"Es tu culpa..." Resonaba esa frase susurrándome a la mente pareciese que me tenía rencor, no paraba de sonar, estaba en un bosque; frio, a obscuras, un olor fétido era acompañado junto al ambiente, los arboles estaban seco, las ramas eran gruesas pero a la vez débiles, la ventisca del lugar las movía con furia. No sabía dónde estaba, quería salir de allí... pero no sabía cómo escapar, el ambiente era acompañado con un golpeteo de las ramas en el ambiente, de mi boca solo exhalaba vapor denso, mientras más me adentraba en el bosque, el ambiente se tornaba a rojo. "Es tu culpa..." ¿de qué tenía la culpa? ¿Qué había hecho? ¿Qué está pasando aquí? la respiración se me hacía pesada pero lo podía aguantar, sentía como los árboles se torcían y tronaban con fuerza, era un ambiente infernal, quiero salir de aquí, pise un charco, lo sentí muy denso para ser agua, pero sabía que tampoco era lodo o fango, volteé a ver a mi pie, era sangre que se iba corriendo como un rio, gire la mirada para ver su procedencia, me caí del susto, frente a mi estaba Raziel, empalado contra uno de los árboles, sangrando como un manantial, regando la fauna muerta de aquel lugar del infierno, me aleje de gatas rápidamente de ahí para chocar contra un arbusto de ramas y carme de cara me levante para ver otra visión horrida, observaba como Lilith era devorada, partida por la mitad, por unos buitres vi cómo le arrancaban de picotazos los intestinos, observe como los dedos le daban pequeños tirones, estaba siendo devorada viva, no podía seguir aquí, tengo que escapar, me levante con gran agilidad y comencé a correr sin dirección, pisaba charcos de sangre, pasaba de largo a todos los cadáveres a mi alrededor, unos eran mordidos por serpientes ya estando muertos, otros partidos a la mitad, no soportaba más esta vista del infierno, quería gritar pero no podía, y en mi cabeza sonaba una y otra vez aquel susurro "Es tu culpa..." se encimaban unas voces con otras, tropecé, fue una larga caída colina abajo, caí y seguí cayendo, llegue a plano rodeado de más de estos árboles secos, sentí la tierra con las palmas de mis manos para incorporarme para apreciar una imagen que no se me borrara de la cabeza, delante de mi estaba Akane siendo ahorcada por una de las ramas de un árbol en el centro siendo iluminada por una luna negra en el cielo rojo, me hinque y brotaron lágrimas de mis ojos –Akane...- dije con un pequeño hilo de voz que pudo salir de mi garganta, al decir esto la rama comenzó a tronar y mis sentidos se avivaron, pude evitar la caída de su cuerpo inerte, tenía la garganta destrozada pero de milagro tenia vida, pero sabía que no duraría mucho, ella busco mi cara, con su mano toco una de mis mejillas la cual recorrían lagrimas como un lago, iba pronunciar sus últimas palabras – es... tu... culpa...
Desperté de golpe de aquel hórrido sueño, seguía en el pasto, uno de los arboles evito que el sol me deslumbrara directamente a los ojos y me los toque, sentí húmedo –ya veo... sigo siendo débil- me dije para mí mismo y a continuación limpiarme las lagrimas con mi guante, sentía un peso sobre mis piernas, era Horus que me miraba fijamente me olio la cara –estoy bien- le dije para calmarme y le acaricie su pequeña cabeza con escamas negras y dio un rugido pequeño por su corta edad y acurrucaba su cabeza contra mi mano, la retire y sonó un movimiento de hojas en el único árbol que había en el prado que estaba, era una ardilla Horus voló contra aquel mamífero e indefenso lo comenzó a engullir, que se le va hacer así es el ciclo de la vida... sobrevive el más fuerte. Estire mis manos hacia el sol y estaba dispuesto a levantarme pero vi que mi chamarra me cubría, la agarre y mire con curiosidad por saber quién me la había puesto de cobija, pero lo ignore y me la puse, mire mi teléfono, eran cuarto para las diez de la mañana, mi panza dio un gran rugido de león, ahora que lo pienso no cene nada anoche por estar en la plática, no sé por qué tengo un dulce sabor de avellana en la boca pero no me molesta, es muy dulce.
Me iba dirigiendo con camino a la puerta trasera pero en un balcón que se dirigía al jardín estaba Akane en un vestido totalmente blanco y simple, sentada en una silla y frente a ella una mesa de madera tomando una taza de té esta me vio -¿te gusta dormir en las afueras niño de la selva?- dijo con un tono de burla hacia mí para seguir con su almuerzo –En primera es un bosque- dije para contestar a su broma, ella sonrió –y la verdad a veces me quedo dormido mientras veo el cielo en las noches pero no es muy frecuente- de nuevo mi estómago rugió, que pena –Y por lo que se ve tampoco cenas- dijo para aumentar mi pena, estoy seguro de que un rubor se hizo presente en el acto, soltó una risilla y me dijo que la acompañara en su almuerzo, para mi caso desayuno. Me sirvió una taza de té de frutas rojas acompañado con azúcar, estaba muy rico y la verdad me gusta más lo dulce que lo salado, y unas galletas de harina con chispas de chocolate, estuvimos hablando por un buen rato, nuestra conversación llego al tema de mi costumbre de ver las lunas en las noches -¿pero por qué te gusta tanto verlas todos los días sin falta?- me dijo con un tono de curiosidad
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El caminante de la muerte
Fantastik¿Que habrá después de la muerte?¿existe el un lugar de eterno descanso como uno de eterno sufrimiento?inclusive el ser mas oscuro¿puede amar?¿quien soy realmente?¿por que existo? Estas y mas preguntas se pasaban por la cabeza de el joven Azrael mien...