- Me llamo Ilya.
- Encantada, Ilya.
Le tendí la mano, como había visto hacer a los Avalons que trabajaban en casa, esperando que pudiésemos abandonar lo que éramos al menos unos instantes. Miró la mano curioso. Mierda, ¿no se saludaban así? De repente una pequeña sonrisa apareció en su rostro divertido. Estiró el brazo y apretó levemente. Su mano era áspera y bastante grande en comparación con la mía. Para mi sorpresa, su tacto era muy agradable aunque si lo pensaba bien , desde la muerte de Jane, las únicas personas que me habían tocado me provocaban repulsión.
- Es usted bastante extraña.
La sonrisa había sido muy leve y efímera pero su rostro había cambiado radicalmente. Alrededor de los ojos le habían salido pequeñas arruguitas de expresión que le habían suavizado el rostro. Noté como mis mejillas se calentaban levemente y cuando se dio cuenta soltó mi mano de golpe.
- Discúlpeme, no quería ofenderla.
La sonrisa desapareció como había surgido, rápida y sin dejar rastro de su anterior presencia. Lamenté aquello.
- No, no me has ofendido. Pero, ¿puedo preguntar porqué lo dices?
-Mi señora yo.... De verdad no lo debería haber dicho. Perdóneme.
- Vaya, debes haber pensado algo realmente malo. Está bien si no lo quieres decir, era curiosidad.
Miró hacía abajo ocultando su mirada.
- Me resulta extraño que cuando hable conmigo utilice "gracias" o "perdón".
Se me escapó una risa entre los labios y la nariz de Ilya, ya un poco roja por el frío, se sonrojó un poco más.
-Entonces me lo tomo como un cumplido. El caso es que se debería considerar extraño el que no lo hiciese.
-¿De verdad es usted una noble, señorita?
- Si, por desgracia o por fortuna nací en esta casa.
-!¿Es usted la dueña?! Discúlpeme, la he estado tratando con demasiada confianza. Debería volver a la fiesta.
- Unos minutos más por favor, de verdad que no quiero volver. Además no me estás tratando con más confianza de lo normal.
Suspiró y asintió en silencio. Era agradable hablar con él, a pesar de su formalidad,su expresión facial era bastante descriptiva. Posiblemente se habría llevado más de una paliza por eso.
- ¿El señor Alexey te ha traído? No te había visto antes.
- Sí, estaremos aquí durante dos meses aproximadamente. Aunque seguiremos viviendo en el pueblo como siempre.
- ¿Durante dos meses? ¿Puedo preguntar por qué?
-Umm por supuesto. El señor Alexey nos ha alquilado a vuestro padre para que ayudemos a vuestros Avalons para la fiesta de esta noche, para atender a los invitados que se quedarán en la mansión y para la boda.
-¿Qué? No puede ser...
Dios pensaba que tendría más tiempo antes de casarme con ese desgraciado. Solo el imaginarme estar rodeada por sus brazos me causaba un temblor incontrolable. Me agaché y rodeé mis piernas con mis brazos apoyando la espalda contra el árbol.
Mierda, ¿por qué me afectaba tanto? Tenía asumido que este día llegaría. Miré hacía arriba dejando escapar una nube de vaho. Ojalá pudiera evaporarme como el aire y fundirme con la noche.
-Señora, ¿está bien? Iré a buscar ayuda.
- No Ilya, espera. ¿Tienes más tabaco?
-Sí, claro. ¿Por qué?
- ¿Me darías uno?
- Señora, no sé so debería, es bastante fuerte. Mis pulmones se regeneran rápido y no noto tanto sus efectos pero usted...
- Por favor. Sólo quiero hacer algo que pueda controlar yo misma. Nunca lo he probado y tengo curiosidad.
Forcé una sonrisa temblorosa para intentar convencerle. Suspiró y se agachó a mi lado mientras metía la mano en un bolsillo interno de la americana. Sacó una caja roja de latón bastante usada y llena de óxido de donde saco un cigarrillo ofreciéndomelo. Lo tomé y me lo puse entre los labios como había hecho él. Tomó la caja de cerillas que tenía dentro de la caja de latón y con un elegante movimiento de muñeca prendió la parte posterior del cigarrillo. Su cara estaba demasiado cerca de la mía y podía ver como motas de un rojo más oscuro en sus ojos se movían al rededor de la pupila. Sin querer aspiré de golpe y una bocanada de pesado humo llenó mis pulmones. Empecé a toser desesperadamente como si mis pulmones quisieran escaparse de mi cuerpo por someterles a absorber ese nocivo humo. La garganta me raspaba al toser y los ojos me lloraban.
- Cof, cof. ¿Pero como puedes fumar esto? Cof, cof. Es horrible
- Le avisé de ello. -Se levantó y me ayudó a mi a hacerlo mientras sus hombros temblaban por la risa. Era un sonido asombroso, hacia mucho que no escuchaba una risa de verdad.-Le dije que pasaría esto.
-Uf. Tienes razón, la próxima vez te haré caso. Pero de alguna manera ha sido interesante. No sabía que mis pulmones tenían la suficiente voluntad propia como para intentar escaparse.
Su risa era contagiosa, a pesar de que la causa de ella era yo.
La angustia que me oprimía el pecho se había aligerado un poco, como si al toser el humo, se hubiera llevado con él la presión. Ilya se pasó las manos por la cabeza, echándose el pelo hacia atrás y dejando totalmente visible su rostro sonriente que le hacía parecer bastante más joven.
- ¿Cuántos años tienes, Ilya? - Veinte, señorita. - Hummm así que dos años más que yo.... La que debería tratarte con más respeto debería ser yo. ¿Puedo preguntarte por qué estabas aquí fuera solo? No lo digo como regañina por supuesto, es solo que me da curiosidad el por qué estás solo en vez de estar con tus compañeros. - Es usted bastante curiosa. Bueno, me gusta este robledal y el frío. Además me relaja estar solo. Le entendía totalmente a excepción de que él y sus compañeros posiblemente fueran amigos, o al menos se llevarían bien. Miré hacía atrás y vi pequeños rectángulos de luz que deberían ser las ventanas. Me había alejado bastante de la casa, pero si pudiera me alejaría aún más.
- Supongo que pensamos igual entonces. - Es una descortesía por mi parte preguntarle, pero ¿por qué se ha a marchado de la fiesta? Todos sus amigos están ahí. - No es una descortesía, yo te he estado preguntando a ti todo el rato. Si mis amigos estuvieran allí, no me habría marchado. El ambiente cargado del olor del alcohol, los perfumes y el calor me estaban aplastando. El estar allí supone que tengo que estar rodeada de gente que no me gusta, escuchando sus idioteces y soportando con buena cara sus crueles comentarios.
Se quedó callado mientras me miraba con una mezcla de sorpresa y pena en los ojos. Todo lo que había estado guardando toda la noche se lo había soltado a Ilya. Era normal que me mirase así, posiblemente estuviese pensando que era una niñita mimada que no sabía lo que tenía.
- No quería sonar impertinente, siento haberla disgustado. Supongo que la vida de noble no es tan fácil para todos. Me quedé mirándole embobada. De verdad me estaba consolando él a mi. Realmente era una niña mimada. Lo más seguro es que desde que Ilya había sido pequeño le habían sometido a base de golpe y castigos, pero ahí estaba él consolando a un miembro de la gente que le había maltratado.
- Gracias, no quería soltarte todo eso, pero gracias de verdad. Siento que tengas que estar aquí mientras te cuento mis penas. Será mejor que volvamos. - Todos necesitamos soltar lo que sentimos de vez en cuando. Dicho esto, me coloqué el peinado y el vestido que se habían llenado de hojas y echamos a andar hacia la mansión. No hablamos en todo el trayecto pero no fue un silencio incómodo. No sabía por qué, pero el muchacho me transmitía tranquilidad. Anduvimos unos minutos hasta que llegamos al lago artificial que había en frente de la casa y busqué el arbusto donde había dejado escondidos los zapatos. Me los puse despidiéndome del frescor de la tierra y aguantando el dolor que me provocaban.
- Ilya, gracias por quedarte conmigo. Ha sido muy agradable hablar contigo de verdad, me hacía falta conversar con alguien así. Por cierto si te regañan por haber desaparecido tanto tiempo diles que has estado conmigo, que te pedí que me acompañases por que el calor de la sala me había hecho marearme y tenía miedo a desmayarme, ¿vale?. Siento haberte dado problemas.
- Esté tranquila señora, no me dirán nada, he estado trabajando todo el día y el señor Grivian, el Avalon que se encarga de nuestra supervisión, nos deja que descansemos media hora al día para rendir mejor en el trabajo. También ha sido un placer para mi conocerla.
Una risa se escapó de sus labios mientras hacía una reverencia, al levantarse su cara había vuelto a la serenidad con la que había empezado nuestra charla. Dió media vuelta y se alejó en dirección contraria a la mía. De igual manera, recogí el vestido con las manos para no pisarlo al subir las escaleras y volví a entrar en la sala.
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A través de la Sangre (Annia)
Fantasy¿Un mundo dividido puede volver a ser uno? ¿Qué pasaría si descubres un secreto que puede desencadenar una guerra? En un futuro distopico donde los antiguos humanos ha marginado a los Avalons, dos jóvenes representando a sus diferentes mundos, se en...