El método emancipador y el método social

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  No hay que poner a la enseñanza universal en los programas de los partidos reformadores ni a laemancipación intelectual bajo las banderas de la sedición. Sólo un hombre puede emancipar a un hombre.Sólo un individuo puede ser razonable y solamente a través de su propia razón. Hay cien maneras deinstruir, y también se aprende en la escuela de los atontadores; un profesor es una cosa, sin duda menosmanejable que un libro, pero nos lo podemos aprender, observarlo, imitarlo, analizarlo, recomponerlo,experimentar lo que su persona ofrece. Siempre nos instruimos escuchando a un hombre hablar. Unprofesor no es ni más ni menos inteligente que otro hombre y presenta generalmente una gran cantidad dehechos para la observación del buscador. Pero solamente existe una manera de emancipar. Y nuncaningún partido ni ningún Gobierno, ningún ejército, ninguna escuela ni ninguna institución, emancipará apersona alguna.Esto no es una propuesta metafísica. La experiencia se realizó en Lovaina, bajo la protección de SuMajestad el Rey de los Países Bajos. Se sabe que el soberano era ilustrado. Su hijo, el príncipe Frederick,era un apasionado de la filosofía. Responsable de los ejércitos, los quería modernos e instruidos, al modoprusiano. Se interesaba por Jacotot, sufría por la situación desgraciada en la que lo tenían las autoridadesacadémicas de Lovaina y quería hacer alguna cosa por él, al mismo tiempo que por el ejército holandés.El ejército, en esa época, era un lugar privilegiado para ensayar ideas reformadoras y pedagogías nuevas.Entonces el príncipe imaginó y convenció a su padre para crear en Lovaina una academia normal military confiar a Jacotot la responsabilidad pedagógica. Había ahí una buena intención pero también un regalo envenenado: Jacotot era un maestro, no unjefe de institución. Su método servía para formar hombres emancipados, pero no instructores militares niservidores de no importa qué especialidad social. Entendámoslo bien: un hombre emancipado puede sertanto instructor militar como cerrajero o abogado. Pero una enseñanza universal no puede, sinestropearse, especializarse en la producción de una categoría determinada de actores sociales –sobre todosi estos actores sociales son instructores de un cuerpo–. La enseñanza universal pertenece a las familias ylo mejor que podría hacer un soberano ilustrado para su propagación sería proteger con su autoridad lalibre circulación de la buena nueva. Un rey ilustrado puede sin duda alguna establecer dónde y cuándoquiera la enseñanza universal, pero tal establecimiento no podría durar ya que el género humanopertenece al viejo método. Sin duda se podía, para la gloria del soberano, intentar la experiencia.Evidentemente falló, pero hay fracasos que instruyen. Sólo hacía falta una única garantía: laconcentración absoluta del poder, la limpieza de la escena social de todos sus intermediarios en favor deun único par: el rey y el filósofo. Entonces, se tenía que hacer lo siguiente: en primer lugar, destituir atodos los consejeros del viejo método, a la manera de los países civilizados, se entiende, es decir,dándoles a todos una promoción; en segundo lugar, suprimir cualquier intermediario excepto aquelloselegidos por el filósofo; en tercer lugar, dar todo el poder al filósofo: «Se haría lo que yo dijese, todo loque yo dijese, nada más que lo que yo dijese, y la responsabilidad recaería por completo sobre mí. Nopediría nada; al contrario, los intermediarios me preguntarían lo que hay que hacer y cómo hay quehacerlo, para proponer el todo al soberano. No sería considerado como un funcionario al que se le paga,sino como un filósofo al que se cree necesario consultar. En definitiva, el establecimiento de la enseñanzauniversal sería considerado, por un momento, como el principal y el primer asunto de todos los delReino.»90Estas son condiciones a las cuales ninguna monarquía civilizada puede acomodarse, sobre todo paraun fracaso garantizado. El rey, sin embarcó, quería mantener la experiencia y, como huésped agradecido,Jacotot aceptó una prueba bastarda de cohabitación con una comisión militar de instrucción, en Lovaina,bajo la autoridad del comandante del lugar. La escuela fue creada sobre estas bases en marzo de 1827 ylos alumnos, al principio confundidos al oír decir por un intérprete que su profesor no tenía nada queenseñarles, debieron encontrar algún provecho, puesto que al finalizar el período reglamentario, pedíanpor propia elección prolongar su estancia en la escuela para, a través del método universal, aprenderlenguas, historia, geografía, matemáticas, física, química, dibujo topográfico y fortificación. Pero elmaestro no podía sentirse satisfecho con esta enseñanza universal malgastada, ni con los conflictoscotidianos con las autoridades académicas civiles y con la jerarquía militar. Precipitó con sus estallidos ladisolución de la escuela. Había obedecido al rey formando, con un método acelerado, a los instructoresmilitares. Pero tenía mejores cosas que hacer que fabricar subtenientes, especie que no faltará nunca enninguna sociedad. Por otra parte, advirtió solemnemente a sus alumnos: no debían militar para elestablecimiento de la enseñanza universal en el ejército. Pero tampoco debían olvidar que habían tenidouna aventura del espíritu un poco más amplia que la fabricación de oficiales subalternos: «Ustedes hanformado algunos subtenientes en unos meses, es verdad.»Pero obstinarse en obtener resultados tan débiles como los de las escuelas europeas, tanto civilescomo militares, es estropear la enseñanza universal.»Que la sociedad aproveche de vuestras experiencias y se satisfaga con ello, eso me gustará;ustedes se volverán útiles para el Estado.»Sin embargo no olviden nunca que han visto algunos resultados de un orden bastante más elevadoa aquellos que han obtenido y a los cuales serán reducidos.»Aprovechen pues la emancipación intelectual para ustedes y sus hijos. Ayuden a los pobres.»Si no limítense a hacer para su país subtenientes y ciudadanos académicos.»Ya no me necesitan para avanzar en esa dirección.»91Este discurso del Fundador a sus discípulos militares –tuvo algunos que le fueron fieles– figura enel frontispicio del volumen Enseñanza universal. Matemáticas, obra en la que, según la costumbredesesperante del maestro en cualquier materia, no existe ni una palabra de matemáticas. Nadie es undiscípulo de la enseñanza universal si no ha leído y comprendido, en esta obra, la historia de la escuelanormal de Lovaina, si no se ha convencido de esta opinión: la enseñanza universal no es y no puede serun método social. No puede extenderse en y por las instituciones de la sociedad. Sin duda losemancipados son respetuosos con el orden social. Saben que es, en todo caso, menos malo que eldesorden. Pero es todo lo que le conceden, y ninguna institución puede satisfacerse con ese mínimo. A ladesigualdad no le basta con ser respetada, quiere ser creída y querida. Quiere ser explicada. Todainstitución es una explicación en acto de la sociedad, una puesta en escena de la desigualdad. Su principioes y será siempre antitético al de un método basado en la opinión de la igualdad y en el rechazo de lasexplicaciones. La enseñanza universal sólo puede dirigirse a los individuos, nunca a las sociedades. «Lassociedades de hombres reunidas en naciones, desde los Lapones hasta los Patagones, necesitan para suestabilidad una forma, un orden cualquiera. Los que se encargan del mantenimiento de este ordennecesario deben explicar y hacer explicar que este orden es el mejor de todos los órdenes e impedir todaexplicación contraria. Tal es el objetivo de las constituciones y de las leyes. Todo orden social, apoyadosobre una explicación, excluye pues cualquier otra explicación y rechaza sobre todo el método de laemancipación intelectual que está basado en la inutilidad e incluso en el peligro de toda explicación en laenseñanza. El fundador mismo reconoció que el ciudadano de un Estado debía respetar el orden social delque forma parte y la explicación de este orden; pero también estableció que la ley sólo pedía al ciudadanoacciones y palabras conformes al orden y no podía imponerle pensamientos, ni opiniones, ni creencias;que el habitante de un país, antes de ser ciudadano, era hombre, que la familia era un santuario en el queel padre es el arbitro supremo, y que en consecuencia era ahí, solamente ahí, donde la emancipaciónintelectual podía sembrarse con provecho.»92 Afirmémoslo pues: la enseñanza universal no seconsolidará, no se establecerá en la sociedad. Pero no perecerá, porque es el método natural del espírituhumano, el de todos los hombres que buscan por sí mismos su camino. Lo que los discípulos puedenhacer por él, es anunciar a todos los individuos, a todos los padres y a todas las madres de familia, elmedio de enseñar lo que se ignora según el principio de la igualdad de las inteligencias. 

El maestro ignoranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora