Vigésima carta.

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¡Mami!

Falsa alarma, era un gatito muy pequeñito.

Lo agarré con cuidado y me lo guardé dentro de la camisa para que no le diera mucho frío.

Le preparé leche caliente y la serví en un vasito pequeñito que tenía papi en el fondo del armario.

Lo hice beber un poquito y se durmió.

Aproveché a hacerle una casita con una pantufla de papi y uno de sus calcetines que no huelan mal para darle calor.

Dormimos juntos en mi cuarto.

Después, me desperté con los maullidos del gatito y papi me vino a ver con un biberón lleno de leche.

¡Se lo bebió todo!

Cuando papá se fue, llamaron a la puerta.

Era Josh.

Decía que necesitaba ayuda con un problema que le costaba mucho.

Y le ayudé.

Bueno, le hice los deberes prácticamente.

Porque él se quedó jugando con mi gatito todo el rato.

Yo también quería jugar.

Así que me levante y jugué.

Pero llegamos a un punto en el cual Josh me acorraló en la pared y me miraba muy serio.

No paraba de mirar a mi nariz.

Espera, no era mi nariz.

Me miraba los labios.

¿Por qué mami?

Bueno, luego agarró su mochila y guardó los cuadernos dentro de ella para irse muy rápido de la casa.

¿Qué pasaba?

Bueno, cualquier cosa yo sigo jugando con mi gatito.

Con amor, de tu pequeña Bean.

Querida Mami (Joshler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora