19. Tu Luz y mi Esperanza (Final)

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Hikari

-Vamos cariño, no tengas miedo- Una voz varonil inundó el espacio

-No me sueltes papá, me voy a hacer daño...- Otra voz se unió al espectáculo, pero esta vez se trataba de una niña- ¡No me sueltes!

El paisaje iba tomando forma respecto pasaban los minutos de un reloj imaginario, al principio fue en vacío cubierto por un color blanco, pero ahora es diferente, se puede mirar lo que hay alrededor. Un hombre de unos treinta y tantos años iba corriendo sujetando la parte superior y posterior de un pequeña bicicleta el cual la montaba una niña pequeña de unos ocho años de edad. Desde lejos se podía acertar que se trataba de un padre enseñando a pedalear sola a su hija, era lo más normal del mundo ver aquellas escenas tan conmovedoras. Ambos tenían el pelo castaño y corto con los mismos ojos de color rubí, eran casi idénticos. La expresión de la pequeña era de pena, estaba asustada, triste, malhumorada y todos los sentimientos negativos existentes y descubiertos hasta el momento ¿Por qué se encontraba con esos ánimos? Podría decirse que se trata de los nervios al manejar por primera vez algo tu solo, pero no se trataba de eso, sino de algo más profundo y siniestro que haya provocado la angustia de la niña; el padre tenía los labios rectos, los ojos con dirección al pavimento transitorio, no mostraba ningún tipo de emoción. 

-¡Déjame bajar!-Gritaba la chica

Gritos incesantes comenzaron a proceder, delante de ellos había un precipicio rocoso de unos niveles extremadamente altos entre el suelo y... la montaña con una red de carreteras rodeándola. Estaban más cerca de llegar a punto el cual caerían sin la esperanza de poder salir ilesos "¡Suéltame!" La niña con toda fuerza y desesperación deseaba saltar de la bicicleta y ponerse a salvo pero cada vez que lo intentaba era detenida por las fuertes manos de su padre "¡Qué alguien me ayude!" Era inútil, ningún vehículo recurría por esas áreas en esos momentos ¿Qué hacían en medio de una carretera elevada? Podrían haber elegido un parque para practicar a montar pero no... Aquí había algo inquietante cuyo propósito era complicado de descifrar "¡Nos vamos a caer!" Estaban ya en el último peldaño de una roca sostenida por unas paredes montañosas, un paso más y caerían directamente hacia abajo asegurando una muerte segura, pero por suerte el hombre se detuvo a tiempo. Estuvo un buen rato mirando un extraño cielo, era un día luminoso sin nubes que taparan los provenientes rayos de sol, pero lo peculiar era una bola gigante y brillante que se hacía presenciar en lo más alto del espacio exterior "¿Qué es eso?" Preguntaba la niña temerosa a su padre rogando que no dijera la palabra "Meteorito" Pero no respondió, ignoraba cualquier tipo de contacto. Aquella bola se iba acercando a una velocidad incalculable, en pocos momentos podría impactar contra la Tierra "¡Es un meteorito! ¡Huyamos!" Nuevamente intentó librarse de la presión que ejercía su padre sobre ella, no tuve éxito por lo que no tuvo más remedio que cerrar los ojos y esperar un proveniente fin "¿Qué hago aquí? Estaba con los demás luchando contra Imperialdramon... ¿Por qué soy una niña pequeña? Algo debió pasar tras ese ataque mortal que nos derrotó a todos... ¡Chicos! Espero que estéis bien, no... no debo perder Esperanzas ¿Conozco a este hombre? Por supuesto que sí, es imposible olvidarme de su cara... Papá estás con vida, debería estar alegre pero en vez de eso no puedo mostrar mi felicidad ante ti... Puede que sea el miedo que tengo ahora por esa gran roca que viene hacia nosotros" Pensó la muchacha, tenía las manos sudorosas y sostenía con fuerza su pantaloncillo rosa, el pañuelo que llevaba alrededor del cuello parecía ahorcarla, pero solo eran imaginaciones suyas. El meteorito estaba a escasos kilómetros de ellos, era cuestión de minutos que impactara "Si tengo que morir, lo haré junto a ti, papá" Los minutos pasaron y la cuenta tras comenzó, dentro de 10 segundos toda una amplia área terrestre quedaría destruida completamente...9...5...2... "No es tu hora, Hikari" Dijo el señor Yagami mientras levantaba con fuerzas la bicicleta con su hija encima y se lanzaban por el precipicio. Estaban cayendo, Kari quería gritar y llorar cerrando los ojos pero le era imposible, iba a ver como su pequeño cuerpo quedaba destrozado tras el impacto, encima de ella el meteorito ya había mantenido contacto con el pico de la montaña ocasionando su progresiva destrucción "Quiero llegar ya al abajo, no quiero que esa roca gigante me pulverice" Tres segundos más tarde la punta de su nariz rozó el pasto verde, Hikari estaba suspendida en el aire a pocos centímetros del suelo, su cuerpo flotaba mágicamente con el inconveniente de no poder mover ninguna extremidad salvo su cabeza; miró a la izquierda y visualizó a su padre apoyado en el tronco de un árbol con la bicicleta en perfecto estado descansando sobre unos arbustos "No... No me puedo mover ¿Por qué estoy flotando?" El hombre no respondió, dio un chasquido con sus dedos e hizo que el cuerpo de la chica se diera media vuelta y observara lo que había encima de ella... Se trataba de un meteorito en pleno acto de destrucción, se había detenido sin ninguna explicación lógica que la interprete, pero Kari destacó algo que podía resultar cruel en ciertos aspectos, el color de la gran roca se teñía de un púrpura iluminado por pequeños y notorios fluorescentes, los cráteres parecían estar moldeados para lograr una figura que se asemejase a seres u objetos de la realidad; también se apreciaba una majestuosa destrucción, los arboles volando en mil pedazos, las rocas desperdigadas por el aire... Era un caos digno de ver "¡Que cosas pienso! Esto es horrible..." Kari dejó de  levitar y toco suelo, pero los objetos que la rodeaban seguían inmóviles, intentó mantenerse calmada pero el sentimiento de pérdida que la invadía por dentro la limitaba a reaccionar con certeza. Fijo su vista en su padre, llevaba un cuchillo que le servía de lima para sus uñas; la chica se iba acercando, pero poco a poco se daba cuenta que el hombre era más alto de normal; bajó la vista y vio unas zapatillas rojas con unos decorados blancos, siguió subiendo para percatarse del atuendo que llevaba, unos finos pantalones rosas que le llegaban hasta las rodillas, una camiseta a tirantes de color amarillo y un pañuelo rosa cubriéndole el cuello; se llevó rápidamente sus pequeñas manos a la cara para percatarse de que era más pequeña y que el pelo lo tenía de otro estilo... "No puede ser, esta ropa la llevaba el día que fui al Mundo Digital... Y me veo más pequeña... Oh no... Creo que por alguna razón he vuelto a tener ocho años" En efecto, la niña Yagami volvió a ser una menor; tal fue la impresión que se metió unos cuantos golpes leves en la cabeza esperando que todo fuera un sueño y despertara "No hagas eso, hija... Aún no ha llegado tu hora" Ambos se perdieron en la mirada del otro, poco tiempo más tarde todo el paisaje de sus alrededores empezaba a desintegrarse en pequeñas partículas notorias yendo con dirección a un supuesto cielo. Al final no quedo nada salvo un espacio azul, Hikari y su padre que le estaba dando la espalda y caminaba a una dirección inespecífica; Kari intentó ir tras él pero cuanto más quería acercarse más se alejaba... Lo estaba perdiendo de vista "Cumple con tu función cariño, sé que lograras encontrar la salida" ¿Salida? No le quedó muy claro lo que quería decir el hombre, se mantuvo quieta y quedo expectante viendo como el padre desaparecía en una inminente niebla. La chica se sentó en un suelo inexistente, se llevó la cara contra las rodillas y se quedó mirando el espacio verde que había bajo sus pies, al poco rato las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos "¿Qué debo hacer? Estoy sola... ¿Dónde estás Tai? ¿Gatomon? ¿Takeru? Creo estoy muerta pero mi padre dice que aún no es mi hora... Lo que está pasando ahora no es real ¿Acaso estoy en el cielo? ¡Odio esto!" Cerró sus párpados por unos breves minutos y cuando los abrió vio que estaba sentada encima de arena, llevó sus manos al suelo y sintió un contacto tan real que hasta percibió lo caliente que estaba... Elevó su cabeza y vio el mar, una extensión gran de agua calmada, sin ninguna ola, el espacio había perdido su color verde y ahora se tornaba de un anaranjado que solían representar las tardes de otoño. La niña se puso de pie con algo de dificultad, por alguna razón las piernas las tenía doloridas "Estoy en una playa..." Se dio media vuelta y observó unos grandes edificios que se hacían imponer delante de ella, lo extraño es que no se escuchaba ningún tipo de ruido, ni coches ni personas, solo estaba ella. Hikari sintió un peso en uno de sus bolsillos, metió su mano en la abertura para ver de qué se trataba... Sacó un D-3, pero no era el de ella, el aparto tenía el color verde y blanco, al segundo reconoció quien era su dueño "Este es el D-3 de TK ¿Por qué lo tengo yo?" En la pantalla estaba el emblema de la Esperanza emitiendo una suave luz "¡Ayuda!" Un vocecita inundó el lugar, alguien parecía estar pidiendo ayuda, Kari miró por todos lados intentando ver de quien se trataba pero no notaba nada singular. La voz seguía mostrándose por lo que pequeña decidió guiarse por el sonido, comenzó a correr por donde el ruido era cada vez mayor... Llegó a un puesto de lados en mal estado, era de madera podrida y parecía que con solo recibir un golpe se iba a derrumbar "¡Auxilio!" Hikari se acercó con cuidado con las manos a la altura de cabeza temerosa que de pronto salga algo que la pueda hacer daño, fiarse no era muy conveniente en esos instantes. Pero cambio de idea al ver una colita naranja moviéndose dentro de una lata medianamente grande de helado de vainilla, encima de ese envase había una tabla de madera que servía de apoyo del techo, si la quitaba todo se iba a venir abajo; la chica no se lo pensó dos veces, cogió la lata  y tiró con todas sus fuerzas, logró sacarla y llevársela lo más lejos posible mientras el puesto terminaba cayéndose provocando una condensación de polvo y arena "Estuvo cerca" Comentó la niña con el envase aun en las manos, la inspeccionó y sacó de ella el causante de las pedidas de socorro, un Digimon salió y se dispuso a volar con sus alas de murciélago "Por fin libre, tenía miedo que si saliera por mi cuenta toda esa madera cayera encima de mí... Espera ¿Kari, eres tú?" Se trataba de Patamon, tenía unos cuantos rasguños alrededor de su cuerpo una expresión alterada por lo que estaba viviendo ahora, Kari se sentía igual que él de desconcertada.

Tu Luz y mi EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora