasmine. -Y sin darme tiempo a responder, siguió con lo que estaba haciendo. Se metió mi pezón izquierdo en la boca para morderlo y succionarlo a la vez que pellizcaba el izquierdo. Yo gemí bajito y le arañé suavemente la espalda ya que aquello era muy placentero.
Y justo en ese momento alguien llama a la puerta. Ambos nos miramos, él frunció el ceño y yo sonreí y me encogí de hombros. Esperó a que yo me pusiera mi sujetador y la camiseta con la que había dormido y, una vez hecho, abrió la puerta para ver quien era. Era María, la señora que iba a su casa los fines de semana por la mañana para limpiar.
-Buenos días señor. Disculpe que lo moleste, pero quería saber si podía pasar para limpiar su habitación. -Dijo un poco intimidada.
-Buenos días María. Claro que sí, adelante. -Dijo el haciéndole un gesto para que pasara.
María me miró, miró a Dareck, volvió a mirarme y se sonrojó. Yo también me sonrojé porque supe que ella estaba pensando que había interrumpido algo.
-Hola, yo soy Jasmine, Soy... Amiga de Dareck. -Le dije con una tímida sonrisa.
-Hola, yo soy María, su empleada. -Me dijo con una dulce sonrisa.
María era una mujer morena de piel, pelo largo castaño, ojos marrones claros, de unos cuarenta y tantos años y de mi estatura, o sea, bajita.
-Bueno Jasmine, ¿te apetece desayunar? -Dijo Dareck.
-Sí, la verdad es que tengo mucha hambre. -Dije acercándome a él.
-¿Quieren los señores que les prepare algo? -Dijo María mirándonos a ambos.
-Oh no María, pero muchas gracias. -Dijo Dareck con una sonrisa muy dulce.
Dareck me coge de la mano y ambos salimos del cuarto. Yo aún sigo muy avergonzada por lo que acaba de pasar y sólo de pensarlo me vuelvo a sonrojar. Dareck me mira y se comienza a reír a carcajadas.
-¿Qué pasa? -Digo frunciendo el ceño "enfadada".
-Muy inoportuna María, ¿verdad? -Dijo mirándome divertido.
-¿La verdad? Sí, y mucho. -Dije haciendo un mohín.
-¿Tienes ganas de terminar lo que empezamos en el cuarto? -Me dice con una sonrisa pícara y ojos lascivos.
-Sí, pero como comprenderás, no tengo ganas de que María nos interrumpa de nuevo. Así que prefiero esperar a otro momento.
Otra vez río a carcajadas y llegamos a la cocina.
-Está bien, como quieras. Ahora dime, ¿qué te apetece desayunar?
-Pues no sé, déjame ver lo que tienes. -Dije empezando a abrir muebles inspeccionando.
-Mmm... Creo que desayunaré cereales.
Él decidió desayunar lo mismo que yo. Cuando terminamos él recogió todo ya que no me dejó hacerlo a mí.
-¿Te apetece que demos una vuelta por la ciudad y así te la enseño? -Dijo el terminando de guardar las cosas.
-¡Sí! -Dije eufórica.
-Pues ahora vamos a vestirnos y nos vamos ¿sí? -Dijo sonriéndome.
-Está bien, pero te recuerdo que mi ropa está en el hotel. Así que tendremos que pasar por allí para que me cambie.
-Oh, cierto. Pues en un rato nos pasamos nena. -Dijo acercándose a mí y dándome un beso en la frente.
Llegamos al hotel y, después de que la recepcionista me diera la llave y se quedará mirando como una tonta a Dareck, llegamos a la habitación.
-Espérame aquí, quiero que sea una sorpresa la ropa que me vaya a poner. -Dije dándole un beso en los labios.
-Está bien nena, pero no me hagas que me impaciente. Por favor. -Me dijo haciéndome súplicas con las manos.
-No lo haré, tranquilo. -Dije riéndome y dirigiéndome hacia la habitación.
Entré en la habitación y abrí el armario. Tras unos minutos pensando decidí que ponerme: unos shorts negros y una camiseta ajustada de tirantas blanca con un poco de escote. No me gusta enseñar mucho. Y esta vez elegí unos zapatos planos porque sabía que andaríamos mucho. Luego fui al baño a maquillarme un poco y listo.
Cuando salí vi que Dareck se puso de pie y me miró de arriba a abajo.
-Estás preciosa. -Dijo con su vista fija en mí.
-Gracias. -Dije ruborizándome.
Se acercó a mí, me agarró de la cintura y me atrajo hacia él.
-¿Nos vamos? -Dijo dándome un beso en los labios.
-Cuando quieras. -Dije dándole otro beso.
-Si fuera por mí, te aseguro que no saldríamos de aquí en un buen rato nena. -Dijo con su sonrisa pícara.
-No me tientes y vámonos ya, anda. -Dije dándole un beso en la mejilla y separándome de él.
Me abrazó por la espalda y me dio un beso detrás de la oreja. Ambos nos miramos, sonreímos y nos besamos. Unos segundos después salimos de la habitación del hotel de la mano.
Cuando llegamos a la recepción a dejar la llave de la habitación aún íbamos de la mano. La recepcionista me dedicó una mirada asesina al darse cuenta y yo le sonreí triunfante y diciéndole con la mirada "Es mío zorra, tendrás que conformarte sólo con mirarlo".
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Amor sin límites
Roman d'amourLa historia de Dareck y Jasmine, cuyo amor surgió a miles de kilómetros. Cuando consiguen superar el único obstáculo que los separa, la distancia, se interponen entre ellos otros obstáculos mayores. Intrigas, mentiras, odio y maldad rodean a este am...