El cuaderno

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Empecé a notar movimiento en la planta de abajo. Posiblemente mis padres y sus invitados estaban llegado, así que rápidamente metí el dibujo en la caja de madera tallada y la volví a dejar debajo del armario, pero el cuaderno, al ser de pequeño tamaño, lo pude esconder dentro de mi vestido en unos bolsillos internos de la falda que le había cosido. Me alisé el pelo rubio, casi blanco y retoqué mi vestido asegurándome que no quedaba ni una mota de polvo en la tela y, sobre todo, que el cuaderno no se notase.
Se escuchaban risas masculinas y el sonido de las botas llenas de barro pegajoso. De pronto recordé lo que había ocurrido por la mañana y un sudor frío me bajo por la espalda al imaginar como reaccionaria mi padre si los amigos de Grigori decidían contarlo. Esperaba que la amenaza hubiera sido suficiente. Bajé las escaleras para recibirles, como me habían enseñado, moviéndome lo menos posible para proteger el cuaderno.
- Buenas noches señores.-Fingí una sonrisa cuando vi la cabeza de venado muerto que habían dejado en el suelo. El animal tenía los ojos abiertos y me veía reflejada en ellos. El ciervo, como todos, tenía cuatro astas y motas azules en el costado sin embargo las de éste estaban llenas de sangre y barro. Desvíe la mirada cuando una náusea me recorrió el pecho.
- Vaya, Friederich, has educado muy bien a esta niña. Seguro que será una preciosa y buena mujer.
Grigori se acercó, apestando a sudor y a alcohol y me plantó un sonoro y baboso beso en la mejilla
- Por supuesto Alzac, después de todo es mi prometida y yo no elijo mal.
Los demás hombres soltaron risotadas y yo me excusé en que debía cambiarme antes de cenar para alejarme de la escena. Lo primero que hice al cerrar la puerta de roble de mi habitación fue restregarme la cara con la mano para eliminar la saliva de Grigori. Me quité el vestido dejándolo caer al suelo, me agaché y rebusqué entre los pliegues el pequeño cuaderno negro. Con mucho cuidado y con el oído atento a los ruidos tras la puerta, abrí el cuaderno que crujió tras los años de abandono en esa habitación.
"El pasado nos persigue". La frase, como la de la portada, estaba escrita en letras doradas en la primera página que amarilleaba ya. Pasé a la siguiente y me quedé parada, asimilando lo que leía.
"Estudios genéticos antiguos. T-Aka "
¿Estudios genéticos? Era indudablemente la letra de Jane pero apenas conocía el concepto de las palabras escritas. Solo tenía una vaga idea de lo que era por los libros de historia que tenía sobre los antiguos humanos. Seguí leyendo.
"Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Esta frase me golpea la mente cada vez que avanzo más en mi investigación. Sigo esperando fervientemente que lo que estoy descubriendo sea mentira pero cada paso que doy me asegura lo contrario. El ser humano está condenado a extinguirse pero debido a nuestra naturaleza no nos damos por vencidos. Pisoteamos todo lo que vemos por sobrevivir. Pero ¿realmente vale la pena una existencia que conlleve esta carga de culpa? Si escribo este diario es porque temo que no tenga el suficiente tiempo para llegar al fondo de esto ya que mi familia empieza a sospechar algo, y quiero pensar que alguien podrá continuar con mi legado y el de miles de personas antes que yo. Salvar a la humanidad."
¿De qué estaba hablando? Un nudo se había formado en mi garganta mientras leía. ¿En qué estaba metida Jane? Guardé el cuaderno debajo de mi colchón y me puse un vestido gris bastante sencillo para bajar a la cena. Era de manga larga y hombros al descubierto, ajustado levemente al cuerpo y dejando la falda ligera sobre las piernas hasta por debajo de los tobillos pero sin molestar al andar. Me cepillé el pelo ondulado y bajé a la cena.
Mi madre ya había vuelto. Salir a la calle lejos de mi padre había hecho que recuperase un poco el color, incluso se reía. Sonreí involuntariamente, hacía mucho que no veía esa expresión.
Aunque me resultó raro, la cena fue bastante agradable. Los hombres contaban anécdotas de su día mientras que las mujeres aconsejaban a una recién casada apunto de dar a luz. No hubo comentarios sobre mi boda, Grigori y sus amigos se habían ido por un negocio y la conversación fue estrictamente mundana. Sin embargo no conseguí sacarme de la cabeza el diario. Cuando la cena terminó me fui a la habitación, me desvestí y lavé la cara, y fui directa a sacar el cuaderno de su escondite. Me senté en el suelo con la espalda pegada a la cama. El cómodo pantalón que había cogido del armario de Jane cuando era más pequeña sirvió para mitigar un poco el frío de la noche. Abrí el cuaderno pasando hasta la tercera página, donde me había parado por la tarde.
"Lo primero que he de decir es cómo inicié mi investigación. Fue por un almanaque que encontré en el despacho de mi cuñado. Por causas del azar debía corregir sus cálculos y pude leer todo lo apuntado. Las anotaciones eran las normales pero un nombre me llamo la atención. Una cantidad ingente de dinero se destinaba a una cosa llamada T-Aka. Cuando pregunté a Friederich a qué se refería con ello me miró sonriendo y me dijo que era lo que nos hacía mejores. No me dio más información, pero la forma en la que me miró me provocó el deseo de conocer más. Investigue en la biblioteca de la casa y tras meses de búsqueda encontré un libro carcomido que hablaba de la destrucción de los Antiguos Humanos y de cómo habíamos conseguido salvar lo que quedaba de humanidad. El libro contaba como los Antiguos habían iniciado un periodo de interminables guerras cada vez más destructivas, con armas que desarrollaban para matar a más gente en el menor tiempo posible. La guerra había mermado mucho a la población pero la utilización de armas químicas había dejado una impronta de contaminación y de algo llamado radiación en la tierra. Los animales y plantas morían. El planeta se moría. Pero su caos también generó su salvación. Una pequeña ave llamada colibrí negro muy irradiada empezó a cambiar, produciendo en su interior una toxina que le permitía eliminar la radiación de sus alimentos y del medio para así poder sobrevivir. Los supervivientes de las guerras se dieron cuenta del potencial que podría tener y consiguieron extraer la toxina del ave. Esta toxina conseguía eliminar las enfermedades que surgían a causa de la radiación y alargar la vida de los humanos que había quedado mermada drásticamente. Sin embargo, al extraer la toxina, el ave moría y no conseguían repetirla de forma artificial. Pronto las aves se extinguieron por su explotación masiva y su salvación se desvaneció como la niebla y...."
Maldita sea. El moho había destrozado parte del cuaderno. A penas se podían leer algunas anotaciones en todo el cuaderno. Intenté descifrar los restos de tinta que quedaban pero solo conseguí leer el nombre del libro. Avalons.



A través de la Sangre (Annia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora