1• Eres nuestro.

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¿Cuantas veces hemos escuchado que nadie tiene la vida comprada? Frases como: "La vida es corta", "Nadie es eterno", "La muerte acecha en cada esquina", "Nadie se salva y viene cuando menos te lo esperas".

Yuri Katsuki solo a llorado una muerte; A los dieciocho años, cuando su mascota de toda la vida murió a causas de la edad perruna. Jamás creyó que la próxima vez que recibiría la noticia de la muerte de alguien sería otro amigo. O una amiga.

Yulia Nikola fue su compañera de departamento y pareja en el London Ballet, desde que Minako los presentara a los quince años, ambos conocidos como los mejores bailarines.

Fue Yuri quién ánimo a su amiga a declararle su amor al patinador Ruso Mathew Plisetsky -cuando fueron al país por una presentación de ballet-, y fue Katsuki quien siempre los apoyó por sobre todas las cosas. Yulia era mas que una amiga, era su hermana en mas de un sentido y la adoraba como tal.

Fue Mathew quién le presentó a su mejor amigo y primer amor de Yuri: Víctor Nikiforov.

Aún creé que puede ver a Mathew y Yulia, ambos vestidos de blanco parados juntos en el altar de la iglesia. Aún creé escuchar la risa de su amigo cuando bromea con Víctor, así como la dulce voz de Yulia enseñándole una nueva receta para postre y pidiéndole ayuda con un nuevo paso de baile.

¿Como puede la vida abandonar a dos personas tan maravillosas?

Su celular sonó exactamente a las 3:43 de la madrugada. Yuri tuvo que hacer maniobras para salir de entre las sábanas y desenroscar el brazo de Víctor de su cintura para lograr alcanzar el teléfono sobre la mesita de noche.

El joven matrimonio Plisetsky no tenía familia, así que los únicos contactos de emergencia eran él y Víctor.

Llegaron al hospital exactamente veinte minutos después de que el teléfono se resbalara de la mano del japonés, aún en pijamas corrieron hacia la recepción solo para que los aislaran en la sala de espera.

Yuri odia los hospitales; el ambiente sombrío, la desesperación flotando en el aire, los gritos silenciosos, los murmullos de rezos y los sollozos por pérdidas invaluables. Lo odia. Aunque paradójicamente a eso, el olor a medicamentos y cloro le agrada un poco.

Fue después de veintisiete minutos sentado en una incomoda silla gris, mientras veía a su esposo caminar de ida y vuelta por el pasillo con la mano en la barbilla, tan preocupado como él, que el médico por fin salió. Vestido aún con bata quirúrgica y notorias manchas de sangre que le revolvieron el estómago, Yuri sólo necesitó un vistazo a su rostro cansado y la mirada de compasión para comenzar a llorar.

Habían salido a una muy merecida cena romántica, a celebrar su segundo aniversario de bodas . No iban muy rápido, Mathew siempre fue meticuloso en todo lo que hacía, sobre todo sí de su bella y joven esposa se trataba. Fue un tráiler en el momento y lugar equivocado, un chofer que había trabajado más de 40 horas sin dormir y quién creyó que cerrar los ojos por un segundo no haría daño a nadie.

Yulia murió al instante. Mathew en la sala de operaciones.

Sollozos, ahí están de nuevo; los sollozos típicos de un hospital. Aunque Yuri no sabía de qué lado del pasillo venían, incluso si salían de la garganta de Víctor o de él mismo.

Fue mientras el médico le preguntaba a su esposo qué deberían hacer con los cuerpos que algo en el pecho del azabache se encendió y detuvo las lágrimas, reservándolas para más tarde.

-El bebé... -Susurró, llamando la atención de ambos hombres - Ellos tenían un bebé de tres meses... ¿Él está...?

El doctor dirigió su mirada desconcertada a Yuri, luego a Víctor y de nuevo a Yuri -. Hasta dónde yo sé, no había nadie más en el auto.


Tuvieron que esperar dos días para ver al bebé después que se informara que se encontraba sano y a salvo en el hogar Plisetsky, al cuidado de su niñera. Una estudiante de preparatoria, vecina del joven matrimonio.

El abogado de los Plisetsky, así como una trabajadora social les informaron que, al no contar con más familiares cercanos en el país, el joven matrimonio había dejado los derechos de todo lo que tenían a ellos: sus mejores amigos. Incluida la custodia de su recién nacido.

-No hemos logrado calmarlo y no se deja alimentar.

-Por supuesto. Él es bastante huraño con desconocidos -. Dijo Víctor a la trabajadora social que los guiaba por el orfanato.

Yuri sintió otra opresión en el pecho. Ese sentimiento que no lo ha abandonado en las últimas 48 horas, desde que se enteró que no volvería a ver a su mejor amiga ni al esposo de ésta. Y sabe que ese dolor no desaparecerá jamás, pero deberá aprender a vivir con ello. Por el bien del bebé que ha quedado a su cuidado.

El japonés le da un apretón a la mano que sostiene firmemente y sonríe ligeramente cuando Víctor reafirma su agarre. Están decididos. No tuvieron que hablarlo en lo absoluto. Ellos tomarían al pequeño Yuri.

Yuri Plisetsky. Yulia y Mathew lo nombraron así por él.

"Fue por tí que nos conocimos" habían dicho ante el bochorno del azabache. "Además eres toda la familia que tengo, Yuri" fue la sentencia de su amiga. Claro que los dos Rusos no tardaron en darle un apodo a la inocente criatura. "Será muy confuso" se excusaron ante la malhumorada madre.

Víctor y Yuri fueron las primeras personas que vieron al rubio en cuanto nació. Recuerda a Víctor riendo mientras abrazaba a un sollozante y feliz Mathew mientras Yulia le pasaba al bebé.

Ellos han estado en la vida de Yuri Plisetsky desde su primer día en el mundo. Yuri y Víctor lo adoran, jamás lo dejarían sólo.

En cuanto atravesaron la puerta de la sala, Yuri corrió hacia la enfermera que sostenía un inquieto bulto en brazos. El azabache no necesitó que le indicarán donde estaba, él reconoció los berridos del pequeño rubio en cuanto estuvo lo suficientemente cerca.

La enfermera le lanzó una mirada enfurruñada por la forma en que casi le arrancó al bebé de los abrazos, quien no dejó de llorar pero si detuvo los gritos en cuanto reconoció el calor corporal de su padrino.

-Hola, bebé -dijo el de ojos chocolate en cuanto se topó en el par de orbes del color de la menta, tan parecidos a los de su mejor amiga. Y ya no pudo retener más las lágrimas. Lloró. Lloró todo lo que no había llorado en las últimas horas y abrazó con más fuerza al pequeño contra su pecho -. Estarás bien, estaremos bien. Te lo prometo...

Yuri era una cosita tan pequeña y frágil, Katsuki se juró a sí mismo que jamás dejará que se sienta solo. Lo hará feliz y le dará la familia que Yulia deseo para él.

Levantó la mirada cuando el brazo de su esposo rodeó su cintura y vió embelesado como el de ojos azules acariciaba dulcemente los mechones rubios del infante para, con delicadeza, depositar un tierno beso en su frente - A partir de ahora eres nuestro, Yurio. Cuida de nosotros.

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HISTORIA PUBLICADA DEL 27/Nov/2016 AL 24/Ene/2017
RE-SUBIDA 12/ABRIL/2020

ByeByeNya🐾

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