Capítulo 2

80 9 20
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


      Llego a la escuela y me encuentro en mi banco un libro con una rosa blanca. Es el diario de Ana Frank. No comprendo que hace en mi banco. Quizá se lo olvidaron. Abro la portada y me cruzo con una dedicatoria.

"Pelirroja, no te enojes por el beso de ayer. Te compensaré con un libro. No se si lo has leído o no pero quiero disculparme contigo."  <3.

Mi respiración se corta y mi corazón bombea fuertemente. No tengo idea de lo que ocurre con este chico pero nada bueno traerá su comportamiento. Giro los ojos y guardo el dichoso libro en mi mochila. Siendo sincera me sorprende que eligiera  Ana Frank. No tiene mal gusto por los libros, o eso veo.

[...]

Me acomodo sobre el tronco de un árbol apartada de toda la muchedumbre.

Abro el libro que me obsequio James y una sonrisa surge de entre mis labios.

– A que ya imaginas miles de maneras de besarme para agradecerlo.

Su voz ronca irrumpe mi momento de calma.

¿Pero qué dice?

Me levanto y lo observo fijamente.

– ¿Qué decís?.

Me vuelvo a sentar para que note que no quiero escuchar sus estupideces sin sentido.

–Nada, solo bromeaba. – Se acomoda junto a mí. Su rodilla roza la mía y me estremezco. – ¿Te gustó el obsequio?–Sus ojos verdes me observan con interés.

–Sí, gracias, aunque me sorprende que alguien tan necio como vos, sepa sobre mis gustos literarios.

Ni se inmuta ante mi comentario.

–Tengo mis contactos.- Dice con un aura de orgullo.

Elevo una ceja a modo de interrogatorio.

– ¿Acaso me acosás?– Sonríe mostrando su perfecta dentadura.

–Podría decirse que algo. –Un escalofrío recorre mi cuerpo. 

– Realmente no sos tan aburrida como lo imaginé.

Frunzo el ceño al no comprender su comentario.

– ¿Y a qué se debe tu comentario?

–Nada, después hablamos.

Lo observo levantarse y me confundo el doble de lo que estaba hace un momento.

¿Qué hice mal ahora?

– ¿Estás bien?

–Sí,  después nos vemos.- Dice de forma grotesca y cortante mientras se va. 

Me quedo mirando como se aleja, no entiendo para nada su comportamiento.

[...]

Frederick hace sus deberes mientras yo ordeno la casa. Aún me tiene incomoda el comentario de James, no comprendo que quiso decir. ¿Será que antes tenía una idea errónea sobre mí?Elevo los hombros y sonrío. Como si me importara, tengo cosas más importantes por las cual preocuparme.

Frederick sigue con su tarea mientras yo termino de ordenar. Hoy mamá no ha tomado tanto. Se la ve más calmada, aunque sus ojos siguen teniendo esa mirada como perdida. Me gustaría que mi madre se recuperara. Ya pasó mucho tiempo desde que papá murió. Sé que es difícil pero, ¡Vamos tiene un adorable hijo que necesita su apoyo!

Niego y continúo con la tarea.

–Amber–Fred me tironea la remera repetidas veces. – Están tocando el timbre. – Me informa el renacuajo.

–Gracias por avisarme renacuajo. – Despeino su cabello y me dirijo a la puerta principal.

Apenas abro  me encuentro con James. ¿Y qué hace acá? No tengo ni idea.

–Hola Amber. Quería discúlpame por cómo me comporte hoy contigo. Estaba de mal humor y me las agarre con vos. – Su voz suena afligida.

– ¿Cómo supiste mi dirección?

–Emm bueno digamos que llevo un rato allá afuera esperando para tocar. – Se toca la nuca con la mano y baja la vista. – Te seguí.

– ¡¿Que hiciste qué?!– Lo miro sorprendida.

–Lo siento, sé que está mal pero no tenía otra manera de saber sobre vos o de contactarte. No conozco a ninguna amiga tuya ni nada y bueno, me pareció oportuno pedirte perdón en persona.

Lo observo y suelto un suspiro para no mandarlo al demonio.

–Disculpa aceptada.

Él sonríe y justo cuando va a hablar mi hermanito aparece.

–Hola. ¿Tú eres el novio de mi hermana?– Pregunta inocentemente.

James me lanza una mirada como preguntándome que le responde.

Yo sonrío y asiento para que le diga que no.

–Hola pequeño, sí soy su novio. Y vos debes de ser su hermano. ¿Verdad?

Mis ojos se abren al instante, el muy estúpido capto mal mi señal. Ahogo el impulso de pegarme en la frente con la mano.

–Sí, soy Frederick. ¿Cómo te llamás?

James se agacha a su altura y le contesta.

–James. ¿Querés pasar?–Viendo que no me queda otro remedio lo invito a pasar.

–Oh bueno, no quisiera molestar con mi inoportuna visita.

Niego y lo agarro del brazo para que pase. Ya que vino hasta acá que me ayude con la comida.

– ¿Te gusta la lasaña?–Indago.

– Sí, me encanta. ¿En serio no te molesta que me quede?

– ¿Qué más da? Ya estás acá. –Respondo y vamos a la cocina.

La velada pasa entre charla y charla cuando me quiero dar cuenta ya son las doce de la noche, Frederick hace dos horas se fue a dormir, por lo que nos quedamos James y yo.

Me ayudó a lavar los platos y ahora estamos tomando un café.

Escucho el ya conocido ruido de una botella romperse. Suspiro y me levanto.

–Quedate acá por favor James. –Le pido.

– ¿Qué sucede Amber?–Sus ojos demuestran preocupación.

–Solo quedate acá y no te movas. –Le advierto y salgo corriendo al despacho.

Ya en el despacho observo a mamá llorar desconsoladamente.

La abrazo y ella comienza a retorcerse para que la suelte.

– ¡Tranquila mamá ya estoy acá! –Trato de tranquilizarla.

– ¡Andate, no quiero verte solo quiero a Jordan! ¡Quiero a Jordan vete Amber!–Grita alterada.

– ¡Basta mamá, vas a despertar a Frederick y no me gusta que te vea así!

Ella se zafa de mi agarre, se levanta y comienza a tirar los libros de la biblioteca. Los estampa contra la pared, el piso, todos lados.

Trato de tomarla del brazo pero ella esquiva mi mano y me empuja, por lo que caigo donde la botella esta rota.

– ¡Oh santo cielo Amber!–Grita James e intenta agarrarme.

– ¡James, te dije que te quedarás allá, andá a la cocina!–Le grito con furia.

–No me voy a ir Amber, no te voy a dejar sola.

Y sin previo aviso me levanta del suelo como una princesa.

Ahogo un grito de dolor al notar que mi brazo tiene un cristal clavado.

Hago una mueca y observo a mamá. Ella me observa y al notar sangre se desmaya sin más. Observo a James e intento bajarme.

–Ayudala por favor, ayudala primero a ella. –Le ruego.

Más que un libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora