VII: El tiempo corre

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—¿Crees que cuando se enteren nos van a odiar? —pregunto.

—Para mi padre, no hay odio en su vida. Simplemente se decepcionará. Pero el tuyo...

—Lo sé.

Él toma mi mentón y me pierdo en sus ojos por varios segundos. Son tan azules que sentía que miraba el cielo, me sentía embrujada entre sus brazos.

—No importa que pase, siempre voy a estar a tu alrededor.

—¿Estás escuchándome?

Parpadeo varias veces cuando Lander me habla. Habíamos salido a comer con Manson para distraerme un poco de lo que pasaba en mi vida, pero aun así, recordaba momentos de ella en los que fui feliz. Sacudo un poco mi cabeza para olvidarme de esos recuerdos, no quería pensar en ellos después.

—Sí —respondo en modo automático.

—¿Qué fue lo último que dije?

Maldita sea. Miro a Manson y se ríe al ver mi cara de confusión, lo veo susurrar: padres. Por eso lo amaba.

—Que nuestros padres han estado llamando.

Lander rueda sus ojos.

—Sí, por favor devuelve las llamadas. Odio ser la paloma mensajera.

Me encojo de hombros. Terminamos de comer y subimos al auto. En el transcurso de volver a casa, nos detenemos en la iglesia local y la observo de reojo. Manson y Lander se bajan para hablar con los padres del primero, aquellos que son dueños de esa pequeña iglesia de la cual odio entrar. La primera vez había sido cuando murió Javier y eso fue hace muy poco.

Suelto un suspiro. Siento el picor en mis manos, aquellas que no tienen guantes y puedo notar varias líneas en la palma de estas, las volteo. Observo nuevamente aquella iglesia y frunzo el ceño cuando veo una figura arriba donde está la cruz. Hay alguien detrás de él.

Me bajo del auto y camino hasta la entrada. Mi respiración se irregulariza a la vez que siento algo liquido recorrer mis dedos. Aquella persona es empujada y cae justamente a mis pies, llenando todo mi cuerpo y rostro de sangre. Suelto un grito y caigo hacia atrás.

—¡Faith! —grita Lander—. ¡¿Qué sucede?!

No reacciono por varios segundos y luego lentamente volteo a verlo. Él parece asustado de mi reacción. No entiende que pasa y mucho menos yo cuando veo que no hay nadie en el suelo. Todo está impecable.

(...)

—Tiene que volver con el psicólogo.

—No puedes obligarla, Lander. Primero habla con ella para ver si está de acuerdo.

—¿Es que acaso no la ves? La última vez había gritado en su habitación y la encontré en un rincón sangrando. Ahora, la encuentro de la misma manera.

—Quizás si hablas con ella, puede ser que se abra un poco más contigo.

—Algo está mal.

Dejo de escucharlos y camino hasta mi habitación. En años anteriores, Lander y yo habíamos sido unidos, tanto que ni siquiera podía estar sin él. Desde hace meses todo se volvió extraño entre nosotros. Me había ido a casa de mis padres para poder evitar a Lander, pero vivir con ellos fue totalmente peor. Entonces volví a casa hace dos meses y siento que no es mi casa, solo es un lugar que uso para dormir.

Me quedo pensativa en lo que vi. Yo sé lo que vi, se sintió muy real y solo puedo pensar que todo esto es una señal. Camino hasta la mesita de noche y saco todas las notas, incluyendo la que Demonic me había dado, pero me di cuenta que no me dio la suya, sino la de Sam. Recuerdo que decía la suya y la anoté en una hoja aparte para no olvidarla.

DEMONIC - EL ORIGEN  (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora