De un azul deslumbrante.
🌙La tardanza de Selene en el baño despertó la preocupación en sus amigos.
—Sel, ¿va todo bien?
Oyó a Scott desde el salón, pero ella seguía apoyada en el lavabo, asimilando la situación y armándose de valor para cruzar la habitación sin que le temblaran las piernas con la vista fija en la puerta. No se atrevía a mirar alrededor por si aquella cosa volvía a aparecer.
—¿Selene...? —preguntó de nuevo. Esta vez sonó más cerca.
Debía salir de ahí como fuese si no quería levantar sospechas.
Caminó a paso ligero hacia la luz del pasillo.
—Sí, estoy bien —respondió bajando las escaleras con calma, aunque el corazón le iba a ciento veinte por minuto.
Scott, que se disponía a subir, miró su pecho con las cejas fruncidas y preguntó:
—¿Estás segura?
—Sí, sólo me he refrescado la cara.
Pero a él pareció no convencerle del todo.
Podría habérselo contado, pero había dos cosas que se lo impedían:
1. El orgullo. Ellos también le ocultaban cosas.
2. Pensarían que estaba loca. Aunque no dudaba de lo que acababa de ver.
—Estoy bien, chicos. ¿Por qué tanto misterio?
—Ya sabes, los asesinatos... —continuó Lydia.
—¿Sabe lo de los cuerpos? —le preguntó Scott demasiado sorprendido como para no hacerla sospechar.
—Sí, que han habido varias muertes desde la semana pasada —respondió la pelirroja con una expresión extraña, como avisando a Scott de que no dijera nada que Selene no debía escuchar.
—Catorce exactamente —aclaró Stiles.
Los otros dos lo fulminaron con la mirada.
—¿Qué? —preguntó, perdido.
Lydia cerró los ojos y negó lentamente con la cabeza.
—Catorce muertes en dos semanas... ¿Una por día? —quiso saber Selene.
—Sí, una cada noche.
—Por eso el toque de queda es a las nueve —continuó Lydia—, porque cuando el sol se esconde, nadie está a salvo.El familiar timbre de la casa interrumpió la conversación. Selene maldijo, por fin estaba consiguiendo algo de información.
—¿Quién quiere tacos? —dijo Scott con el brillo del hambre en los ojos y una sonrisa nerviosa.
Se abalanzó sobre la puerta y la abrió con una rapidez desesperada. Pero no era el repartidor de comida mexicana, sino un hombre de apariencia antipática.
Lydia y Stiles se apresuraron en alcanzar a Scott en cuanto lo vieron. Tenía la nariz recta, como una flecha señalando al suelo perpendicularmente. Su mandíbula era muy marcada; sus cejas, espesas y fruncidas; y una capa de pelo le cubría la cara dando lugar a una barba de unas semanas.
—¿Derek? —Scott se sorprendió.
—Hola.
Su voz grave mejoraba su aire misterioso.
—¿En serio? ¡Qué oportuno! —intervino Stiles.
—Yo también me alegro de verte, Stiles —sin embargo, parecía sentir todo lo contrario.
La oscuridad extrañamente atractiva que lo envolvía impulsó a Selene a acercarse un poco más. Descubrió a su lado a una chica negra, de pelo y ojos castaños, demasiado guapa como para no sentir una punzada de envidia, a pesar de la pronunciada cicatriz de cuatro garras que le recorría el cuello y parte de la cara. Iba toda de negro, con chaqueta, botas y cinturón de cuero. Parecía salida de un cómic de acción.
—¿Qué hacéis aquí?
—Se ha corrido la voz. Unos misteriosos asesinatos en Beacon Hills —aclaró la chica.
—Sabemos que intentáis averiguar algo, así que hemos decidido unirnos —continuó el hombre.
—¿Qué pasa? ¿Habéis desistido con Kate? —preguntó Stiles con aire sarcástico.
—Seguimos cada uno de sus pasos, genio. Pero es más hábil de lo que parece.
A la chica pareció molestarle la intención del comentario.
No tenía ni idea de qué estaban hablando, pero había escuchado ese nombre antes en alguna otra parte. Quizás entre la gente del pueblo, quizás en boca de sus padres.
—Kate... Argent —murmuró a sí misma, aunque lo suficientemente audible como para que todas las miradas se dirigieran a ella—. He oído rumores sobre ese nombre. Los Argent, una familia de cazadores. Pero son solo leyendas —aclaró.
—¿Quién es? —preguntó el tal Derek sin apartar los ojos de ella.
—Selene Sinclair —respondió manteniendo su mirada imponente.
De no ser por su afán de ocultar las emociones, hubiese admitido que la ponía nerviosa.
—Derek Hale —correspondió con seriedad.
Sabía quién era. Se decía por el pueblo que su familia había muerto en un incendio. Él y su tío fueron los únicos supervivientes. Pero nunca le había puesto cara a ese nombre, no hasta entonces.
—Nunca te he visto en Beacon Hills —continuó la chica.
—Yo a ti tampoco —Selene respondió en el mismo tono soberbio.
No sabía muy bien por qué, pero sentía que aquella chica de aire altivo iba a traerle más de un problema liviano.
Lydia carraspeó.
—Scott —hizo un gesto con las cejas señalando en dirección a Selene. Él lo descifró al momento.
—Sel, este es Derek, como ya sabes... y ella es...
—Braeden —se auto presentó.
—¡Pues ya estamos todos! —Stiles rodeó a Braeden y Derek por los hombros. A este último con especial dificultad ya que era unos centímetros más alto que él.
Ambos intercambiaron miradas y apartaron de mala gana al pobre Stiles a la vez.
No parecían lo que se decía "gente muy sociable".
—Hemos visto como alguien entraba en la habitación de arriba por el tejado, ¿alguno de vosotros estaba allí? —preguntó Derek de la nada.
Mierda, iban a descubrirla.
—No, estábamos todos aquí abajo —los miró buscando su aprobación.
—Selene estaba allí —confesó Lydia y le dieron ganas de matarla—. ¿Viste algo?
—No —respondió mirando al suelo, tan rápido que no sonó convincente ni siquiera para ella.
—Miente —dijo Derek.
—¿Qué?
—¿Puedes oírlo, Scott?
"¿Oír qué?"
—Sí... Sel —volvió hacia ella su rostro gentil—, necesitamos que nos digas la verdad. Puede parecer confuso ahora, pero si no nos dices lo que has visto, mucha gente inocente morirá. Y no podremos hacer nada para salvarlos.
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KORRIGAN [Teen Wolf] (D.H)
Fanfiction"No te enamores de mí. No cometas ese error. Porque todos mis sentidos me obligarán a matarte, y detenerme no será una opción." ¿Qué pasa cuando estás predestinada a no amar ni ser amada? ¿Cuando descubres que el mundo que te rodea no es nada pareci...