Chapter One: "Daddy"

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Sus mañanas parecían una secuencia repetitiva; despertar, desayunar y trabajar. Siempre la misma rutina.

Sus noches en constante soledad con la fría brisa de la noche siendo su única compañía.

Quería acabar con ello. Con esa rutina que comenzaba a torturarlo día a día.

Todos a su alrededor estaban acompañados de una presencia, una persona que los escuchará cuando tenían un día estresante o simplemente querían charlar sobre una noticia.

Sí, él deseaba eso, claro que sí.

Pero las constantes repeticiones que le mandaba su cerebro, sobre no poder llevar una relación de esa manera, le hacían querer darse golpes contra la pared.

Y era simple, de hecho, porque Jos nunca fue una persona apasionada a la aventura. Siempre fue ese tipo de persona que mantenía un horario fijo para todo y si algún evento era alterado, su estrés incrementaba y los planes se volvían añicos en su mente.

Probablemente esa era una de las razones por la cual no tenía pareja; ya que estas alteraban siempre el tiempo en su vida. Y, en definitiva, él no deseaba aquello.

Pero como dicen; no escupas al cielo.

Así como antes no deseaba tener una presencia a su lado; llego.

Él llego e hizo de su vida un laberinto.

Un rompecabezas que Jos no quería armar porque hacerlo significaba terminar con aquella sensación tan placentera insertada en su pecho. No. Él no quería aquello.

Deseaba que con cada día transcurrido el rompecabezas consiguiera cada vez más piezas y así continuar descubriendo más sobre aquel muchacho.

Un pequeño blondo que corría hacia sus brazos, con un peluche siendo sostenido por sus pequeñas manos, y una resplandeciente sonrisa insertada en su rostro.

Jos debía contener un suspiro cada vez que lo veía, cada vez que reía o sonreía. Era un espectáculo que disfrutaba a cada hora del día.

Y nunca se cansaría de verlo, en definitiva.

"¡Papi!" rió el pequeño pelirrojo, sus manos tomando en un puño el saco del mayor "¡Te extrañe, no vuelvas a irte!"

Sí, no se cansaría nunca.

"Hola, mi amor" sonrió. Las únicas sonrisas genuinas que el pequeño podía obtener.

Él jamás se imagino que, a sus veintisiete años, terminaría completamente enamorado de aquel joven blondo de tan sólo diecinueve años.

Jamás imagino todas las pruebas que se deben pasar para llegar al tan esperado verdadero amor. 

Sweet Baby Boy [Jalonso Villalnela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora