5• Iguales.

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[7 años]
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— ¡¿Me viste, mamá?!

— ¡Lo vi, eres el mejor, Yurio!

Yuri rió al ver la enorme sonrisa orgullosa en el rostro de su hijo. El rubio y él decidieron pasar gran parte de la tarde en el parque cercano a la costa. El ambiente era tan tranquilo que casi podía oír el sonido de las gaviotas que tanto le gustaba a su albino esposo.

Yurio agitó su mano en forma de saludo y giró en dirección a las escaleras del tobogán.

Ésta era una situación nueva y el castaño nunca creyó que podría extrañar más a Víctor, pero su esposo se había ido apenas hace un día para asistir a una competencia en el extranjero y ellos se quedaron porque Yurio debía ir a la escuela. Éstas cosas debían solucionarse en pareja, como los padres que son. Yuri desea que el de ojos azules lo abrace y sostenga su mano para darle la fuerza que necesita para regañar a su hijo por primera vez.

Y vamos, el rubio siempre ha sido un buen niño, quizá no era el más elocuente para hablar y podía ser algo rudo; pero era un niño educado, mimado, pero respetuoso. Por ello cuando lo llamaron de la escuela para informarle que su hijo, Yuratchka Nikiforov, había tenido una pelea en medio del receso, no lo podía creer.

Bueno, siendo honesto sí esperó que el momento llegara, pero nunca pensó que llegaría tan pronto.

Así que sólo fue a la primaria, se disculpó con los profesores y los padres del afectado y se llevó a su hijo a un parque mientras él pensaba que rayos debería decir.

Suspiró. Lo que sea, mejor hacerlo pronto.

—¡Yurio!

El niño detuvo su carrera hacia los columpios y se dirigió hacia su madre, su carita de ángel relajada, sólo sus ojos demostraban un pequeño brillo de inseguridad, propio de un infante que sabe a hecho algo malo y llegará su castigo.

El castaño esperó a que el ojiverde tomara asiento a su lado.

— Sabés que lo que hiciste estuvo mal, ¿verdad? —Mejor ir directo al punto importante, el rubio no tolera que se le den vueltas al asunto, claro ejemplo de él y Víctor. El niño asintió, cabizbajo — Entonces, ¿Por qué lo hiciste?

Pasaron los segundos en silencio, segundos en los que, Yuri comprende, su hijo piensa lo que debe decir. Yurio es tan impulsivo como Víctor -algo que de seguro le traerá algunos problemas en el futuro-, por eso él intenta que su hijo al menos piense lo que dirá antes de abrir la boca.

— Porque él se lo merecía.

Por supuesto, que el niño piense antes de hablar no significa que las respuestas serán las más adecuadas.

— ¿Te hizo algo malo? —El infante negó — ¿Te dijo algo feo?

El rubio elevó la vista entonces y Yuri pudo apreciar los grandes ojos verdes llenos de dolor. Así que es eso. Suspiró.

— ¿Sabés, Yurio? En este mundo hay mucha gente que intentará herirte de alguna manera, pero esta bien; porque gracias a eso nosotros seremos más fuertes —Dijo acariciando el suave y liso cabello rubio —. Tu padre y yo pasamos por muchas cosas para estar juntos, las ofensas estaban a la vuelta de la esquina.

— ¿Y no te enojaste, mamá? ¿No te dolía?

—Por supuesto que dolía, gatito. Ha nadie le gusta ser lastimado. —Yuri calló. Bueno, quizá si había personas a las que les gustaba, pero su hijo era muy pequeño para saber eso.

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