Capítulo 16: Herencia

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Críos insolentes, creen que no voy a darme cuenta de que están aquí, no podéis verme desde la ventana, pero os vigilo. Y sobre todo estoy preparado para zanjar esta estupidez de una vez por todas.

Como bien dice el refrán "Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo" pues eso mismo haré, si ninguno de mis asociados ha sido capaz de matar a dos críos inútiles y a una de los nuestros, lo tendré que hacer yo mismo.

-Estos críos no nos han traído más que problemas. –Digo –Has tenido oportunidades suficientes como para acabar con ellos, y sobre todo con Mía, y no has sido capaz.

-Yo me... -El asociado duda por un momento.

-¡Basta! No quiero excusas. –Añado –Eres uno de muchos niños a los que he criado bajo mi protección, has recibido entrenamiento táctico porque tu puesta en lucha no era lo suficientemente eficaz como para ponerte en la calle, y no has sabido sacar partido de lo que te he enseñado.

Por un momento reflexiono en cuanto a la decisión que intento trasmitir a mi asociado, dejarle mi lugar, mi herencia, a alguien que no es capaz de luchar, pero si ha recibido el entrenamiento táctico necesario para dirigir la asociación, puse mi fe en el cuándo lo encontré, no sabía luchar, pero tenía una mente prodigiosa para saber cómo organizar un ataque rápido, limpio y sin rastro.

-Eres más inteligente de lo que crees ¿Sabes? Deberías agradecerme lo que he hecho por ti durante todo este tiempo. –Digo

-No pienso defraudarte otra vez. –Comenta el asociado

-Eso espero, te considero un hijo entre todos, pero eres especial, tienes lo que hay que tener para sustituirme si es necesario. –Añado

-¿Qué quieres decir? No van a ser capaces de hacerlo, son unos cobardes, no tienen lo que hay que tener para llegar hasta aquí arriba. –Comenta el asociado

-Sea como fuere, llegue esta noche o no, firma este papel, aquí quedará escrito que tú serás el heredero de toda la asociación, con sus beneficios y todos los cargos que eso implica.

El asociado se levanta de la silla con un quejido de dolor, pero en segundos se reincorpora y se acerca a la mesa, aunque lo veo dudar ante tal ofrecimiento, enseguida agarra la pluma con fuerza y deja su trazo personal en el papel, vuelve a sentarse exhausto, y me mira fijamente a los ojos.

-Ya. –Dice el asociado con arrogancia

-Ahora vete. –Añade -¡Largo!

El asociado se levanta con paso firme y se aleja por el pasillo, tras el cierro la puerta a esperar la inminente visita. Mientras tanto comienzo a recordar como esa chica que ahora intenta matarme lloraba desconsoladamente a los pies de su cama. Fue uno de los trabajos más sencillos que me habían encargado, su padre agricultor y su madre ama de casa, los dos dormían plácidamente mientras entrabamos en la casa. No se despertaron hasta tenernos encima, recuerdo como suplicaban por su vida y la de su hija Mía mientras nos prometían que pagarían sus deudas a las personas que nos habían contratado.

Pero las ordenes eran muy claras, matar y robar, la hija daba igual lo que hiciéramos con ella y así fue como entonces me di cuenta de algo que nunca se me habría ocurrido, una mujer letal, jamás había robado a una niña desde pequeña para educarla y entrenarla bajo mi brazo, y entonces fue cuando decidí convertirla en un arma mortal.

Duros entrenamientos desde altas horas de la madrugada, hubo días que no salió de la sala, entrenando día y noche con la motivación de acabar con aquel que hubiera hecho daño a sus padres, nunca se imaginaría durante aquel tiempo que fui yo quien lo hizo.

La ira la ha mantenido viva durante toda su vida, pero es incapaz de hacerme nada, me ha querido como un padre, me ha tenido como alguien superior durante años, este ataque de rebeldía se debe a la noticia de quien fue el ejecutor de sus padres, pero se desvanecerá, con el tiempo encontrara de nuevo el camino a seguir para llegar a ser la gran líder que podrá dirigir esto cuando yo falte, o cuando el asociado encargado caiga en sus manos.

El fin de esta historia está cerca, y voy a acabar de raíz con algo que no tuve que haber empezado, dejar a ese crio realizar la misión de trasportar a su propio padre muerto, pero era una prueba de confianza, si no hubieran sido tan imbéciles de abrir aquella bolsa hubieran evitado sentenciarse su propia muerte.

La verdad tomaba a Gabriel por un chico más listo, su entrenamiento fue diferente al resto, era inteligente, rápido y no se complicaba. Pero tuvo que revelarse, quiso dejar la vida que yo le había dado, una vida digna, fuera de las calles, tuvo un techo, comida y un trabajo digno de su valía.

Pero tuvo su merecido como lo van a tener los que ahora mismo están intentando adentrarse en mi mansión, van a vivir en sus propias carnes la ira de Mark Grass, alguien con quien no deben enfrentarse, alguien que viene de las calles, que aprendió a sobrevivir dentro de un mundo hostil.

Me crie entre ratas, vivía en callejones húmedos mientras otros tenían un sueño, una vida, una familia que los cuidaba y les daba de comer.

Tiempo atrás, pero empecé a ganarme la vida como sabía hacerlo, robaba, amenazaba y era muy bueno en eso, desde entonces supe para que valía yo.

Había nacido para ser alguien en la vida, para tenerlo todo bajo mi control, fue cuando me di cuenta de que iba a cambiar las cosas, y empecé como todos y cada uno de los que hay conmigo, trabajo sucio, más robos, y moviendo grandes cantidades de droga de un lado a otro, poco a poco comencé a subir puestos, mejoraba con los años, y llegó el día que sentí en mi interior la satisfacción que me daba quitar una vida, a cambio de mejorar la mía, mataba a gente por encargo, y no podía parar, un vicio crecía dentro de mí, el poder, control, todo lo que hoy en día he conseguido.

Hasta que llegó el momento que tanto tiempo había ansiado, me topé con la asociación, una banda callejera dirigida por alguien que no tenía lo que hay que tener para dirigir una banducha de calle, y fue cuando lo maté, cuando tomé el control de todo lo que hoy conozco. Poco a poco la gente fue cayendo en mis manos, cada día venían más y más personas a pedirme un hueco en la asociación, algo por lo que vivir, dinero, poder, hasta que llegamos a ser lo que hoy somos.

Pero ese maldito bastardo, el político que comenzó a enterarse de lo que estaba pasando, quería destapar todo lo que había logrado y acabar con lo que tenía, y no me fue nada difícil acabar con alguien así, un simple concejal sin protección ninguna, afectado en el hospital por la grave enfermedad de su hija, su vicio al tabaco fue su fin, solo hubo que esperar en el aparcamiento del hospital para acabar con él y así salvaguardar el bien de esta comunidad.

Nuestras ideas son las únicas validas, ni religión, ni fe, lo que nos mantiene vivos es la ley del más fuerte, luchar entre nosotros, lo llevamos en los genes. Pero esta sociedad intenta inculcar unos valores para que la gente que realmente debe tomar el poder no tenga la posibilidad de conseguirlo, pero eso se acaba aquí.

Por un segundo me parece oír ruidos al otro lado de la puerta, me levanto para comprobar si la visita ha llegado, pero no hay nadie, solo los asociados al final del pasillo que me protegen, nadie más. Vuelvo a sentarme en la mesa de mi despacho, rememorando mi victoria, mi ascenso y como llegue a ser quien soy ahora mismo.

Pero antes de darme cuenta, la puerta se entre abre y una lata humeante entra rodando por el hueco que ha formado, de un salto me incorporo y me preparo para acabar con esto de una vez por todas. 

Crónicas de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora