Capítulo 1: El despertar

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-Buen día amor -dijo él mientras abría los ojos viéndola acostada a su lado y sonriendo-
-Buen día -contestó ella devolviéndole la sonrisa-

La luz ingresaba por la ventana cortando sus cuerpos. Se despertaron con un beso. él se levantó y se vistió, ella hizo lo mismo, se levantó y se puso el corpiño, la remera y los pantalones.
Ambos habían pasado una noche de amor, dejando de lado su vida para poder tener una noche de amor, lejos del mundo, del resto, de las notificaciones de facebook, de twitter, de whatsapp, de todo. Dejaron todo de lado para poder amarse, para hacer eso que las parejas hacen para demostrar que se aman, que se tienen confianza, que la relación va en buen rumbo.
Se habían amado despacio, sin ruido, para no despertar a sus padres o a los vecinos, para que nadie se diera cuenta del pecado que estaban cometiendo, ese pecado que acelera al corazón, que transpira la piel y afloja el cuerpo. Incluso aunque alguien llamara o pasara al lado de la habitación no se escuchaba nada salvo algún que otro rastro de respiración o unos leves, muy leves gemidos que se escapaban involuntariamente y el ruido del roce de los cuerpos, del cuerpo de ella sobre él, moviéndose lentamente para ser sigilosos y que nadie se diera cuenta de lo que hacían.
Fueron acelerando pero, en ese momento, ya estaban solos y nadie los escucharía. Se amaron con furor y si uno estaba en ese lugar podría ver el cuerpo de ella sobre el de su amante, su vigoroso amante que la complacía y amaba como nadie y que la hacía extasiarse, despeinarse sobre él por la furia del amor, hacía que su maquillaje se corriera, que su pelo se extendiera, sobre su cuerpo, tapando sus pechos y cayendo sobre su espalda. Era un amor nunca antes visto, verdadero y a la vez oculto y que no salía a la luz, un amor vergonzoso que jugaba a escondidas, que existía aunque él cerrara sus ojos incluso perdiendo de vista el cuerpo de ella, que hacía que ella se agita y mordiera su labio inferior, que se vean los dientes mordiendo sus labios muy fuerte. Porque era tal la furia de ese amor que no se podía hacer otra cosa. Estaban tan ocupados en su tarea que no prestaban atención ya ni a los autos que pasaban ni a la televisión ni al celular que sonaba cada dos minutos. Ignoraban el mundo entero para poder estar completamente solos.

Esa noche había terminado con ambos extasiados, acostados en la cama, transpirados.
Ella acariciando su pecho como agradeciéndole que la haya hecho sentirse mujer, sentirse joven, adolescente y él cerrando sus ojos, durmiéndose. Ella se quedó contemplándolo hasta dormirse sobre su pecho mientras él la tenía entre sus vigorosos brazos. Esos fuertes brazos que la habían sostenido mientras la amaba, mientras la hacía quedarse sin voz.
Esos brazos que la dejaron marcada, que la habían hecho disfrutar como nunca.
Ambos durmieron desnudos y medio tapados por las sábanas que se enredaban en sus cuerpos.

Se despertaron temprano y, tras vestirse, bajaron al comedor para desayunar y se prepararon un café con medialunas.
Ambos, en la misma mesa, se preparaban para afrontar el día. Al salir, siguieron rumbos separados para que no los vieran salir juntos. Era un amor que nadie sospechaba que existiera.
Él se dirigió a su trabajo y ella a estudiar. Ambos tenían un futuro planificado, un futuro juntos que pensaron a largo plazo y que les costaba pensar como sería.

En el camino, ambos prendieron sus teléfonos y vieron como las notificaciones llegaban. Mensajes de WhatsApp y Facebook que llenaban sus teléfonos. Saludos, mensajes, alertas.

Al llegar, ella entró rápidamente a su aula, donde cursaba física. Ese día el profesor los había separado en grupos para hacer un experimento. Elevó apenas un poco su rostro y busco sus amigas, sonrió al verlas y prácticamente corrió hacia ella. En el fondo las había extrañado.
Le preguntaron porqué no había contestado los mensajes que le enviaron. Ella desconcertada saca su teléfono, lo desbloquea y ve que hay varias notificaciones de Facebook y muchos mensajes en varios chats de WhatsApp. Había recibido mensajes en chats de amigos y en grupos de amigos avisándole que se realizaba esta actividad. Ella se sintió avergonzada y no supo que responder.


- lo siento chicas. Me quedé dormida temprano, estaba leyendo para otras materias y me quede dormida en el escritorio. -murmura algo avergonzada por mentirle a sus amigas- 

Pasa el tiempo y llega un intervalo en donde puede contestar algunos de los mensajes.
Les pide disculpas por no haber respondido a tiempo y continúa con algunos chats que no eran de la facultad sino de amigos. Ella es muy sociable y le gusta charlar, pero a la vez es tímida y no suele hacerlo mucho más que con su grupo de amigas a las que le cuenta todo, con lujo de detalles sobre lo que pasa en la facu. Lo único que no les cuenta es que está saliendo con un chico, ese mismo que le hace el amor en las noches. Es algo que le da vergüenza decir.
Nadie sospecha de nada porque la conocen de ese modo y ella siempre supo como convencer al resto. Al único que le cuenta su verdad es a un amigo de toda la vida, un amigo muy íntimo con el que suele charlas tardes enteras y le cuenta con lujo de detalles lo que hace con su amante. Le cuenta lo que le dice, lo que le manda cuando está en el trabajo, lo que hacen por las noches…
Lo único que no sabe es sobre el futuro que planean juntos. Para él, no es más que un amor pasajero.

Se podría decir que son más que amigos pero a ella nunca le interesó nada más. Le da miedo perder esa amistad porque es muy importante para ella.

Al terminar con las clases, se dirige a su hogar, abre lentamente la puerta de entrada y se da cuenta  de que no hay nadie; sus padres trabajan y su "amante" igual.
Su celular comienza a sonar por lo que ella lo ignora para comenzar a prepararse algo para comer. Luego de unos minutos vuelve a sonar, ella vuelve a ignorarlo. No tenía ganas de ir y responder las llamadas.

En ese momento se tira en la cama y se dispone a dormir pero no puede. Algo le da vueltas en la cabeza, algo le impide dormir y solo se queda tirada contemplando el techo viendo por un rato largo las grietas que se formaron. Decide voltearse y ver por la ventana y se queda allí un rato hasta que al fin cae dormida. El celular seguía sonando.

Amor secreto [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora