Capítulo 25

35 2 0
                                    

Media hora después escuché que tocaban en la puerta de mi casa, rodeé los ojos fastidiada ya que justo acababa de volverme a sentar en el sofá después de ir a la cocina por una bebida. Me levanté con las muletas y fui a la puerta, cuando abrí me encontré a Gabriel.

―Hola, que sorpresa

―Que exagerada―rodó los ojos y sonreí― ¿Vas a salir?

―Oh no, de hecho ya regresamos

Le hice un espacio para que pudiera entrar y lo hizo.

― ¿Gustas algo de beber?

― ¿Tienes Whisky?

― ¿Día duro?

―Estresante...―fui hacia la cocina y serví el whisky de Gabriel, cuando regresé a la sala estaba sentado en el sofá y tomé asiento junto a él

―Mañana después de mi revisión iré a trabajar

―No Alexa, descuida... No fue tanto el estrés de trabajo

― ¿Qué pasó?

―No vengo a platicar mis problemas ¿Cómo sigues?

―Estoy mucho mejor, mañana iré a que me retiren los puntos

―Dos aberturas en la cabeza, creo que te diré Frankenstein

―Ni se te ocurra decirme así―le dije seria

―Estoy bromeando... ¿Y tus hermanos?

―Salieron a divertirse

― ¿No salieron a eso?

―No precisamente

― ¿Aún te duele el cuerpo?

―He estado tomando los medicamentos, mis hermanos se han encargado de eso, así que estoy sintiéndome mucho mejor

―Me da mucho gusto por ti, Alexa...―hizo una pequeña pausa y se acercó un poco más a mí

― ¿Qué pasa?

―Sobre lo qué te dije hace unos días...

― ¿Qué extrañas mi cuerpo?―pregunté divertida

―Sí, yo estoy muy avergonzado...

―No te disculpes, por favor

― ¿Qué?

―No lo hagas, no te disculpes, no me ofendió, al contrario...

Se hizo un silencio y Gabriel se acercó más a mí, podía sentir nuestras respiraciones mezclándose y de cierta manera eso me encantaba, inhalé fuerte embriagándome de su perfume.

― ¿Esperas una invitación?―pregunté en tono burlón y sonrió

―Quizás

Puse mi mano en su cuello y eliminé la distancia entre nuestros labios, jamás me cansaría de ellos, eran suaves y la forma en que me besaba en este momento, con tanto cuidado como si fuera una muñeca de porcelana qué podría romperse en este momento, me hacía sentirme segura.

El beso se hizo más profundo pero igual de cuidadoso, hasta qué sentí su mano bajar la cremallera, no llevaba sujetador, gracias a que el vestido moldeaba mis pechos y los sostenía como si llevara puesto. Gabriel aprovechó esa oportunidad y comenzó a rosar sus dedos en mi espalda.

La decisiónWhere stories live. Discover now