Capítulo 8: ¿Doctor?

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Me inunda la furia.

Solo de pensar que todo este tiempo todo lo que he pensado sobre Gab estaba equivocado, su ayuda, sacarme del almacén con tanto riesgo, a lo loco, sabía que no nos iban a apuntar, él sabía que ellos iban a fallar a posta, lo tenían todo montado entre él y su padre para sacarme información, para saber lo que yo sabía, pero no contaban con que no sabía nada, que yo había olvidado la mayoría de los recuerdos que tenía de meses atrás.

Hace días que no sé nada de ellos, simplemente caminé como pude durante ratos, me alejaba lentamente de la furgoneta dejándolos atrás, Gab me gritaba que volviera, que estaba comportándome como un gilipollas, mientras Mía solo tiraba de su brazo intentando acelerar el paso para largarse antes de que nos encontraran, yo simplemente caminé y caminé. Mientras me quedaron fuerzas andaba a lo lado de la carretera sin rumbo hacia ningún lugar, sin ocultarme entre los arboles a los lados, hasta que simplemente, me quedé sin fuerzas, y hoy me he levantado aquí, otra vez.

Cuando he abierto los ojos una sensación paralizante ha recorrido mis venas dejando cada célula de mi cuerpo bloqueada por el miedo y el desconcierto, me he incorporado en la cama y he comprobado que no estaba soñando más de cincuenta veces, he intentado golpearme, pero no he podido llegar a hacerme daño, las paredes acolchadas de color blanco del centro psiquiátrico me protegen de cualquier daño que pueda hacerme, estoy empezando a actuar como un loco, estoy llegando a pensar como un loco...

No sé si realmente lo estoy, no sé si realmente he salido de aquí alguna vez, ni si quiera sé que hago aquí.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Yo estaba bien con mi vida anterior, pasaba casi desapercibido, nadie me conocía, solo era ese chico extraño que paseaba por la universidad sin que nadie supiera absolutamente nada de mi ni mi pasado.

Y fue entonces cuando jamás creía que alguien sería capaz de fijarse en mi cuando llego Alex, apareció un día de la nada, yo pensaba que había ido a otra universidad, pero allí estaba en la puerta de mi habitación esperando con una sonrisa de oreja a oreja que le abriera y simplemente le ofreciera compartir cuarto en la universidad.

¿Me lo he imaginado todo? ¿He matado a Alex de verdad?

-¿Qué coño está pasando aquí? –Grito

No hay respuesta, sigo dándole vueltas a la cabeza, buscando una sola explicación que me dé a entender en qué punto se torció toda mi vida.

Poco después la puerta oculta en la pared se abre y detrás de ella aparece una cara conocida para mí, el famoso doctor Stelbing, solo que ahora estaba muy desmejorado, las facciones de su cara se habían hundido, las arrugas parecían haberse multiplicado solas, y las ojeras eran tan oscuras que casi parecía maquillaje, era como si el jovial doctor cuarentón que había conocido meses atrás hubiera envejecido cuarenta años más en estas semanas que he estado fuera. Se sienta a mi lado en la cama y hace un gesto con la mano para que cierren la puerta, esta vez no son celadores los que las cierran si no que son dos hombres con ropas negras y el típico tatuaje con la G, son asociados.

-¿Qué hacen ellos aquí? –Pregunto

-Tienen el control de casi todo lo que te relaciona, cuando la policía te encontró tirado en la carretera no tardaron ni dos horas en tomar el control del centro psiquiátrico, nos tienen aquí encerrados hasta que consigamos información sobre la noche que os atacaron y sobre algo que ocurrió mientras hacíais un trabajo para ellos, quieren que sepamos si identificaste a alguien.

-¿Por eso estas aquí? ¿Intentas sacarme la información con más de tus sesiones?

-No Abel, cuando llevábamos a cabo esas sesiones no eran para recordar, las sesiones me ayudaban a saber de lo que te acordabas y mientras lo recordabas hipnotizado yo te borraba los recuerdos con ayuda de medicamentos muy fuertes.

Crónicas de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora