15. Mi Verdadero Amor

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Takeru

"¿Cómo he acabado de esta forma? No es justo que el destino me trate de esta manera, yo he sido una persona muy amable, nadie tiene referencias malas sobre mí exceptuando a Davis... ese chico es un caso aparte. Hubo veces en el pasado donde actuaba de forma severamente extraña, pues no podía ser más que los horribles recuerdos que me invadían de un forma tan repentina que se le podía denominar tortura. Quería escribir en los papeles de este cuaderno los días que pasan y las horas que sigo en pie si no es descansando... Han pasado dos dolorosas semanas, cada día es un golpe en el pecho, tanto Patamon y yo hemos estado viviendo en unas situaciones despreciables, en especial yo que tenía unas altas probabilidades ser vistos por esos Poseídos; he corrido, me he escondido... hasta he acabado con la vida de uno de esos locos descontrolados ¿Pero que podía hacer? Era él o yo, mi futuro depende de cada paso que dé, de mis objetivos que me proponga hoy y mañana y sobretodo de no perder esa chispa que suelo llamar Esperanza ¿Qué haría yo si la pierdo? Se me hace fácil imaginármelo, quizá ya estuviera tirado en un rio convertido en un cadáver. Dejando de lado todas mis desdichas, quería empezar a escribir sobre algo que por más que quisiera no se me quitaba de la cabeza; estoy sentado en el pasto apoyado en un árbol cuyas hojas me cubren un poco del sol, me encuentro algo apartado de una pequeña localidad cuyo nombre no recuerdo en estos momentos; Patamon se encuentra dormido, no ha desayunado y eso lo habrá debilitado. Aún me sigo abrazando a mí mismo intentando conseguir el calor que me ella me brindaba, esa paz que despliega con solo mantener un contacto físico con su piel; siempre me propuse a escribir una historia de amor, una que tenga un bonito comienzo y un bonito final, pero por más que quisiera siempre acababa de una manera trágica y decepcionante para cualquier lector ¿Qué era lo que pasaba? Simple, yo tenía una visión diferente de la palabra Amor, la expresaba como aquel sentimiento que poco a poco se iba gastando hasta volverse una lluvia de polvo. Mi padre, mi madre y hasta mi propio hermano aceptaban mi debilidad cuando solo era un niño de ocho años, pero pasando los años fueron ignorando mis sentimientos o temores que permanecían en una gran parte de mi corazón. Me sentía triste y hundido, intentaba disimular mi dolor con unas sonrisas falsas que parecían muy reales. Podría decir que el mudarme a Odaiba fue un regalo que me brindó el destino, me sentí alegre aquel primer día de clases, y no fue porque conseguí amigos al primer momento sino por ella; estaba en mi clase y lo mejor de todo era que me recordaba, yo... siempre la tuve presente. Eras tan dulce, tan pequeña y a la vez que tierna, te consideraba la cura de la infección de maldad que cubría la mayor parte de mi pobre corazón ¿Qué tienes tú que las demás no? Puede que sean tus ojos rubíes, o tu suave pelo castaño y corto que desprendía un suave aroma de limón... no, no era eso, llevas algo dentro que ilumina mi sendero, eres mi guía que me mostrará el camino a la felicidad, porque solo con estar contigo, sé que mi futuro será compartido, una parte para mí y la otra para ti... Lo tenía muy claro y lo sigo teniendo. Te cuento que he sufrido, que a veces me llamo a mí mismo El Mar Oscuro en persona, cuantas veces tuve que ir a urgencias por constantes derramamientos de sangre producidos por mi cobardía e imprudencia, solo causaba preocupación a mis seres queridos, preocupación y molestia por tener a alguien como yo... Te juro que me llegué a odiar, tanto que cambie mi actitud de un día para otro, despreciaba a mi madre, la trataba con total asco... Por no tenerla cerca me escapaba de casa, hubo veces que me quedaba a dormir debajo de un puente que se encontraba en la playa de la ciudad, porque al sentir mi pecho desnudo en contacto con la árida arena pretendía buscar algún parecido a tus celestiales abrazos. Me llegaste a odiar, lo sé, te ignoré, te miraba fríamente e inclusive te apartaba de mi cuando intentabas tocarme... No espero que lo entiendas porque para serte sincero yo tampoco lo entiendo ¿Será por mi naturaleza llegar a ser cruel con las personas que más aprecio? Si ese fuera el caso, preferiría vivir aislado en vez de causar daño a los demás. Recuerdo una suave noche de Noviembre, yo escribía una triste melodía que representaba en cada palabra mí día a día; mi madre tenía que quedarse toda la noche en su oficina y le pidió a mi hermano que se pasase a verme después de tocar con su banda. El oscuro cielo mostraba con total belleza los pequeños puntos brillantes denominadas estrellas, eran tantas que resultaba imposible contarlas. Mi puerta sonó en aquella ocasión, yo pensando que era el serio de mi hermano fui a abrirla y para mi agrado no fue él, sino tú... Te abalanzaste sobre mí y lloraste apoyando tu cabeza en mi hombro, me podías...no, me rogabas que volviera a ser aquel chico de la sonrisa falsa ¿Cómo me pedías eso? Mi verdadero yo es ser una persona despreciable, un marginado de la sociedad, yo no molesto a nadie y nadie debe de molestarme. Te llevó a mi habitación para sentarte en mi cama y platicar lo que no hemos conversado durante meses; intentabas tocarme las manos pero yo las apartaba porque ya conocía el efecto que iba a tener al mantener un contacto contigo. Mi mirabas, yo te miré, no intercambiamos palabras durante un buen rato, esperaba que tú iniciaras la conversación... pero con solo ver esos ojos tan tristes que poseías se me hacía suficiente saber lo que pasaba por tu inocente mentalidad; tu lloras, pero nadie lo ve, eres como yo y recién me doy cuenta; pretendes estar bien cuando es todo lo contrario, ocultas tu tristeza con los demás pero conmigo la demuestras sin ningún problema ¿Por qué? Es una pregunta sencilla, siempre hemos estado unidos, en las buenas y en las malas como en ese momento; y sin darnos cuentas hemos juntado nuestras almas en una, los dos formas uno, y sinceramente me siento muy feliz de que sea así... Yo dejé mi estúpido problema sentimental a un lado, llevé mis manos a tu rostro para acariciarlos... Eres tan suave, tan dulce, tan inocente ¿Enserio te merezco? Me da igual, te toqué, tú me miraste y después me sonreíste; tu sonrisa clavó una estaca invisible dentro de mi pecho, mis emociones cobraron vida y me hablaron... Me repetían constantemente que no dejara de tocarte, que siguiera rozando mis dedos por tus perfectas y rosadas mejillas... Tú te acercaste más a mí, me dio miedo y mucho, no sabía lo que iba a pasar a continuación pero mis instintos guiados por mi corazón lo sabían a la perfección. Vi tus labios, pequeños y atractivos ¿Qué me pasaba? No podía dejar de mirarlos... Pero al final lo hice, porque cerré mis ojos y llevó mis labios para juntarlos con los de ella. El beso que volvió a encender las luces que se habían apagado en mi interior, volviste a mí para hacerme brillar, para darme cuenta de maldad que estaba creciendo en mí, viniste a mí para salvarme... Nuestro contacto fue tan intenso que tuvo que llevarlo a otro nivel, te puse boca arriba encima de mi cama, te sujetaba ambas muñecas contra las sábanas y te miré por última vez a los ojos para después volver a cerrarlos y llevar mis salados labios a tu cuello; éramos tan jóvenes, muy inexpertos pero ¿De quién debía aprender? Nadie me enseñará a quererte como lo hago ahora, y aún sigo pensando que la pasión que sentimos aquella noche no la sentirá nadie en toda su vida, fue nuestro encuentro especial. Tú gemías, al principio me pedías que parara, pero los latidos de tu corazón decían lo contrario, tuve que seguir porque era nuestro destino encontrarnos el uno al otro... Poco a poco iba deslizando mi mano por tus descubiertas piernas, te acariciaba y tú disfrutabas; me levanté unos escasos centímetros y me acerqué a tu oído para decirte que amaba, era la bendita verdad, amaba cada parte de tu cuerpo, te amaba a ti por estar siempre a mi lado aunque estemos separados... Y te amaba sobretodo porque has venido a salvarme, eres mi ángel, mi dulce y pequeña ángel, te tenía en mis brazos disfrutando cada parte de ti ¿Qué más podía pedir? Nada, estos fueron mis recuerdos del día donde pudo ver la salida de la oscuridad, estaba liberado, fue tan mágico que podía tratarse de un cuento de hadas donde yo era un pobre miserable que rondaba por antiguas calles medievales y ella mi princesa celestial... Pero nuestra pasión se vio suspendida ante la presencia de un ogro al que yo llamo hermano, mi hermano mayor Matt entró a la habitación y nos vio disfrutando del uno al otro, fue tanta su impresión que terminó largándose de mi casa con su típica expresión de enfado ¿Y qué más me da? Mi salvadora y yo nos reímos y terminamos de disfrutar nuestra noche hasta el provechoso amanecer. La tarde del día siguiente me senté en mi mesa, saqué una hoja y un bolígrafo y empecé a escribir... No puede haber un comienzo feliz y un final feliz... Ese fue mi error. Comencé una historia con un trágico comienzo y acabé con un hermoso final; fue mi primera historia de amor, fue una metáfora de lo que pasó en mi vida hace unos meses hasta el día de ayer, donde estuvimos tú y yo... El título lo tenía claro, siempre lo tuve claro y con todo mi orgullo lo escribiré, Tu Luz y mi Esperanza, ambas palabras nos representan, resultará muy simple, pero entiéndelo, estoy tan enamorado de ti que dejo de pensar en muchas cosas, te lo volveré a repetir toda mi vida hasta que me quede sin aire... te amo, Hikari Yagami"

Tu Luz y mi EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora