2. Confesiones

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Takeru

-No es justo TK, ¡me lo prometiste!-una voz chillona levantó la voz

-No seas tan llorón Patamon-le respondió TK, que estaba sentado en el sofá viendo la televisión- hay cosas más importantes que simples caprichos, iremos a verla otro día

El pequeño Digimon volador tenía los ojos vidriosos y se fue volando hacia la habitación de su compañero, cerrando sorprendentemente fuerte su puerta. Últimamente el chico rubio no le prestaba la atención necesaria a su fiel amigo, había algo en él que lo incomodaba y sabía la razón pero no quería admitirlo. Fueron largos días de preocupación por alguien que ni siquiera puede decir donde vive, ya eran amigos y no habría porque ocultarse las cosas; Kirika le había llamado la atención, pero para nada por su belleza sino por el dolor que TK podía sentir de ella. Su hermano le dijo una vez que uno de sus deberes más importantes en su vida era mantener la esperanza de otras personas en pie, impedir que la pierdan era su deber como digielegido, pero ¿Quién había elaborado tal ley? Quizá fuese una cuestión de moralidad.

Takeru tenía su alarma a las 20:30 (8.30 pm), donde debía de ponerse una ropa más decente de la que llevaba e ir tranquilamente al sitio donde había quedado con Kirika. Tenía algo importante que decirle, para él ahora misma era la segunda chica en la que puede confiar, la primera es su buena amiga Kari. El muchacho hundió su cabeza, se acordó de aquel día donde su pequeña amiga vino a su casa y le chilló unas palabras muy fuertes... ¿Todo lo decía en serio? Nunca había visto a Kari celosa, pero más que celosa estaba decepcionada; TK admitió que la había abandonado, que la había apartado de su lado por un buen tiempo, que ya no quedaban para ir al restaurante del tío Ku todos los viernes después de la universidad. Esto no era lo que él pretendía, solo necesitaba un tiempo para dar el siguiente paso... En ese momento que apareció Kirika había pensado, aparte de tener su amistad, en poder entrar en lo más fondo de sus sentimientos y averiguar su dolor. Nadie entendería que trata de decir por eso decidió quedárselo para el mismo.

Algo empezó a golpear una de sus ventanas.

-¿Qué...?- Dio media vuelta y vio una silueta felina que lo miraba indescriptiblemente

TK se puso de pie y fue hacia donde se producían los golpecitos, deslizó la ventana. Era Gatomon, ahora que la veía mejor tenía una mirada muy triste y eso era muy raro; cada vez que venía a su casa estaba alegre de poder jugar con Patamon pero esta vez era diferente...

-¿Pasa algo? –preguntó el chico apoyando su mano en la pared

-Nada- saltó de la ventana hacia el interior de su piso, a cuatro patas andaba lentamente hacia la habitación del muchacho, pero se detuvo volviendo su cabeza para mirarlo- Eres tonto, tú e Hikari ¡sois muy tontos!

Aquello último lo gritó con bastante fuerza, la habitación se abrió y salió el pequeño Patamon volando y se posó en la mesita que estaba en el centro del salón.

-¿Qué pasa amiga?-El Digimon la miraba con empatía pero a su vez desvía una mirada de enfado hacia TK

-Escucha Patamon, pase lo que pase entre esos dos...-decía Gatomon mientras que con una garra señalaba al rubio-no nos dejaremos de ver ¿entendiste?

-Claro que sí-dijo el Digimon volador esbozando una pequeña sonrisa

Ambos Digimon se quedaron mirando el uno al otro unos largos segundos, pero de lejos se podía notar que estaban muy tristes y no se les podía culpar por aquello. A Patamon se le derramaba una lágrima, luego otra y otra hasta caer en una llanto gigante; a su vez Gatomon intentaba consolarlo pero esta cayó también en la tristeza... ambos estaban llorando, aquel llanto de ambos era como clavarle un puñal a una persona. TK se sentía un idiota, no solo había dejado de lado a Kari, sino a dos de sus buenos y fieles amigos. Estaban sufriendo por dentro, y si no mostraban lo que sentían era porque no quieren que nos preocupemos por ellos. También son seres vivos con mente racional, no deberían de quedarse callados. El chico se acercó a ellos y se arrodilló; cogió a Patamon con su brazo derecho y a Gatomon con el izquierdo, y los acercó a su pecho dándoles un fuerte abrazo.

Tu Luz y mi EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora