Ley Rappaport

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En 1790, la decimoquinta presidenta del MACUSA, Emily Rappaport, instauró una ley por la cual se establecía la segregación absoluta entre las comunidades de magos y nomagos. La decisión se tomó tras una de las mayores infracciones del Estatuto Internacional del Secreto que dio pie a una reprimenda humillante de la Confederación Internacional de Magos. El asunto era mucho más serio porque la infracción se produjo dentro del propio MACUSA.

En esta catástrofe estaba implicada la hija del Guardián del Tesoro y Dragots (el dragot es la moneda de los magos en curso en Norteamérica, y el Guardián de los Dragots, tal y como implica el título, es más o menos el equivalente al secretario de Hacienda). Aristotle Twelvetrees era un hombre competente, pero su hija, Dorcus, era tan tonta como bonita. Había sido una pésima estudiante en Ilvermorny y cuando su padre ocupó el cargo, aún vivía en la casa familiar y apenas practicaba magia, pues estaba más interesada en su guardarropa, sus peinados y sus fiestas.

Un día, en un picnic local, Dorcus Twelvetrees se enamoró locamente de un apuesto nomago llamado Bartholomew Barebone. Lo que Dorcus no sabía era que Bartholomew era el descendiente de un rastrero. Nadie de su familia tenía poderes mágicos, pero creía firmemente que la magia existía y que todos los magos y brujas eran malvados.

Dorcus, completamente ajena al peligro, se tomó el interés de Bartholomew por sus "pequeños trucos" al pie de la letra. Las ingenuas preguntas de su pretendiente consiguieron embaucarla, y le confió las direcciones secretas del MACUSA y de Ilvermorny, junto con información sobre la Confederación Internacional de Magos y todo lo que estos organismos hacían para proteger y ocultar a la comunidad mágica.

Una vez consiguió sonsacarle a Dorcus todo lo que quería saber, Bartholomew le robó la varita que ella le había mostrado con tanta diligencia. Se la enseñó a todos los periodistas que encontró, reunió a un grupo de amigos armados y se propuso perseguir y matar, idealmente, a todos los magos y brujas de la región. Bartholomew incluso llegó a imprimir pasquines con las direcciones de los sitios de reunión de magos y brujas y escribió cartas a figuras nomagas destacadas, algunos de los cuales creyeron que se debía investigar si realmente se celebraban "reuniones maléficas secretas" en tales sitios.

Embriagado por la misión de sacar a la luz la hechicería de América, Bartholomew Barebone metió la pata y disparó a lo que él pensaba que era un grupo de magos del MACUSA, pero que resultó ser unos nomagos que tuvieron la mala fortuna de salir de un supuesto edificio mágico mientras él lo vigilaba. Por suerte, nadie murió, y Bartholomew fue detenido y encarcelado por el crimen sin que el MACUSA tuviera que intervenir. Esto supuso un gran alivio para el MACUSA, pues no estaba resultando nada fácil abordar las graves consecuencias de la indiscreción de Dorcus.

Bartholomew había difundido los pasquines por toda la región, y varios periódicos incluso lo tomaron en serio y publicaron fotografías de la varita de Dorcus, con una nota que decía que si se agitaba "daba una buena coz". El edificio donde se ubicaba el MACUSA acaparó tanto la atención que tuvieron que trasladarlo. La presidenta Rappaport no tuvo más remedio que confesar, durante la investigación oficial de la Confederación Internacional de Magos, que no podía estar segura de que todas y cada una de las personas al tanto de la información de Dorcus habían sido desmemorizadas. La filtración fue tan grave que sus secuelas perdurarían durante los años venideros.

Aunque muchos exigieron que fuese a la cárcel de por vida, e incluso que fuese ejecutada, Dorcus solo pasó un año en el calabozo. Cuando salió de prisión, completamente deshonrada y traumatizada, la comunidad mágica de Norteamérica había cambiado por completo, y Dorcus pasó su vida aislada del mundo, con la única compañía de un espejo y un loro.

La Ley de Rappaport, que imponía una estricta segregación entre las comunidades de magos y nomagos, fue la respuesta a la indiscreción de Dorcus. Los magos ya no podían entablar amistad o casarse con nomagos. Los castigos por fraternizar con los nomagos eran severos, y la comunicación con ellos debía limitarse a lo estrictamente necesario para la vida diaria.

La Ley de Rappaport afianzó aún más la gran diferencia cultural entre las comunidades mágicas de América y Europa. En el Viejo Mundo siempre hubo cierta cooperación y comunicación, aunque secreta, entre los gobiernos de los nomagos y sus homólogos del mundo mágico. En Norteamérica, el MACUSA era completamente independiente del gobierno nomago. En Europa, los magos y brujas se casaban con y eran amigos de nomagos. En Norteamérica, los nomagos eran el enemigo. En resumen, la Ley de Rappaport empujó a la comunidad mágica norteamericana, que de por sí ya tenía que lidiar con una población nomaga más desconfiada de lo normal, a una mayor clandestinidad.

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