Capítulo 2: La huida

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Despierto de nuevo con un fuerte dolor de cabeza, siento el cuerpo entumecido por los medicamentos pero esta vez puedo recordar que ha pasado.

Rápidamente me recompongo y comienzo a observar el mapa mal dibujado del jardín sobre el suelo de la habitación, intento memorizarlo como puedo, por zonas, en la primera zona, más a la izquierda hay un estanque con una vaya de madera que no me llegara más que a la cintura, rodeado por un camino de baldosas que lleva hacia la segunda zona, un gran camino ancho de baldosas que lleva desde la puerta del centro hasta la de la valla, con una fila de chopos a cada lado del camino y dos filas de bancos paralelos, en la tercera zona hay una gran extensión de césped, ningún sitio donde ocultarse.

A lo largo del camino habré contado como siete guardias a cada lado, más tres que custodian la puerta de la valla, la parte trasera del centro no sé cómo es, nunca la he visto, ya que en los meses que llevare aquí jamás me han dejado pasar por la puerta.

Tengo que pensar en un plan para poder escapar de aquí, debido a las protecciones del jardín me va a resultar una tarea ardua de conseguir, pero algo tiene que haber, un fallo tiene que tener toda la seguridad que esta apostada alrededor del edificio.

Hinco el bolígrafo con fuerza en la tela acolchada en la que esta dibujado el mapa frontal del edificio y con ayuda de mis manos y el bolígrafo consigo arrancarlo del suelo, me lo guardo dentro de los pantalones y golpeo con fuerza donde antes se abrió la puerta, tardan un poco en contestar, pero momentos después ahí está la voz de un celador.

-¿Sé puede saber qué quieres a estas horas?

-Necesito ir al baño, es urgente –Grito a través de la pared

Segundos más tarde se vuelve a oír la voz de otro celador

-Si intentas cualquier cosa te inyectaremos una dosis más alta de medicinas.

-De acuerdo –Digo

La puerta comienza a tomar forma en la pared, y detrás de ella aparecen los dos celadores esperándome, rápidamente uno de ellos me agarra por el brazo y comienza a tirar con impaciencia para que me mueva. Recorremos el pasillo con paso firme y rápido hacia los aseos, los celadores se paran en la puerta y con un gesto me indican que entre.

Atravieso la puerta y ante mi encuentro una sala no muy grande con un lavamanos y dos puertas, para señoras y caballeros, entro al servicio y comienzo a mirar a todos lados inspeccionando el diminuto espacio, un simple retrete que parece haber estado sin limpiar durante meses y una ventana no más grande de medio metro por otro medio. Con cuidado de no hacer mucho ruido la abro, aun que como ya me esperaba unas rejas la protegen de cualquier escape.

El celador golpea la puerta en signo de que se está impacientando, tiro de la cadena y el retrete hace un ruido muy raro, se llena de agua sucia casi hasta el borde y luego comienza a bajar lentamente, abro con cuidado la puerta que separa el baño de caballeros de la habitación, y con cuidado abro la del servicio de señoras, este es más amplio, y más limpio, con paso rápido me acerco a la ventana y la abro, esta también esta enrejada, agarro las rejas con mis manos y observo que titubean al ejercer fuerza en ellas, están rotas.

Oigo que un celador le habla a otro con rabia y rápidamente salgo del baño de señoras y atravieso la puerta que vuelve a dar al pasillo donde los celadores me esperan con miradas de rabia y sueño, me vuelven a acompañar a la habitación donde me encierran de nuevo, y oigo como se alejan los pasos de uno de ellos, el otro debe haberse quedado para guardar la puerta, como si yo fuera capaz de abrirla desde este lado de la habitación.

Me tumbo en el suelo en la esquina donde rompí para sacar el mapa y aun que tardo bastante tiempo al final consigo conciliar el sueño.

...

Crónicas de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora