Esta gran familia, feliz y atareada, ignoraba que un gran peligro les acechaba desde muy lejos. La noticia de la fundación de un nuevo colegio de magia en Massachusetts había llegado al viejo continente. Se decía que la directora recibía el sobrenombre de Morrigan en honor de la famosa bruja irlandesa. Sin embargo, hasta que no se enteró de que el nombre de la escuela era Ilvermorny, Gormlaith no se creyó que Isolt había viajado hasta América sin que nadie se diera cuenta para casarse, no con alguien de familia muggle, sino con un auténtico muggle. Además, había abierto una escuela para formar a cualquiera que tuviera una pizca de magia.
Hacía ya tiempo que Gormlaith había comprado una nueva varita en la tienda que tanto despreciaba, la de Ollivanders, para sustituir a la preciada reliquia familiar que había pasado de generación en generación hasta que Isolt la había robado. No quería que su sobrina supiera que estaba en camino hasta que fuera demasiado tarde, así que, sin saberlo, imitó a Isolt: se hizo pasar por hombre y zarpó a bordo del Bonaventure para cruzar hacia América. Con la maldad que le caracterizaba decidió utilizar el nombre William Sayre, el del padre asesinado de Isolt. Gormlaith llegó a Virginia y, con mucho sigilo, se dirigió hacia Massachusetts y el monte Greylock. Llegó a la montaña una noche de invierno. Se proponía devastar la segunda Ilvermorny, matar a los padres que habían frustrado su ambición de formar una gran familia de sangre pura, secuestrar a sus sobrinas-nietas, las últimas de tan sagrado linaje, y regresar con ellas al Valle de la Bruja.
En cuanto divisó el gran edificio de granito que se alzaba en la oscuridad sobre la cima del monte Greylock, Gormlaith echó una poderosa maldición sobre la casa que contenía los nombres de Isolt y James y que hizo que éstos cayeran en un profundo sueño encantado.
Después, pronunció una sola palabra sibilante en lengua pársel, la lengua de las serpientes. La varita que durante tantos años había servido fielmente a Isolt tembló una vez en la mesita de noche mientras ella dormía, y se desactivó. En todos los años que se valió de ella, Isolt nunca supo que en su mano tenía la varita de Salazar Slytherin, uno de los fundadores de Hogwarts, y que contenía un fragmento del cuerno de una serpiente mágica: en este caso, de un basilisco. El creador había instruido a la varita para que se durmiera cuando se le ordenara, este secreto había pasado de generación en generación a través de los siglos a cada miembro de la familia de Slytherin que la poseyera.
Lo que Gormlaith no sabía era que en la casa vivían otras dos personas a las que no había encantado, pues no había oído hablar ni de Chadwick, de dieciséis años, ni de Webster, de catorce. El otro dato que no sabía era lo que contenía el centro de sus varitas: el cuerno de la serpiente de río. Esas varitas no se desactivaron cuando Gormlaith habló en pársel, sino que, al oír aquella lengua antigua, el centro mágico comenzó a vibrar y, presintiendo que sus dueños estaban en peligro, empezaron a emitir una nota musical grave, la misma que emite la serpiente cornuda cuando siente una amenaza.
Los niños Boot se despertaron y brincaron de la cama. Chadwick miró instintivamente por la ventana. Entre los árboles pudo ver la silueta de Gormlaith Gaunt acercándose sigilosamente hacia la casa.
Como todos los niños, Chadwick había oído y entendido más de lo que sus padres adoptivos se imaginaban. Creían que habían conseguido protegerle de las historias de la asesina Gormlaith, pero se equivocaban. Cuando era pequeño, Chadwick oyó a Isolt hablar del motivo por el que se había escapado de Irlanda y, poco se podían imaginar ella y James, a menudo la imagen de una vieja bruja atormentaba a Chadwick en sueños, acercándose poco a poco a Ilvermorny a través de los árboles. Esta vez, la pesadilla se había materializado.
Le dijo a Webster que avisara a sus padres, Chadwick bajó corriendo la escalera e hizo lo único que en aquel momento tenía sentido para él: salió corriendo de la casa para enfrentarse a Gormlaith e impedir que entrara a donde su familia dormía.
Gormlaith no esperaba encontrarse con un mago adolescente y lo subestimó en un principio. Chadwick esquivó su maldición con destreza y comenzaron el duelo. Gormlaith, a pesar de ser mucho más poderosa que Chadwick, tuvo que admitir que el chico tenía talento y había sido bien instruido. Mientras le echaba maldiciones con el objetivo de someterlo y lo hacía retroceder hacia la casa, le preguntó por el origen de su familia pues, según dijo, detestaría matar a un sangre pura.
Mientras, Webster intentaba despertar a sus padres, pero el encantamiento los había afectado con tal profundidad que ni los gritos de Gormlaith ni las maldiciones que golpeaban la casa pudieron despertarlos. Webster se lanzó escaleras abajo y se sumó al duelo que proseguía al pie de la casa.
Este dos contra una le pusieron las cosas difíciles y, por si fuera poco, los centros gemelos de las varitas de los Boot multiplicaban su fuerza por diez al utilizarse juntas contra un mismo enemigo. A pesar de todo, la magia de Gormlaith era suficientemente oscura y fuerte como para hacerles frente. Ahora el duelo había alcanzado proporciones extraordinarias, por un lado, Gormlaith aún reía y prometía a los chicos indulgencia si podían probar que eran sangre pura; por otro, Chadwick y Webster ponían todo su empeño en evitar que la bruja llegara hasta su familia. Los hermanos se vieron forzados a entrar en la casa. Isolt y James seguían durmiendo mientras las paredes se resquebrajaban y las ventanas se hacían añicos en el piso de abajo, pero las gemelas se despertaron y empezaron a llorar de miedo.
Eso fue lo que deshizo el encantamiento de Isolt y James. La rabia y la magia no podían despertarlos, pero los alaridos de sus hijas rompieron la maldición que Gormlaith les había echado, la cual, al igual que Gormlaith, no tenía en cuenta el poder del amor. Isolt le gritó a James que fuese hacia las niñas y ella corrió para ayudar a sus hijos adoptivos con la varita de Slytherin en la mano.
Cuando la levantó para atacar a su odiada tía, se dio cuenta de que, para lo que iba a servirle, la varita durmiente bien podría haber sido cualquier palito que recogiera del piso. Regodeándose, Gormlaith hizo que Isolt, Chadwick y Webster retrocediesen escaleras arriba y los dirigió hacia el lugar del que procedía el llanto de sus sobrinas-nietas. Finalmente logró abrir las puertas de su dormitorio y allí encontró a James listo para morir delante de las cunas de sus hijas. Isolt estaba convencida de que todo estaba perdido y llamó a gritos a su padre asesinado sin saber lo que decía.
Se oyó un gran estruendo y la luz de la luna desapareció unos instantes cuando William el pukwudgie apareció en el alféizar. Antes de que Gormlaith supiera qué estaba pasando, una flecha envenenada le había atravesado el corazón. Se le escapó un grito sobrenatural que se pudo oír a cientos de kilómetros. La vieja bruja se había aprovechado de todo tipo de magia oscura para volverse invencible y todas esas maldiciones reaccionaron en contacto con el veneno del pukwudgie, petrificándola hasta volverla tan quebradiza como el carbón y romperse en un millón de pedazos.
La varita de Ollivander's cayó al suelo y explotó. Todo lo que quedaba de Gormlaith Gaunt era un montón de polvo humeante, un palo roto y una fibra de corazón de dragón carbonizada.
William les había salvado la vida. A cambio de su gratitud, el pukwudgie bramó que se había dado cuenta de que Isolt no se había dignado a decir su nombre en una década y que se sentía ofendido porque solo le llamaba cuando estaba a punto de morir. Ella tuvo el tacto de no decir que había llamado a otro William. James estaba encantado de conocer al pukwudgie del que había escuchado tantas historias y, sin recordar que esta especie odiaba a casi todos los humanos, apretó la mano del perplejo William y le dijo lo agradecido que estaba por haberle puesto su nombre a una de las casas de Ilvermorny.
Se cree que este halago ablandó el corazón de William porque al día siguiente trasladó a su familia de pukwudgies a la casa y, a regañadientes como siempre, los ayudó a reparar todos los destrozos que había causado Gormlaith.
Fue entonces cuando afirmó que los magos eran demasiado tontos como para protegerse bien y negoció un anticipo considerable en oro para convertirse en el servicio privado de seguridad y mantenimiento del colegio.
ESTÁS LEYENDO
Magia en Norteamérica
FantasíaSerie de historias cortas sobre la Magia en Norteamérica, escrita por J.K. Rowling a través de Pottermore.com Disclaimer: Ningún texto me pertenece, todo es de J.K. Rowling, yo sólo saqué los textos de pottermore.com y los ordené aquí.